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La oración es un impulso, es una invocación que va más allá de nosotros mismos: algo que nace en lo más profundo de nuestra persona y llega, porque siente la nostalgia de un encuentro. Esa nostalgia, que es (...) más que una necesidad: es un camino. La oración es la voz de un “yo” que va a tientas, que procede a tientas, en busca de un “tú”. El encuentro entre el “yo” y el “tú” no se puede hacer con calculadoras: es un encuentro humano y muchas veces procedemos a tientas para encontrar el “tú” que mi “yo” está buscando.
Este libro recoge doce contribuciones de otros tantos autores, que forman un itinerario para caminar junto a Jesús y llegar a contemplar a Dios en nuestra vida ordinaria. Su objetivo es facilitar ese encuentro con quien nos ama desde la eternidad, para que transforme nuestras vidas y nos permita dar un fruto que, aunque se encuentra fuera de nuestro alcance, está hecho a la medida de nuestro corazón.
La oración es un don que Dios quiere entregarnos a todos. De cada uno de nosotros depende tan solo remover los obstáculos que nos impiden acogerlo con los brazos abiertos. Ojalá estos textos, escritos desde la aspiración a rezar más y mejor, nos ayuden a anhelar, a pedir y a cultivar esa relación que transformará nuestras vidas en lo que Dios ha soñado para ellas.
El editor del libro es Rubén Herce Sacerdote. Trabaja con universitarios desde hace más de una década. Es subdirector del Instituto Core Curriculum y del grupo Ciencia, Razón y Fe (CRYF) de la Universidad de Navarra y también codirige la revista Scientia et Fides.
1. Robar el corazón a Cristo. Tantas personas, tantas formas de rezar.
El buen ladrón con una palabra robó el corazón a Cristo y abrió las puertas del Cielo. Así es la oración: una palabra que roba el corazón a Jesús y nos permite vivir, desde ese momento, junto a Él.
2. De labios de Jesús. Orar desde la palabra de Dios.
En este segundo editorial de la serie se considera la iniciativa de Dios en la oración, que acude al encuentro del hombre y educa su corazón para que pueda entrar en relación con Él y descubra su condición de hijo amado de Dios.
3. En compañía de los santos. Maestros y compañeros de oración.
Para aprender a orar pueden servirnos de ayuda aquellos hombres y mujeres que lo hicieron durante su vida: los santos. De manera especial, santa María.
4. Cuando sabemos ponernos a la escucha. El silencio interior.
La vida de Moisés nos enseña que, para cumplir la misión a la que estamos llamados, necesitamos ser transformados por el Espíritu Santo a través de la escucha de Dios en el diálogo filial con Él.
5. Cómo nos habla Dios. Algunas pistas para descubrir su lenguaje.
El lenguaje de la oración es misterioso: no podemos controlarlo pero, poco a poco, experimentamos que cambia nuestro corazón.
5. (b) Un lenguaje más poderoso.
Dios habla en voz baja, pero constantemente; en la Sagrada Escritura -especialmente en los Evangelios- y también a través de nuestro interior.
6. Buscando la conexión. La oración a cámara lenta.
Las palabras que utilizaba san Josemaría al iniciar o terminar su oración pueden también servirnos de guía para la nuestra.
7. En el tiempo oportuno. La oración que hace memoria.
Dios nos hace experimentar nuestra oración de la manera que más nos conviene en cada momento. Santa Isabel es un testimonio de cómo la paciencia y la constancia se transforman en una plena alegría.
8. No temas, que yo estoy contigo. Las dificultades en la oración.
A lo largo de nuestra vida de oración también aparecerán dificultades o dudas. Hay muchas razones para pensar que en esos momentos Dios está especialmente cerca.
9. Jesús está muy cerca. De la oración a la vida, y de la vida a la oración.
San Josemaría hablaba de un "quid divinum" -algo divino- que podemos descubrir a nuestro alrededor y en las cosas que hacemos. Entonces, se nos abre una nueva dimensión en la que compartimos todo con Dios.
10. Sois una carta de Cristo. Una amistad que nos transforma.
La relación con Dios en nuestra oración está íntimamente unida a todas nuestras acciones en la vida cotidiana. Lo señaló Jesús en su predicación y lo recordaba siempre san Josemaría.
11. Almas de oración litúrgica. Orando con toda la iglesia.
Algunas consideraciones de san Josemaría que nos puede ayudar a unirnos más a Dios y a la Iglesia en las distintas acciones litúrgicas.
12. No se discurre, ¡se mira! La oración contemplativa.
La oración contemplativa desarrolla una nueva manera de mirar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Es un don que satisface nuestro deseo natural de unirnos a Dios en las circunstancias más diversas.