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Introducción 

Fidelidad. Una palabra que podría aparecer, a primera vista, como en tensión entre dos polos. Porque, por un lado, es evidente que ningún proyecto grande —como el de la propia vida— puede existir sin la capacidad de mantener una dirección en el tiempo. Pero, por otro, la palabra misma podría evocar en nosotros, quizá a causa de un cierto equívoco sobre su verdadero sentido, una idea difusa de inmovilismo o rigidez: como un blindaje ante las novedades que siempre trae consigo la vida.

Jesús resuelve esta tensión en una de las parábolas del Evangelio, al llamar «bueno y fiel» a cada uno de los siervos que, al recibir un dinero de su jefe que se iba de viaje, no lo esconden por miedo, sino que deciden correr el riesgo de salir a negociar con él (cfr. Mt 25,14–30). Efectivamente, estos siervos consiguen amasar cierta fortuna, aunque al final de la parábola vemos que al Señor le importan poco los números. La fidelidad que alaba en ellos ha tomado lo mejor de esos dos polos: los siervos han llevado a cabo un proyecto en el tiempo, sin rehuir el vértigo de la historia, invirtiendo lo recibido en la propia felicidad y en la felicidad de los demás.

A la luz de la carta pastoral del prelado del Opus Dei sobre la fidelidad del 19 de marzo de 2022, estas páginas abordan algunos ámbitos de esta disposición del corazón: empezando por una perspectiva filosófico–teológica, y pasando por el sentido del término en la Biblia, nos llegamos hasta algunos aspectos del despliegue de la vida personal e institucional a lo largo de la historia. 

El breve recorrido por los cinco capítulos que conforman este libro quiere transmitir la convicción de que vivir la fidelidad, en palabras que san Josemaría solía repetir, «vale la pena». De ahí el título que reúne estas reflexiones. Ser fieles vale la pena, también porque vale todas las alegrías del camino.

Índice

1. Una fuerza que conquista el tiempo. La fidelidad es la virtud que surge en medio de las relaciones entre personas –y por eso también con Dios– cuando una confía en el amor de la otra.

2. Bendito quien confía en el Señor. La Sagrada Escritura no nos da una respuesta teórica sobre la fidelidad, sino que nos indica quién es fiel.

3. Para hacer del tiempo un aliado. Cuando experimentamos el paso del tiempo nos damos cuenta de la posibilidad de ser fieles y, por tanto, cada vez más felices. Pero parte importante de este desafío, en nuestros días, es buscar constantemente a Dios y formar nuestra afectividad.

4. De generación en generación. Con el avance de los años y de las generaciones, la familia del Opus Dei está llamada a ser fiel al regalo que Dios hizo al mundo el 2 de octubre de 1928, un carisma «viejo como el Evangelio, y como el Evangelio nuevo».

5. En su pureza original, en su novedad radiante. El Señor prometió que el Espíritu Santo acompañaría a su Iglesia para que fuera fiel, es decir, atenta a transmitir lo recibido en un diálogo permanente con cada época. Ese es también el modo en que el Opus Dei camina a lo largo de la historia.