detrás de todas esas actividades académicas en las que se involucró, aparece como hilo conductor su condición de hombre de profunda fe cristiana.
Este 22 de mayo de 2022 se cumple el centenario del nacimiento de José Agustín de la Puente Candamo. Con ocasión de este aniversario se están haciendo diversos homenajes que rescatan sus aportes como profesor e investigador. Como su hijo sacerdote, pienso que puede ser interesante destacar que detrás de todas esas actividades académicas en las que se involucró, aparece como hilo conductor su condición de hombre de profunda fe cristiana.
Una fe cristiana transmitida y vivida en el ambiente familiar, que después se fortaleció siguiendo las enseñanzas de san Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei, a quien tuvo la ocasión de conocer en Roma en 1950. Desde ese entonces se interesó mucho en la doctrina sobre la llamada a la santidad en medio de la vida familiar, profesional y social. Ese interés se manifestó tanto en la colaboración para que el Opus Dei llegara al Perú, como en su propio compromiso personal que lo llevó unos años después a ser uno de los primeros supernumerarios peruanos del Opus Dei.
Le tocó vivir un tiempo de cambios turbulentos en la Iglesia y en la sociedad en general. Frente a quienes proponían en ese entonces en el Perú el atractivo del análisis marxista como parte de la puesta al día de la Iglesia al convocarse el Concilio Vaticano II, mi padre fue uno de esos católicos de a pie que no cedió ante esos espejismos y se mantuvo fiel a la doctrina Católica de siempre. Incomprendido por algunos, supo mantener su posición sin negarse a reformar lo que los nuevos tiempos exigían, pero sin ceder en lo esencial. Su estilo dialogante y sereno, amigo de los eufemismos, le ayudó sin duda, a convivir en un ambiente que arrinconaba a quienes no entraban en ese proyecto revolucionario.
Siguiendo a Víctor Andrés Belaunde, reconoció en la formación histórica del Perú aquella síntesis viviente en la que la cultura cristiana aparece como un elemento central
Siguiendo a Víctor Andrés Belaunde, reconoció en la formación histórica del Perú aquella síntesis viviente en la que la cultura cristiana aparece como un elemento central. Justamente Belaunde escribió un artículo en este diario, en abril de 1957, en el que describía el ambiente de la casa de mi padre: “No por ser la casona de Orbea encarnación viviente de la tradición y la sede de un hogar austero y de irradiación apostólica fue ajena a la sociabilidad culta y a la hospitalidad generosa, impregnada de un vivo anhelo de perpetuar entre nosotros los afanes intelectuales, el culto del diálogo y la amistad que se acendra y propicia luego de toda noble empresa.”
Su intenso trabajo académico en la Universidad Católica se prolongó por sesenta y ocho años en los que fue profesor de Historia del Perú, formando a numerosas generaciones de historiadores. Puso mucho interés en la dirección del seminario de Historia del Instituto Riva-Agüero y se ocupó también de la formación de profesores de secundaria. Conocer algo de esta historia puede ser ahora un remanso de paz y esperanza que nos convoque a enfrentar los retos del Perú de hoy.
Artículo escrito por Manuel de la Puente Brunke publicado en el suplemento “El Dominical” del Diario “El Comercio” el domingo 22 de mayo de 2022.