“El trabajo tuyo debe ser oración”
Antes de empezar a trabajar, pon sobre tu mesa o junto a los útiles de tu labor, un crucifijo. De cuando en cuando, échale una mirada... Cuando llegue la fatiga, los ojos se te irán hacia Jesús, y hallarás nueva fuerza para proseguir en tu empeño. Porque ese crucifijo es más que el retrato de una persona querida –los padres, los hijos, la mujer, la novia...–; Él es todo: tu Padre, tu Hermano, tu Amigo, tu Dios, y el Amor de tus amores. (Via Crucis, Estación XI. n. 5)
Suelo decir con frecuencia que, en estos ratos de conversación con Jesús, que nos ve y nos escucha desde el Sagrario, no podemos caer en una oración impersonal; y comento que, para meditar de modo que se instaure enseguida un diálogo con el Señor -no se precisa el ruido de palabras-, hemos de salir del anonimato, ponernos en su presencia tal como somos, sin emboscarnos en la muchedumbre que llena …