Evangelio del lunes: los juicios temerarios

Comentario del lunes de la 12.ª semana del tiempo ordinario. “No juzguéis para no ser juzgados.” Si nos salvamos, se debe a la misericordia de Cristo con nosotros. Vivamos la misericordia con todos.

Evangelio (Mt 7,1-5)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ‘No juzguéis para no ser juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en el tuyo? O ¿cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que saque la mota de tu ojo’, cuando tú tienes una viga en el tuyo? Hipócrita: saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad cómo sacar la mota del ojo de tu hermano.’


Comentario

Jesús instruye a sus discípulos para que sean misericordiosos en los juicios que emitan sobre los demás. Esto es central en el cristianismo mismo. Cualquiera que sea la ofensa que haya cometido el prójimo, el discípulo debe su salvación a Nuestro Señor, ante cuyo tribunal todos deben comparecer y rendir cuentas. Esta salvación se debe a su extraordinaria misericordia, como atestiguan sus palabras en la Cruz: “perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).

Toda esa misericordia está disponible; pero ¿cómo podemos esperar que se aplique a nosotros si no aprendemos la lección y practicamos nosotros mismos la misericordia? Por lo tanto, nunca debemos condenar al prójimo. El discípulo debe ser muy positivo con respecto a los demás, y tener el corazón para perdonar las faltas, ya sean reales o percibidas.

Es posible que Jesús se dirigiera especialmente a los fariseos cuando hablaba de la persona con una viga en el ojo que juzga injustamente a los que son menos afortunados que él; sin embargo, la enseñanza en sí tiene una aplicación universal. La misericordia evita muchos males; va directamente contra nuestra dureza de corazón, que es el orgullo en su máxima expresión, y nos atrinchera contra la acción del Espíritu Santo.

Los juicios que emitimos son el desbordamiento de nuestros pensamientos invisibles, y de ahí que San Josemaría escriba: “No admitas un mal pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para juzgar así razonablemente” (San Josemaría Escrivá, Camino 442).

La misericordia es uno de los temas más constantes de la predicación de Nuestro Señor, y Él la practicó a través de sus interacciones con personas de todo tipo, incluso con aquellas que la Ley señalaba como pecadores. Se acercó a las “periferias”, palabra utilizada por el Papa Francisco para describir a los que no están en buen lugar y necesitan ayuda. Por eso, siguiendo el ejemplo de Jesús, el cristiano debe saber amar a todo tipo de personas, perdonarlas y perseverar con ellas. Este es el camino de la caridad, que como dice San Pablo, “es paciente, la caridad es amable... todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Cor 13,4 y 7).

Andrew Soane // Photo: Steve johnson - Unsplash