— Padre, dentro del Opus Dei ¿existe el dinamismo necesario para que, en el futuro, siga llenando las necesidades de los hombres?
— Hijo mío, aquí no hay más que una cosa: querer cumplir la voluntad de Dios, a través de nuestro trabajo ordinario.
Y los hombres trabajarán. Es un mandato de Dios. Antes de la caída, nos dice el Génesis, que el hombre había sido creado ut operaretur, para que trabajara; y la Obra viene a hacer del trabajo una oración, a santificar el trabajo, a que nos santifiquemos con el trabajo, a que santifiquemos a los demás con el trabajo.
Si somos humildes, y no nos salimos de nuestro fin, y somos contemplativos en la calle, y en la plaza, y en el taller, y en la universidad, y en el campo, y en el hogar doméstico… Todo andará bien.