Misa de acción de gracias en Roma por la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri

La Basílica de San Eugenio de Roma ha acogido esta tarde una misa de acción de gracias presidida por mons. Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei, en la que han participado numerosas familias romanas y muchas otras personas de numerosos países que asistieron el pasado sábado 18 de mayo a la ceremonia de beatificación de la química española Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975).

Mons. Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei.

Álbum de fotos en Flickr.

Al mirar la vida de Guadalupe –señaló mons. Ocáriz– resalta especialmente su alegría: “Se trataba de una alegría profunda, no superficial, que generaba serenidad en los momentos difíciles, que le permitía ser amable con personas muy diversas, que era compatible tanto con el trabajo intenso como con el descanso”.

La alegría de Guadalupe se fundamentaba –explicó el Prelado– en la unión con Jesucristo, que le llevaba a olvidarse de sí misma, procurando comprender a cada persona, para ayudarla mejor, buscando el trabajo menos agradable para facilitar el de los demás.

El prelado subrayó también que “estos días, que hemos vivido al ritmo de la beatificación de Guadalupe, nos recuerdan una vez más que la santidad -a la que el amor de Dios nos llama- es para todos una posibilidad real. El camino hacia esa meta, con la fuerza del Espíritu Santo que nos identifica con Jesucristo, se recorre en servicio a los demás”.

Papa Francisco se ha referido a la nueva beata Guadalupe Ortiz de Landázuri dos veces en los días pasados, tanto en una carta que se leyó en la ceremonia de beatificación de Madrid, como con motivo del rezo del Regina Coeli en la Plaza de San Pedro, señalando que “su testimonio es un ejemplo para las mujeres cristianas comprometidas en actividades sociales y en la investigación científica”.

100 becas para científicas africanas

El comité organizador de esta beatificación ha querido imprimir a esta ceremonia un carácter solidario: a través de la ONG Harambee, costeará becas de movilidad, gracias a los donativos de los asistentes a las diferentes ceremonias, para que, durante la próxima década, cien científicas africanas puedan mejorar su formación profesional en países europeos y mejorar sus condiciones para liderar el progreso social desde sus propios países de origen.