Don Ignacio: “un defensor acérrimo de sus sacerdotes”

Como parte de las festividades por las bodas de plata de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, se acaba de publicar el libro Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea: II obispo de Chiclayo (1968-1998).

Ya habíamos conocido una primera aproximación a la labor pastoral que realizó Monseñor Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea (1923 – 1998) en “Yauyos: Una Aventura en los Andes” (1990) y Don Ignacio: Por las Montañas a las Estrellas” (2018); ahora, con esta tercera nueva obra se pone de relieve el trabajo paciente y entusiasta durante treinta años que desempeñó en la diócesis norteña de Chiclayo, Monseñor Ignacio, gracias a la investigación realizada por su sucesor, Monseñor Jesús Moliné Labarta, tras su renuncia como obispo titular; en realidad, el autor ya había trabajado también una semblanza del primer obispo de Chiclayo, Mons. Daniel Isaac Figueroa Villón (1902 – 1967) en el año 2018 y sus Recuerdos de mi Episcopado (2021), que permite poder acercarnos más a una historia de la diócesis de Chiclayo.

Portada del libro

La obra “Ignacio María de Orbegozo y Goicoechea: II Obispo de Chiclayo (1968-1998)” consta de quince capítulos y se inicia explicando el contexto de la Iglesia católica en 1968, año de las protestas universitarias en Europa, de los inicios de la Teología de la Liberación, y de la aplicación del Concilio Vaticano II (1962 – 1965) en la pastoral de la Iglesia en Latinoamérica.

A lo largo de la obra se puede ir comprobando cómo Monseñor Orbegozo de la mano de sus colaboradores, sacerdotes, religiosas, laicos y diferentes Movimientos Apostólicos, fue consiguiendo los objetivos que se había trazado al asumir una diócesis de pocos años de creación

A lo largo de la obra se puede ir comprobando cómo Monseñor Orbegozo de la mano de sus colaboradores, sacerdotes, religiosas, laicos y diferentes Movimientos Apostólicos, fue consiguiendo los objetivos que se había trazado al asumir una diócesis de pocos años de creación (17-XII-1956) y que precisaba de un cuidado especial, especialmente en la liturgia y la vida sacramental (V); la formación de los seminaristas y el trato cercano con los sacerdotes (VI); la formación de personas con mentalidad cristiana en el Instituto Pedagógico y en la fundación de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo (USAT), que trabajó durante dos largos años, dejando el proyecto acabado para su creación por la autoridad competente en 1998 (VII).

El estilo de la redacción de la obra lleva a tener una lectura fluida del libro, cargado de sucesos entrañables que hacen conocer al lector quién era don Ignacio: “un hombre con un gran corazón, rudo pero cariñoso, con una entrega y disponibilidad total para la Iglesia, un amigo sin parangón, un defensor acérrimo de sus sacerdotes”.

Si algo habría que destacar de la labor del segundo obispo de Chiclayo es su amor a los sacerdotes: ¡Cómo los quería! Daba la vida por ellos

Si algo habría que destacar de la labor del segundo obispo de Chiclayo es su amor a los sacerdotes: ¡Cómo los quería! Daba la vida por ellos, los seguía de cerca sin que lo percibieran, los escuchaba con cariño y también, en algunos casos, les corregía con firmeza.

En su labor con las vocaciones sacerdotales, continuando con los inicios del trabajo vocacional realizado por Monseñor Daniel Figueroa y su obispo auxiliar –luego Administrador Apostólico– Monseñor Luis Sánchez-Moreno Lira (1925 –2009), buscó dinero para la construcción del seminario de Chiclayo, buscó formadores, como el P. Ramón Roca, y profesores competentes, como el P. José Casero y el P. Eutiquiano Saldón, etc.; envió sacerdotes para que obtuvieran títulos universitarios en ciencias eclesiásticas (doctorados) al extranjero, pues era un convencido que en Chiclayo y desde Chiclayo estaba haciendo una obra en beneficio de toda la Iglesia en Perú.

Finalmente, también se nos permite asomarnos a los últimos días de don Ignacio –“Se hace tarde” (XV)–, donde, como médico que era, sabía del final que iba a tener con su vida, debido al cáncer de páncreas que se le detectó dos años antes de su muerte.

El fruto de su trabajo fueron obras de fe: “¡Cuánta fe!” –le decía el Nuncio del Papa en el Perú, Monseñor Fortunato Baldelli a Monseñor Jesús Moliné– al ver la multitud que acompañó los restos mortales desde la Catedral de Chiclayo hasta la cripta del Santuario de Nuestra Señora de la Paz, que él construyó.

El libro está disponible en Chiclayo en la sede de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe. Si desea adquirir un ejemplar desde cualquier parte del Perú, que no sea la ciudad de Chiclayo, puede ponerse en contacto con el Padre José-Antonio Jacinto Fiestas, al número de WhatsApp: +51 957615070 o al correo electrónico: pjacintofiestas@gmail.com

Padre José-Antonio Jacinto Fiestas.