Beatificación de Guadalupe: tres años después

Un grupo de peruanas que participó en la beatificación de Guadalupe Ortiz de Landázuri, el 18 de mayo de 2019, nos cuenta sus recuerdos e impresiones de aquellas jornadas en Madrid.

Maríamarta Bello: Un viaje inesperado

“Todavía me parece un sueño, lo vivido desde el 13 hasta el 20 de mayo de 2019”.

En el Club Alki, de Lima, no nos habíamos planteado la posibilidad de asistir a la beatificación de Guadalupe; pero sí nos habíamos propuesto dar a conocer su vida. Así fue que organizamos una exposición para las familias y las chicas junto con Andrea Rey, compusieron una canción.

De manera milagrosa, las cosas se fueron dando, para que cuatro socias del Club, alumnas de 4º de Secundaria del Colegio Montealto, decidieran viajar y Andrea y yo con ellas.

Nos alojaron dos supernumerarias en Madrid. El centro de la Obra nos quedaba muy cerca, Traina, donde nos acogieron con inmenso cariño y a pocas cuadras de allí había también una Iglesia.

Desde nuestra llegada, nos recogieron del aeropuerto, estuvieron muy pendientes de nosotras. Lo agradecí mucho, pues a mi edad, me parecía imposible seguir el ritmo y la velocidad de las más jóvenes.

Durante esos días conocimos Ávila y Sonsoles, donde san Josemaría rezó la primera romería. También fuimos a Segovia, pasando antes por Molinoviejo, la primera casa de retiros del Opus Dei.

Otro lugar que visitamos, fue el colegio Tajamar, donde había una exposición de Guadalupe y aprovechamos para escuchar Misa en la Iglesia de San Alberto Magno. Allí se encuentran los restos del venerable Isidoro Zorzano, primer fiel de la Obra.

Una noche, las del Club Traina nos invitaron a cenar. Estuvimos en la calle Jorge Manrique, tan asociada a la fundación de las mujeres en la Obra. Las chicas estaban felices y pienso que yo más que ellas.

Habíamos preparado una canción para Guadalupe y nos hacía una ilusión inmensa, cantársela al prelado del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz.

El viernes, víspera de la beatificación, coincidimos con él en el Real Oratorio Caballero de Gracia. No nos lo podíamos creer, pues estuvimos muy cerca de él, mientras rezaba delante de los restos de Guadalupe, en ese oratorio de Madrid. Luego, mientras pasaba a la sacristía para ver el cuadro de Guadalupe, salimos a la calle para esperarlo. Nos emocionamos mucho cantando y todas lo saludamos.

El día de la beatificación seguimos la ceremonia con devoción. Fue muy emocionante. Por la tarde hubo tertulia con don Fernando. Y después, gran fiesta en el Club Roca con jóvenes de todos los países. Al día siguiente, la mañana, la Misa de Acción de Gracias en el Palacio Vistalegre. Más no se podía pedir.

Pienso que Guadalupe fue el motor de este viaje y que para todas ha sido un antes y un después en nuestras vidas”.

Mariana Aragaki: “Aprendí a llevar la enfermedad con alegría”

“Han pasado muchísimas cosas en tres años, tanto así que se me queda corto, pero lo más significativo es aprender a llevar la enfermedad con alegría, aceptarla y ser feliz, a pesar de momentos muy difíciles debamos afrontar. En realidad, saber que estoy acompañada en todo momento de Dios, es una gracia muy grande.

Han pasado ya tres años desde su beatificación, en la que pedí tanto poder curarme; y, ahora, estoy en la última etapa de mi tratamiento, a punto de recibir el alta. Estoy segura que Guadalupe me escuchó en su beatificación.

Precisamente el año de la beatificación de Guadalupe, ha sido mi peor y mejor año, porque desde entonces, empecé a sentir la verdadera felicidad. Han pasado ya tres años desde su beatificación, en la que pedí tanto poder curarme; y, ahora, estoy en la última etapa de mi tratamiento, a punto de recibir el alta. Estoy segura que Guadalupe me escuchó en su beatificación.

Agradezco infinitamente a Guadalupe por todos los favores que me ha hecho. Mi vida es un antes y un después. Aprendí a llevar siempre las cosas con alegría y esperanza”.

Almudena Cáceres: “Y yo tan contenta”, una frase que marcó mi vida

“La primera vez que me preguntaron cómo me había marcado este viaje, dije que había caído en la cuenta de que ir al Cielo no era algo imposible. Por circunstancias de la vida, llegué a pensar que iba a ser solo un sueño y nunca lograría ir.

Ahora, que lo estoy escribiendo, regresa el sentimiento que tuve en la beatificación. Esa esperanza y fuerzas para ser santa, de la manera más normal del mundo. La verdad es que me he olvidado un poco de Guadalupe, pero no de su frase “y yo tan contenta”. Esa frase sí que está siempre presente en mi vida, es uno de mis ‘mantras’ (mantras son frases con significado especial que se repiten)”.

Andrea Rey: “La Obra es una familia universal”

“Para mí, ir a la beatificación de Guadalupe fue tocar muy de cerca lo familia que es el Opus Dei. Es impresionante encontrarte con tanta gente ‘desconocida’ con la que, en cuanto te das cuenta de que compartes el mismo espíritu, surge una relación especial: no somos desconocidos, somos familia. Y, para mí, Guadalupe y su beatificación fueron el comienzo de ese gran descubrimiento, que sigo disfrutando y del que cada vez más me sigue sorprendiendo conforme pasa el tiempo.

La Obra es una familia universal y Guadalupe, para mí, es esa amiga que me anima a seguir su ejemplo en el cuidado cariñoso de toda la gente de mi familia

Guadalupe vivió ese ‘corazón de madre’ con toda la gente de la Obra que tuvo la suerte de conocerla, y con todas las almas que Jesús le puso delante y le confió el encargo de que se encuentren con Su Amor. Ese aire de familia que sentiría la gente a su lado, se percibió también en todos los días en torno a la beatificación: porque Guadalupe estaba ahí y no dejaba de transmitir, con su presencia, ‘el buen olor de Cristo’. La Obra es una familia universal y Guadalupe, para mí, es esa amiga que me anima a seguir su ejemplo en el cuidado cariñoso de toda la gente de mi familia”.

Coni Cornejo: “Aprendí de Guadalupe su alegría y amistad”

“Hace tres años viajamos mi esposo Gustavo y yo a España y tuvimos la inmensa alegría, de participar de una fiesta tan grande e íntima a la vez, como fue la beatificación de Guadalupe. Cuando vemos nuevamente fotos, nos emocionamos y la volvemos a disfrutar.

Viajar desde tan lejos para estar con tantas personas de todo el mundo y aún así sentirte en familia, es una experiencia para recordar toda la vida. Todos los que tuvimos la suerte de estar ahí, entendimos de una manera mucho más real y concreta, gracias al ejemplo de Guadalupe, que la santidad es posible.

Este nuevo aniversario nos debe refrescar en la memoria aquellas características más llamativas de la personalidad de Guadalupe: su alegría y amistad.

Estas virtudes son hoy, más que nunca, muy necesarias en la sociedad. Tras la pandemia hay muchas personas tristes, solas, con mucha necesidad de amistad y cariño, lo que nos supone un reto, siempre actual, para atenderlos.

Rezamos mucho la estampa de Guadalupe pidiendo su mejoría. Gustavo desde la Clínica y yo desde casa. Hoy ese episodio quedó en el pasado gracias a tantas oraciones que muchísima gente nos regaló.

En nuestra familia, acudimos particularmente a Guadalupe cuando mi esposo se contagió de COVID-19 hace un año. Gustavo debió ser hospitalizado en cuidados intermedios por 16 días, fueron tiempos muy duros. Rezamos mucho la estampa de Guadalupe pidiendo su mejoría. Gustavo desde la Clínica y yo desde casa. Hoy ese episodio quedó en el pasado gracias a tantas oraciones que muchísima gente nos regaló.

Personalmente, le pido ayuda a Guadalupe para que sepa ser buena amiga como ella”.