1. Primeras palabras de San Juan Pablo II como Sumo Pontífice
Queridos hermanos y hermanas, todos estamos aún entristecidos por la muerte del querido Papa Juan Pablo I. Y ahora los eminentísimos cardenales han llamado a un nuevo obispo de Roma. Lo han llamado de un país lejano... Lejano, pero siempre muy cercano por la comunión en la fe y en la tradición cristiana. He tenido miedo al recibir este nombramiento, pero lo he hecho con espíritu de obediencia a Nuestro Señor y con confianza total en su Madre, la Virgen Santísima.
No sé si puedo expresarme bien en vuestra, en nuestra lengua italiana. Si me equivoco me corregiréis. Y así me presento ante todos vosotros, para confesar nuestra fe común, nuestra esperanza, nuestra confianza en la Madre de Cristo y en la Iglesia, y también para comenzar de nuevo por este camino de la historia y de la Iglesia, con la ayuda de Dios y con la ayuda de los hombres.
2. Siete consejos de San Juan Pablo II
1. El nacimiento de la nueva Europa del espíritu. Una Europa fiel a sus raíces cristianas, no encerrada en sí misma sino abierta al diálogo y a la colaboración con los demás pueblos de la tierra.
2. Deseo para cada uno la paz que sólo Dios, por medio de Jesucristo, nos puede dar; la paz que es obra de la justicia, de la verdad, del amor, de la solidaridad; la paz que los pueblos sólo gozan cuando siguen los dictados de la ley de Dios; la paz que hace sentirse a los hombres y a los pueblos hermanos unos con otros.
3. Los jóvenes están llamados a ser los protagonistas de los nuevos tiempos. Tengo plena confianza en ellos y estoy seguro de que tienen la voluntad de no defraudar ni a Dios, ni a la Iglesia, ni a la sociedad de la que provienen.
4. Cuando falta el espíritu contemplativo no se defiende la vida y se degenera todo lo humano. Sin interioridad el hombre moderno pone en peligro su misma integridad.
5. Queridos jóvenes, ¡Id con confianza al encuentro de Jesús! Y, como los nuevos santos, ¡No tengáis miedo de hablar de Él! pues Cristo es la respuesta verdadera a todas las preguntas sobre el hombre y su destino. Es preciso que vosotros jóvenes os convirtáis en apóstoles de vuestros coetáneos.
6. Surgirán otros frutos de santidad si las comunidades eclesiales mantienen su fidelidad al Evangelio que, según una venerable tradición, fue predicado desde los primeros tiempos del cristianismo y se ha conservado a través de los siglos.
7. Recordad siempre que el distintivo de los cristianos es dar testimonio audaz y valiente de Jesucristo, muerto y resucitado por nuestra salvación.
3. Extracto de la homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en los funerales del Papa Juan Pablo II el 8 de abril de 2005
¡Sígueme! En octubre de 1978 el Cardenal Wojtyla escuchó nuevamente la voz del Señor. Se renueva el diálogo con Pedro en el Evangelio de esta celebración: “Simón de Juan, ¿Me amas? ¡Apacienta mis ovejas!”. A la pregunta del Señor: “¿Karol me amas?”, el Arzobispo de Cracovia respondió desde lo profundo de su corazón: “Señor, tú lo sabes todo: Tú sabes que te amo”. El amor de Cristo fue la fuerza dominante de nuestro amado Santo Padre. Quien lo ha visto rezar, quien lo ha escuchado predicar, lo sabe. Y así, gracias a este profundo enraizamiento en Cristo ha podido llevar un peso que va más allá de las fuerzas puramente humanas: Ser pastor del rebaño de Cristo, de su Iglesia universal.
Él ha interpretado para nosotros el misterio pascual como un misterio de la divina misericordia. Escribe en su último libro: El límite impuesto al mal “es en definitiva la divina misericordia” (Memoria e Identidad”, pág. 70). Y reflexionando sobre el atentado dice: “Cristo, sufriendo por todos nosotros, le ha dado un nuevo sentido al sufrimiento; lo ha introducido en una nueva dimensión, en un nuevo orden: aquel del amor… es el sufrimiento que quema y consume el mal con la flama del amor y trae también del pecado un multiforme brote de bien” (pág. 199). Animado por esta visión, el Papa ha sufrido y amado en comunión con Cristo y por eso el mensaje de su sufrimiento y de su silencio ha sido así elocuente y fecundo (Leer texto completo).
En la Divina Misericordia el Santo Padre ha encontrado el reflejo puro de la misericordia de Dios en María, Su Madre. Él, que había perdido a tierna edad a la suya, tanto más ha amado a la Madre divina. Ha escuchado las palabras del Señor crucificado como dichas a él personalmente: “¡Aquí tienes a tu madre!”. Y ha hecho como el discípulo predilecto: la ha acogido en lo íntimo de su ser (Jn 19, 27): Totus tuus. Y de la Madre ha aprendido a conformarse con Cristo.
Para todos nosotros permanece como inolvidable el último domingo de Pascua de su vida. El Santo Padre, marcado por el sufrimiento, se ha acercado aún una vez a su ventana del Palacio Apostólico y una última vez ha dado la bendición “Urbi et orbi”. Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo Padre. Nosotros encomendamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
4. Oración para implorar favores por intercesión de San Papa Juan Pablo II
¡Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo dónanos tu bendición! Bendice a la Iglesia, que tú has amado, servido, y guiado, animándola a caminar con coraje por los senderos del mundo para llevar a Jesús a todos y a todos a Jesús.
Bendice a los jóvenes, que han sido tu gran pasión. Concédeles volver a soñar, volver a mirar hacia lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida en la tierra. Bendice las familias, ¡bendice cada familia!
Tú advertiste el asalto de satanás contra esta preciosa e indispensable chispita de Cielo, que Dios encendió sobre la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege las familias y cada vida que brota en la familia.
Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú te opusiste a la guerra invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
Oh San Juan Pablo, desde la ventana del Cielo, donde te vemos junto a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén.
5. El último adiós (Rome Reports)
6. Un recorrido por la casa de san Juan Pablo II
El 18 de mayo de 2020 se cumplieron 100 años del nacimiento en Wadowice (Polonia) de Karol Wojtyla.
Su casa natal es hoy un museo que acerca a los visitantes su ejemplo de santidad, cercanía y simpatía.
7. Cuando los santos se encuentran. San Juan Pablo II y el beato Álvaro del Portillo
Mons. Joaquín Alonso fue durante muchos años uno de los principales colaboradores del primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo, beatificado el 27 de septiembre de 2014.
8. Libro de san Juan Pablo II: Catequesis sobre los Salmos. Y la página web del Vaticano con todo el Magisterio de San Juan Pablo II.