«Intento capturar momentos en los que el hombre toca lo trascendente»

Entrevista a Jumpei, natural de Nagasaki y sobreviviente de tercera generación de la bomba atómica, quien nos habla de su más reciente película, “Nagasaki: En la sombra del destello”. En el marco del 80.º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, la cinta se proyectará el 31 de octubre en la Biblioteca de la Filmoteca Vaticana.

Jumpei nació en 1984 y fue bautizado siendo niño con el nombre cristiano Kolbe. Ingresó en la escuela secundaria Seido Gakuen en Nagasaki, donde tuvo su primer contacto con el Opus Dei.

Como director de cine, realizó su primera película cuando tenía alrededor de 27 años y debutó en el cine comercial hacia los 30. La más reciente de sus obras es su sexto largometraje. Hemos hablado con él sobre cómo se convirtió en cineasta, con el deseo de que comparta sus reflexiones en relación con esta película. Este largometraje se inspira en los testimonios de las enfermeras de la Cruz Roja que atendieron a los supervivientes del bombardeo atómico en Nagasaki del 9 de agosto de 1945.

¿Qué lo inspiró a realizar esta película? ¿Podría contarnos también cómo influyó en usted su abuelo?

Mi abuelo no era católico, pero sí hibakusha [superviviente del bombardeo nuclear]. Crecí asistiendo a la iglesia en Nagasaki, y desde niño escuché las enseñanzas de Jesús sobre el amor, como “Ámense los unos a los otros…”. Siempre quise vivir así.

Sin embargo, al salir al mundo me enfrenté a la realidad de una ciudad marcada por la bomba atómica, en parte porque crecí en uno de sus epicentros. Siempre fui consciente de esa contradicción: la brecha entre el mensaje de amor y la realidad que me rodeaba. Creo que esa disonancia alimenta mi impulso creativo.

Pienso que, independientemente de si ha escuchado las enseñanzas de Jesús o no, todo ser humano posee el deseo puro de amar y ser amado. Sin embargo, vivimos en un mundo que a menudo produce lo contrario. Esa contradicción es en buena parte mi motivación para crear y explorar la condición humana.

Por supuesto, como hibakusha de tercera generación y como católico, desde joven quise hacer una película sobre la bomba atómica en Nagasaki. Siempre pensé: “Algún día quiero hacer una película sobre la bomba atómica”. Finalmente, tuve la oportunidad hace unos dos años, cuando tenía 38 o 39 años. Había pensado que sería más tarde en la vida, pero la oportunidad llegó antes de lo esperado.

Sentí presión, pero más allá de eso, estaba genuinamente feliz de poder hacerla. En el pasado, en mis películas he tratado temas cristianos a mi manera, pero abordarlos tan directamente —especialmente en el mercado cinematográfico japonés— no es fácil. Aun así, con este proyecto sentí que debía hacerlo. Me alegró mucho poder hacer que un personaje católico fuera uno de los protagonistas principales.

Jumpei durante el rodaje de “Nagasaki: En la sombra del destello”

Mirando su trayectoria, llama la atención que estudió arquitectura en la Universidad de Tokio y luego cambió de rumbo para convertirse en director de cine. ¿Soñó con ser director desde niño?

No, en absoluto. Ingresé a la facultad de arquitectura en la Universidad de Tokio, pero al principio en realidad quería ser comediante. Mi primer objetivo era convertirme en comediante de stand-up. Mientras estaba en la universidad, incluso asistí a la escuela de comedia Yoshimoto. Pero no resultó bien.

Si eso hubiera funcionado, no estaría aquí hoy. En la Universidad de Tokio tenemos un sistema llamado shinfuri, en el que eliges tu especialidad antes del tercer año. Quería hacer algo creativo, así que elegí arquitectura. Me gustó, pero yo quería realizar mi sueño, así que alrededor del cuarto año ingresé ena la escuela Yoshimoto. Lo dejé después de aproximadamente un año y luego continué con estudios de posgrado.

En ese momento, la guerra en Afganistán estaba en curso, y un amigo mío —hoy periodista en Asahi Shimbun— me propuso dirigir una película independiente con un fuerte mensaje social. Me uní a una ONG y me hice responsable del lado creativo; esa fue mi primera experiencia dirigiendo una película.

Se proyectó en la ceremonia de mayoría de edad (成人式, Seijin-shiki) del distrito Suginami. Fue entonces cuando me di cuenta: tal vez tengo más aptitudes para dirigir películas que para la comedia. Ese fue el comienzo de mi camino en el cine.

Ha mencionado que sus películas siempre están conectadas con su fe. ¿Diría que, aunque el catolicismo no se presente explícitamente, sus filmes están profundamente ligados a sus creencias personales?

No sé hasta qué punto mi fe se refleja en mis películas, pero como vivo una vida de fe, naturalmente llevo mis luchas, dudas, miserias internas, y también mi alegría, al trabajo creativo. Al hacer una película, no puedo dejar de reflejar mi propia vida y mis valores.

Si no vinculo a mis personajes y temas con algo personal, no me siento capaz de hacer una película significativa y no puedo crear de manera auténtica.

Para mí, mi relación con Dios es la cosa más importante de mi vida. Así que si una película no incluye ese elemento, pierdo motivación. La mayoría de mis personajes no son personas de fe, pero, sean o no creyentes, intento capturar momentos en los que tocan algo trascendente. En este sentido, creo que mi vida espiritual se refleja claramente en mis películas.

“La mayoría de mis personajes no son personas de fe, pero intento capturar momentos en los que tocan algo trascendente”

¿Cómo maneja la financiación de sus películas? Sobre todo si desea hacer una gran producción, los obstáculos financieros pueden ser importantes.
Intento involucrarme en la recaudación de fondos cuando hago una película, pero no es fácil. Encontrar formas de obtener dinero es un desafío constante.

Dicho esto, no tengo intención de hacer películas sobre temas que no me conmuevan solo para conseguir financiación. No quiero sacrificar o ignorar lo que realmente deseo expresar solo por el éxito o por el beneficio comercial.

En los últimos años, ha habido un notable alejamiento de la lectura, con personas cada vez más inclinadas al contenido visual. Incluso vemos videos a doble o triple velocidad en lugar de tomarnos el tiempo de disfrutarlos. Este cambio también impacta en el cine.

Parece que eso se está convirtiendo en la norma. Creo que muchas personas se satisfacen con contenidos breves, cosas que se pueden consumir en 10 o 15 minutos durante un viaje en tren, por ejemplo. Los jóvenes hoy tienden a preferir la sobrecarga de información, y eso plantea desafíos reales para el cine.

Aun así, creo que debo mantenerme fiel a mi propia manera de hacer cine: mi estilo y enfoque, independientemente de las tendencias generales.

Su más reciente película se inspira en los testimonios de las enfermeras de la Cruz Roja que atendieron a los supervivientes del bombardeo atómico de Nagazaki.

¿Ya tiene un plan para su próxima película?
Sí, definitivamente. Tengo varios proyectos en marcha. El que siento más urgente en este momento trata sobre el tema del aborto. Algunos aspectos ya están tomando forma, pero la financiación aún no se ha concretado.

Le deseamos que esta película de ahora tenga éxito.
Gracias. Si tiene éxito, será mucho más fácil conseguir financiación para la siguiente.

El mensaje central de san Josemaría es la santificación del trabajo ¿Cómo ha influido esta idea en su labor como director de cine?
Trato de tomar mis experiencias —mis luchas internas, dudas, descubrimientos, proyectos—y volcarlas en el proceso creativo del cine. Intento, en lo posible, poner todo mi ser en el trabajo.

Al final, a menudo siento que no soy yo quien impulsa la película, sino que la película me impulsa a mí. Esa es la relación que tengo con mi obra; y, a través de ella, espero ofrecer tanto la película como mi vida a Dios.

Por supuesto, todavía soy un principiante en todo esto, pero intento seguir con ese espíritu cada día.

Fujie fue una estudiante de enfermería que participó en las labores de socorro en Nagasaki y cuya historia inspiró la película.


La realización cinematográfica no es un trabajo en solitario. Es un proceso colaborativo con muchos profesionales diferentes. En ese contexto, ¿cómo aborda su rol como testigo de fe?

Cuando trabajas sobre temas de la religión católica, a menudo el equipo no sabe casi nada sobre la fe.

En esta película hay escenas ambientadas en iglesias, y tuve que explicar la presencia de Cristo en la Eucaristía en el Sagrario. La mayoría del personal no tenía ni idea al respecto. Hay desafíos, pero mientras responda sinceramente como director, la información se transmite como algo interesante y valioso para ellos.

Actualmente estoy en la promoción de la película, así que en las entrevistas hablo sobre mi fe. Muchos lo reciben con interés genuino e incluso hacen preguntas más profundas. Espero que estas ocasiones puedan ser como pequeños actos de apostolado.

Lo mismo ocurre con los actores. A los que interpretan personajes creyentes les di un rosario y les dije que tenían que ir a Misa para entender algo más. Les dije: “Si nunca han ido a Misa, no podrán interpretar este papel de manera auténtica. Por favor, vayan”. En Tokio, la iglesia de San Ignacio en Yotsuya es la más accesible, así que me aseguré de que supieran cómo llegar.

Por último, ¿podría compartir unas palabras sobre el tema musical, Kusunoki?
Kusunoki es una canción inspirada en el árbol de alcanfor bombardeado en el Santuario Sanno. Está escrita desde la perspectiva de ese árbol sobreviviente. Me encantó desde la primera vez que la oí.

Cuando le pedí al compositor, Masaharu Fukuyama, permiso para usarla en la película, me sugirió algo inesperado: propuso que, en vez de cantarla él, la interpretaran los tres personajes principales. Y eso hicimos.