Guadalupe Ortiz de Landázuri amaba su profesión, la Química. A lo largo de su vida, el entusiasmo por su profesión no decayó, aunque durante algunos períodos no pudo dedicarse a ella o tuvo que hacerla compatible con otras tareas. En los últimos años, sin embargo, obtuvo el doctorado en Química y la plaza como profesora en un instituto prestigioso de Madrid, el Ramiro de Maeztu, además de dar clase en otros centros de investigación.
Ahorala Iglesia nos propone a Guadalupe como modelo de santidad, porque su ejemplo puede ayudar a los cristianos de hoy en día a conocer cómo es Dios, y a querer identificarse con Él hasta vivir para siempre junto a Él en el Cielo.
Aprovechando esta pasión de Guadalupe por la Química, queremos descubrir sus fórmulas para resolver algunos problemas de nuestro tiempo: la inquietud y el miedo, la falta de tiempo, el stress, el egoísmo, la tristeza. Dejaremos que los mismos escritos de Guadalupe, en su mayoría cartas a distintas personas, y el testimonio de las personas que la conocieron, nos muestren la fórmula de la alegría, de la amistad, de la confianza, etc.