Un tren a la desesperada

Tenía que tomar un tren a las 13.05 y venía en el metro sabiendo que iba a ser imposible. Se lo pedí con mucha fuerza a Isidoro pero al llegar al andén me dijeron que no me dejaban pasar...

Tenía que tomar un tren a las 13.05 y venía en el metro sabiendo que iba a ser imposible. Se lo pedí con mucha fuerza a Isidoro diciéndole que contaba con que no me iba a fallar y que era consciente de que pedía un milagro.

Al llegar al andén me dijeron que no me dejaban pasar, porque ya había cerrado el interventor a pesar de que el tren estaba aún allí. Les expuse los motivos serios por los que no podía perderlo, pero tanto la empleada del check in como los guardias de seguridad no me dejaron pasar, a pesar de mi fuerte insistencia y de mis serios argumentos. Les pedía que se pusiesen en contacto con el interventor que estaba dentro del tren o que me dejasen acercarme a una ventanilla por si lo veía y le pedía que me abriese, pero de ninguna manera accedieron.

Me callé y concentrándome le volví a decir a Isidoro que confiaba ciegamente en él. En ese momento se abrió una puerta del tren y salió el interventor

Entonces me callé y concentrándome le volví a decir a Isidoro que confiaba ciegamente en él. En ese momento se abrió una puerta del tren y salió el interventor. Al verlo de lejos le agité los brazos y me hizo señas para que subiese. Los de seguridad se quedaron atónitos. Todavía me esperó a que los de seguridad encendiesen la máquina de control de seguridad de equipajes y a que la empleada del check in me hiciese volver atrás para enseñarle el billete.

Una vez en el tren, además de dar gracias a Isidoro, le pregunté al interventor por qué había salido del tren y me dijo que el maquinista había dicho que una puerta daba señal de no cerrada. Isidoro trabajó en los ferrocarriles españoles, seguro que fue una treta suya. Creo que es muy clara su intervención.

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