Un hombre sin fronteras

Un sucinto repaso a algunas de las obras sociales y educativas que impulsó monseñor Álvaro del Portillo, ayuda a entender por qué gente de tantos países acudió a su beatificación en septiembre pasado. Los beneficios tangibles a personas y familias concretas se cuentan por muchos millares, a los que seguramente superan los intangibles.

La importancia que don Álvaro del Portillo tenía y tiene en el mundo no se puede medir, pero quedó muy en claro en su beatificación, el pasado 27 de septiembre en Madrid. La vida y obra de una persona que se entregó a los demás, que traspasó límites y fronteras en busca de dar lo mejor a los que menos tienen.

De acuerdo a cifras que proporcionó el comité organizador, al evento asistieron más de 200 mil personas de 79 países de los cinco continentes. El valor de las acciones del ahora beato se ve reflejado en eso. Pero más que de números, se trata de entender por qué tantas personas viajaron para presenciar la beatificación.

Desde días antes, miles de creyentes llegaban al Aeropuerto Internacional de Barajas, ya allí se podía prever que muchos acudirían al acto. Sacerdotes, fieles, niños y ancianos, con diferentes pasaportes, pero bajo la misma bandera de la fe.

En el recinto de Valdebebas, donde tuvo lugar el acto, se veían banderas de muchos países del mundo. Sorprendían algunas, como las de Cuba, Emiratos Árabes Unidos, China o Irán, países donde la religión católica es minoría y en ocasiones, mal vista. Nada fue impedimento para que miles de personas se entendieran bajo un mismo idioma universal, ante la figura de Álvaro del Portillo.

Asombra el caso de Filipinas, que después de España, Portugal, Estados Unidos y México, aportó el grupo más numeroso. Suena extraño que de un lugar tan lejano acudieran tantos, pero se entiende cuando el dato se contrasta con las más de 50 mil personas del país asiático que han sido beneficiadas y atendidas en los programas educativos del Developmental Advocacy for Women Volunteerism (DAWV) en Manila. Una iniciativa promovida por Álvaro del Portillo que comenzó en 1989, para impulsar la conciencia social de quienes poseen suficientes recursos económicos, e incitarlos a ayudar a los más necesitados no sólo con medios materiales, también con educación y orientación.

En 1987, Álvaro del Portillo visitó Filipinas y ante diversas audiencias pidió que ayudaran a reducir la brecha entre ricos y pobres. «Mis hijas y mis hijos, he visto una enorme riqueza y una enorme pobreza», expresó, al tiempo de dejar un mensaje que quedó grabado en miles de personas: «Los filipinos son un milagro de Dios».

Sus palabras trascendieron y tuvieron tal efecto que el DAWV se convirtió en un programa del gobierno1 y un ejemplo a seguir en otros países de la región del Pacífico asiático.

ÁFRICA Y EL IMPULSO A UN CONTINENTE

Ver también personas y banderas de países africanos como Nigeria, Costa de Marfil, Kenia o la República Democrática del Congo fue un hecho sorprendente para muchos. Pero ellos no dudaron en asistir a la beatificación después de todo lo que don Álvaro del Portillo hizo en sus países.

La Fundación Harambee es el más claro ejemplo de lo que significaba África para Álvaro del Portillo. Junto con san Josemaría, promovió iniciativas de educación, proyectos de desarrollo y actividades de comunicación y sensibilización en el resto del mundo.

San Josemaría Escrivá de Balaguer dijo en vida que hay dos aspectos de la sociedad humana en los que se juega el futuro de un pueblo: la familia y la educación.2 ¿Y dónde, sino en la escuela convergen naturalmente la familia y la educación para sentar las bases del futuro? Así nació la Fundación Harambee, impulsada por Álvaro del Portillo en la víspera de la canonización de san Josemaría. África fue muy importante para Álvaro del Portillo y él es importante para África.

Más de un millón de personas han sido atendidas desde 1991, en el Hospital Monkole de Kinshasa, República Democrática del Congo, un centro médico que ofrece servicios sanitarios y hospitalización y además, promueve la educación sanitaria especialmente en relación con el VIH/SIDA, el paludismo y la tuberculosis. Es una obra corporativa del Opus Dei que nació del empeño de un grupo de jóvenes médicos congoleños animados por las palabras de Álvaro del Portillo, en una visita que hizo al país en 1989.3

Nigeria es uno de los países que se benefició con más iniciativas de Álvaro del Portillo: centros educativos como la Universidad Panatlántica, la Escuela de Negocios de Lagos, el Iroto Rural Development Centre y el Wavecrest College of Catering and Hospitality Management. Instituciones educativas dirigidas a diferentes nichos, pero bajo la misma premisa y con la inspiración cristiana del Opus Dei como respaldo.

En Nigeria también impulsó dos hospitales, el Niger Foundation Hospital and Diagnostic Centre, que ofrece programas de consultas gratuitas a personas con bajos recursos y el Abidagba Health Center, centro de salud enfocado en los niños, donde se tratan casos de malaria, tifoidea y enfermedades infecciosas.

LA FUERZA DE LATINOAMÉRICA

Por sus similitudes y vínculos con España, fue común ver a miles de peregrinos provenientes de todos los rincones de Latinoamérica. Desde México hasta Argentina, pasando por Centroamérica y algunos países del Caribe. Los españoles trajeron la religión católica a América; lo que significa don Álvaro del Portillo para estas naciones se vio reflejado en la asistencia a su beatificación.

Ya hablamos de la importancia de don Álvaro en África y Asia, América no es la excepción. Gracias a los vínculos del idioma y tradiciones que se comparten entre las naciones, su aportación social y espiritual fue mayor en el occidente del planeta.

Nos dan una idea las 24 mil personas que atiende cada año la Fundación de Ayuda Familiar y Comunitaria de Ecuador, institución privada, sin ánimo de lucro, guiada por principios cristianos, que brinda atención médica de alta calidad a bajo costo a familias de escasos recursos, sin discriminación de religión o raza. Nació en 1991, como un pequeño dispensario en una zona popular de Quito, en respuesta a la llamada de Álvaro del Portillo a ayudar a los que sufren, a los enfermos y necesitados.

Hasta Chile llegó la intercesión de Álvaro del Portillo. El milagro que el niño José Ignacio Ureta Wilson recibió a los pocos días de nacido, fue el paso que permitió la beatificación. Su vida y obra se convirtió en luz y esperanza para muchos.

En Centroamérica, pocos meses después del terremoto que devastó Guatemala en 1976, con el impulso de don Álvaro, surgió la Fundación para el Desarrollo Integral (FUDI), que asumió el trabajo de reconstrucción de Sajcavillá, población de mayoría indígena en el departamento de Sacatepéquez. A inicios de los años noventa, la FUDI promovió la creación de Utz Samaj, labor de ayuda al desarrollo comunitario, cuya finalidad es formar al trabajador rural en aspectos técnicos, empresariales y humanos.

Además de cientos de guatemaltecos en la beatificación, una persona de ese país donó una inmensa cantidad de flores para la misa. Indígenas chapines asistieron ataviados con los trajes típicos de la región. El recuerdo de don Álvaro quedó inmortalizado para ellos.

El Salvador también recibió un fuerte impulso del ahora beato. El Colegio Lamatepec surgió en 1981. Monseñor del Portillo siguió muy de cerca su puesta en marcha y sus primeros años, debido a la guerra civil que en aquellos años asolaba la nación. Unas palabras de don Álvaro, durante un encuentro en Roma, con un matrimonio del grupo promotor de ese colegio, sirvieron de ánimo e impulso a todos en esos difíciles tiempos: «Si os preocupáis de los hijos de los demás, Dios se va a ocupar de los vuestros». 4

En México, además del impulso para el desarrollo y crecimiento de la Universidad Panamericana con sus tres campi y el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE), don Álvaro del Portillo fomentó a un grupo de profesionales y empresarios para realizar una labor social de envergadura en la ciudad de México. Seis personas asumieron esta responsabilidad y, en 1991, iniciaron una escuela para niños y otra para niñas en la zona más pobre de la periferia. La llamaron Educar AC porque intenta hacer frente a uno de los problemas más importantes del país: educación de calidad en zonas de escasos recursos económicos. Algo similar ocurrió en un barrio periférico y pobre de Guadalajara con la fundación del colegio Jarales, del que han egresado muchos miles de jóvenes.

Después de España, México fue el país de habla hispana que más visitantes aportó a la beatificación. A Álvaro del Portillo lo unía un vínculo especial, puesto que su madre nació en Cuernavaca y desde pequeño le fomentó amor y gusto por las tradiciones mexicanas.

Viajaron miles de mexicanos que representaban a escuelas, universidades e instituciones que don Álvaro fomentó en el país. Lo ven como una imagen importante y un ejemplo a seguir.

UN HOMBRE QUE ROMPIÓ FRONTERAS

Del 28 de abril al 11 de octubre, se presentó en España la exposición itinerante «Un santo en datos» que, a través de vistosas infografías, mostraba las principales acciones sociales que impulsó don Álvaro del Portillo. Durante su parada en Madrid, en los días de la beatificación, la exposición abrió un espacio para que los visitantes dejaran un mensaje de petición o agradecimiento.

Mediante listones y separadores de libro con las letras del nombre de Álvaro, miles de personas dejaron su mensaje. Peticiones en todos los idiomas se dejaron ver. Desde la paz en medio oriente, hasta agradecimientos por milagros y favores que por intercesión de don Álvaro, Dios concedió a algunos creyentes. Todo se congregó en un hermoso mosaico de gratitud.

Álvaro del Portillo rompió y trascendió las fronteras. No sólo en vida, ahora como beato, su imagen es más fuerte que nunca. Su nombre es universal, se escribe en español y se pronuncia en múltiples idiomas del mundo.

Los momentos que se vivieron en Madrid fueron únicos. El recuerdo de presenciar una beatificación va más allá de ser testigos de un evento. Quienes se congregaron en Valdebebas, lo hicieron con la intención de mostrar su agradecimiento y admiración a un hombre que nació santo.

El mundo reconoce a Álvaro del Portillo por todo lo que hizo en vida. Su obra debe ser considerada como una de las más entregadas a la sociedad en los últimos tiempos. No se limitó a ver por una comunidad o un país, fue mucho más allá, hasta donde su mente y su corazón no lo imaginaban. Un hombre del mundo, un hombre de fe.

Notas finales

1 https://www.pcw.gov.ph/organization/developmental-a... (Consultada el 28 de octubre de 2014).

2 https://www.harambee.es/que-es-harambee/que-signifi... (Consultada el 28 de octubre de 2014).

3 https://opusdei.org/es-bo/article/varias-iniciat... (Consultada el 28 de octubre de 2014).

4 https://opusdei.org/es-bo/article/varias-iniciat... (Consultada el 28 de octubre de 2014).

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Vito García

Istmo