Proyecto educativo en un barrio marginal de Montevideo

Carestía, indigencia y miseria es lo que encontró un grupo de estudiantes de Montevideo cuando en 1995 iniciaron unos cursos de catequesis en el barrio de Casavalle. Al contacto con aquella situación, maduraron la idea de poner en marcha un proyecto social que ayudara a paliarla. Dos años más tarde se consiguieron un terreno y un local: nacía así en Uruguay el Centro Educativo Los Pinos.

Los niños acuden a Los Pinos por la tarde y, además de realizar la tareas escolares, reciben clases de inglés, computación y manualidades.

Los Pinos se encuentra en un barrio que, además de unas duras condiciones de vida, registra un alto índice de desintegración familiar. Es frecuente que la única "cabeza del hogar” sea la madre, cuyos ingresos generalmente apenas bastan para garantizar la supervivencia de la familia, a veces en condiciones de extrema marginalidad. De hecho el 32% de los niños no cuentan con una referencia paterna en su hogar. Por eso Los Pinos decidió centrar su actividad en niños y adolescentes, a los que ofrece la posibilidad de completar la formación escolar. Se trata de conseguir que aprovechen de modo productivo el tiempo y de evitar que niños y muchachos terminen en la calle, donde todo delito tiene su asiento.

Luis San Martín, uno de los promotores de esta iniciativa, cuenta los comienzos: "en marzo de 1997 acudimos al propietario de un terreno de 6 hectáreas en el barrio Casavalle, para pedírselo prestado con el fin de usarlo en un programa social con niños de ese barrio.

Con motivo del centenario del nacimiento de san Josemaría, el 16 de septiembre se inauguró un nuevo edificio gracias a la colaboración de una ONG alemana.

Después de varios meses de negociaciones, decidimos solicitarle que lo donara. La entrevista quedó fijada para el 26 de junio -aniversario de la marcha al cielo del fundador del Opus Dei, cuyo espíritu queremos materializar en la educación que impartimos- y duró pocos minutos. El proprietario, que no es cristiano, fue muy generoso. Apenas se lo propusimos, accedió a donarlo”.

Los niños asisten por la mañana a sus respectivas escuelas y por la tarde, en Los Pinos, cumplen las tareas escolares. Realizan también otras actividades que ayudan al desarrollo de la personalidad. La clave está en llenar el tiempo de actividades educativas y productivas compatibles con el buen desempeño escolar. Hacen deporte, sobre todo fútbol. Reciben clases de inglés, computación, y manualidades. Por último aprenden también a cultivar una huerta. Algunos almuerzan en el centro y todos meriendan antes de regresar a sus casas. "A lo largo de la jornada —afirma Pablo Bartol, director del centro educativo- adquieren nuevos conocimientos y tienen la tarde ocupada para evitar la situación de la calle, que los expone a la delicuencia y a la violencia".

Inauguración de un nuevo edificio

El nuevo edificio cuenta con 8 aulas-taller, oficinas y una amplia biblioteca.

Las promotores de Los Pinos quisieron impulsar, con ocasión del centenario del nacimiento de san Josemaría, la construcción de un nuevo edificio que les permitiera llegar a más gente. Después de tres años de continuo crecimiento, el antiguo local se quedó pequeño y fue necesario realizar una primera ampliación en el año 2000. No bastó, porque, aunque se consiguió dar plaza a 90 niños, las solicitudes de los padres duplicaron ese número. En junio de 2001 se firmó un convenio con la Rhein-Donau Stiftung, una ONG alemana. La ayuda de esta fundación ha permitido inaugurar, el 16 de septiembre de 2002, un nuevo edificio que consta de 8 aulas-taller, oficinas y una amplia biblioteca. Además Los Pinos ofrece cursos de refrigeración, mantenimiento industral y telemática a muchachos de entre 14 y 17 años. Ya comenzaron 25 alumnos, y en un periodo de tres años se prevé llegar a 200.