Una amiga en la enfermedad

En el décimo aniversario del fallecimiento de Lilly, supernumeraria del Opus Dei, una de sus amigas cuenta cómo influyó esa amistad en su vida.

Conocí a Lilly por primera vez cuando ella estaba en Escuela Superior (Highschool) y estudiaba con mi hermana mayor.

Pasaron los años, y nos reencontramos el primer día de clases de mis hijos. Ese día lo recuerdo como ahora. Me sentía con mucha ansiedad porque iba a dejar a mis “bebés” en la escuela. Saliendo de la escuela la vi y fui a donde ella. Nos dimos un abrazo y me dejó saber que había escogido tremendo colegio para mis hijos a nivel intelectual y espiritual. Sus palabras fueron muy importantes para mí: me dieron la tranquilidad y seguridad que necesitaba.

Semanas después me la encontré a la salida del colegio buscando a los niños y ella se acercó para invitarme a un grupo llamado Meninas que ella tenía para darles formación espiritual y ayudar a crecer en virtudes a las niñas y a sus mamás de forma muy divertida. Empecé a asistir a su casa todos los viernes. Les cuento que a mi hija le encantaba ir y yo salía llena de nuevas herramientas para poder acercarme a Dios.

Un viernes en Meninas

Después de un año y medio a mi querida amiga Lilly le diagnosticaron cáncer.

Me dio una llamada para decirme que había ido al médico por un dolor en el abdomen que al parecer no era bueno, pero su fe era tan grande que ella estaba segura que Dios la iba a ayudar en el proceso. Me pidió ayuda con el grupo de niñas de Meninas. Me comentó que llamaría a otra mamá para que ayudara con las charlas y yo con las actividades mientras ella se sometía a los tratamientos. La realidad es que yo no podía ni hablar pero me llamó mucho la atención la tranquilidad con que me contó todo.

Me habló con una serenidad que me calmó y me hizo ver las cosas de otra forma, viendo la mano de Dios
en todo

Meses después me diagnosticaron cáncer de seno. Al enterarse de mi situación, Lilly me llamó rápido. Les confieso que no tengo idea de cómo ella sabía que estaba en mal momento. Me habló con una serenidad que me calmó y me hizo ver las cosas de otra forma, viendo la mano de Dios en todo.

Con todas sus cosas, sacaba tiempo para llamarme y dejarme saber todo lo que había aprendido de esta enfermedad. Cuando me operaron ella estaba fuera de Puerto Rico, en un momento difícil de su enfermedad ya que sus pronósticos no eran alentadores pero ella me llamaba para darme ánimo y dejarme saber que Dios estaba en control de todo.

Pocas semanas antes de la muerte de Lilly, fui a su casa y no tengo palabras para describir el rostro de paz que ella tenía. Lilly era la persona más desprendida que yo he conocido. Me preguntaba por mí y mi familia. Ella estaba clara que Dios iba a hacer lo mejor para ella e iba a cuidar de su familia.

Lilly fue una persona que dejó huella en todas las personas que la conocimos. En su corazón solo tenía sentimientos buenos y nobles hacia los demás. Veía la oportunidad de ayudar a las personas que conocía y trataba de ayudarte a sacar lo mejor de tu corazón.

Transmitía paz y sus consejos estaban a otro nivel

Sin duda fue un instrumento de Dios en mi vida en momentos de ansiedad y tristeza. Me ayudó a darme cuenta de lo cerca que está Dios de sus hijos y que siempre está buscando la forma de ayudarnos y acompañarnos.

Lilly era una persona de un gran nivel espiritual. Una de sus ilusiones era predicar con sus actos la palabra de Dios y acercarnos a Él. Transmitía paz y sus consejos estaban a otro nivel.

Un gran ejemplo, madre de 10 hijos y profesional, que vivió a plenitud el servicio a Dios y a los demás.

Lilly con su esposo e hijos

Adjuntamos el siguiente video sobre su vida: Lilly, la plenitud del darse (subtítulos en inglés y español).