Evangelio del sábado: aspirar a los bienes más altos

Comentario del sábado de la 31.ª semana del tiempo ordinario. “Porque lo que parece ser excelso ante los hombres es abominable delante de Dios”. Jesús nos anima a purificar el corazón y renovar la mente, a examinar deseos e intenciones, porque es del corazón de donde salen las buenas y las malas obras.

Evangelio (Lc 16, 9-15)

«Y yo os digo: haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando falten, os reciban en las moradas eternas.

»Quien es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es injusto en lo mucho. Por tanto, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo vuestro?

»Ningún criado puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión a uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas.

Oían todas estas cosas los fariseos, que eran amantes del dinero, y se burlaban de él. Y les dijo:

—Vosotros os hacéis pasar por justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que parece ser excelso ante los hombres es abominable delante de Dios.


Comentario

Las palabras del evangelio de la misa de hoy son en parte aplicación de la parábola del evangelio de ayer, aunque en el contexto amplio de todo el evangelio de Lucas. Por un lado, se anima a los discípulos a comportarse con la sabiduría que, imperfectamente, se refleja en la sagacidad de aquellos que solo funcionan por cálculos humanos. De hecho, la expresión «riqueza injusta» hace referencia a la riqueza desvinculada de la obtención de la verdadera justicia. Jesús nos pide que nos empeñemos en serio en alcanzar aquello que decimos querer alcanzar, poniendo todo lo demás al servicio de esa meta: las moradas eternas. Se trata, por tanto, de aprender a discernir cómo usar correctamente los bienes materiales.

A esta exhortación se le suman otras dos, que están en relación también con otros textos lucanos. El administrador responsable es el que presta atención a lo pequeño, pues a menudo es ahí por donde viene la ruina. Es en lo poco, en lo pequeño, donde se manifiesta y demuestra el interés y el amor verdaderos. También nos dice el texto que no podremos administrar bien los bienes eternos si no hemos sabido administrar bien los transitorios. Aspirar al cielo no quiere decir desentenderse del mundo. Estas enseñanzas se pueden sintetizar es esta frase: «no podéis servir a Dios y a las riquezas»; esto es, si lo que nos mueve es el dinero, Dios queda fuera. Solo uno de los dos polos puede ser rector de la vida entera.

Las últimas palabras de Jesús nos ponen sobre aviso. A Jesús le estaban escuchando «amantes del dinero» (Lc 16,14) y eso él lo veía, aunque por fuera se disimulase. Porque, ¿cuál es el valor de la limosna de un avaro o de un codicioso? Dios lo juzga. Y eso es lo verdaderamente determinante. De poco nos servirá el juicio positivo de los hombres sobre nosotros si realmente nuestro interior lo desdice. Jesús nos anima a purificar el corazón y renovar la mente, a examinar deseos e intenciones, porque es del corazón de donde salen las buenas y las malas obras.

Juan Luis Caballero // Photo: priscilla du preez - Unsplash