Villa Balestra: Colegio Romano de Santa María

El Colegio Romano de Santa María es un Centro interregional para la formación de mujeres del Opus Dei, con sede en Roma, erigido por san Josemaría.

Voz Colegio Romano de Santa María en el "Diccionario san Josemaría Escrivá de Balaguer"

El Colegio Romano de Santa María es un Centro interregional para la formación de mujeres del Opus Dei, con sede en Roma, erigido por san Josemaría. Su prehistoria se remonta a finales de la década de 1940.

1. Los comienzos del Colegio Romano de Santa María

El Colegio Romano de Santa María es un Centro interregional para la formación de mujeres del Opus Dei

En junio de 1948, convencido de que había llegado el momento de dar un nuevo impulso en la expansión del Opus Dei por todo el mundo, san Josemaría firmó el Decreto de erección del Colegio Romano de la Santa Cruz, para la formación de los varones. No era posible aún empezar un Colegio análogo para sus hijas, pues había pocas mujeres del Opus Dei y no podían desplazarse a Roma sin desatender la labor que se realizaba. La Guerra Civil española (1936-39) había dificultado el incremento de mujeres en el Opus Dei.

San Josemaría iba sin embargo preparando el comienzo de un Centro de Estudios interregional para mujeres del Opus Dei (cfr. AVP, III, p. 281). Veía necesario formar bien a los fieles del Opus Dei –tanto varones como mujeres–, para enraizar los apostolados de la Obra en sus países y comenzar actividades en nuevos lugares. La gran diversidad de los fieles del Opus Dei que se preveía –de origen, raza, cultura y profesión– hacía necesario dar una sólida formación a todos en la doctrina cristiana y en el espíritu de la Obra; sólo así se podía garantizar la unidad y la eficacia apostólica del Opus Dei a lo largo del tiempo. San Josemaría inició en aquellos años una verdadera “batalla de formación” para proporcionar a todos los fieles de la Obra estudios de Filosofía y Teología, adecuados a la capacidad intelectual y al nivel cultural de cada uno.

Tenía el profundo convencimiento de que la ignorancia es el mayor enemigo de la fe y el obstáculo para que se dé un verdadero desarrollo humano. Deseaba también que todos –también las mujeres– se “hicieran muy romanos”, es decir, que cimentasen su amor a la Iglesia y al Papa, siendo así universales, católicos, con corazón grande y espíritu amplio, abiertos a todos los hombres, sin distinción de raza, lengua, cultura o nacionalidad.

En ese contexto, el 12 de diciembre de 1953, san Josemaría erigió el Colegio Romano de Santa María. Su fin, como expresa el Decreto de erección del Colegio Romano de Santa María, es fortalecer en las mujeres del Opus Dei la unión con Dios –vida contemplativa en medio de las actividades ordinarias– y capacitarlas para llevar a cabo una constante y sobrenatural actividad apostólica. El Colegio Romano –afirma el Decreto– imparte una formación doctrinal teológica y espiritual que contribuya a profundizar en la vida cristiana y en el espíritu del Opus Dei, y permita transmitir la fe allá donde cada uno se encuentre.

El Decreto continúa diciendo que se constituye para mujeres procedentes de todas las naciones, en la Urbe, centro y cabeza de la Iglesia católica, de modo que sea, también para el Opus Dei, instrumento de unidad y cohesión. Recuerda finalmente que toda la labor está al servicio de la Iglesia, y que quienes cursen sus estudios deberán ser sembradoras de paz y de alegría, atrayendo así a muchas almas a Dios (cfr. IJC, pp. 557-558). Del Colegio Romano de Santa María deberían salir promociones de mujeres hondamente formadas, capacitadas para santificar cada una su propia profesión y para ser profesoras de los Studia Generalia de las diversas circunscripciones del Opus Dei.

El 14 de febrero de 1955 se concretaba para las mujeres un plan de estudios de Filosofía y Teología análogo al que ya existía desde 1951 para los varones del Opus Dei. San Josemaría habría querido que sus hijas cursaran esos estudios en las facultades eclesiásticas –como lo hacían sus hijos–, pero las normas canónicas entonces vigentes no lo permitían. Manifestó al Papa su preocupación por que las mujeres, que podían asistir a los centros superiores de enseñanzas de ámbito civil, no pudieran acceder a los centros del mismo nivel de ciencias eclesiásticas. Mientras se resolvía este problema, animó a sus hijas a que siguiesen con hondura los estudios de Filosofía y Teología en el Colegio Romano de Santa María, y en los Centros de Estudios regionales (cfr. AVP, III, p. 287, nt. 103).

Erigido jurídicamente el Colegio Romano, se empezó de modo modesto. En 1954, formaron parte de la primera promoción siete alumnas. Provenían de España, Irlanda, Italia y México. Las seis primeras promociones se alojaron en Villa Sacchetti, Centro situado en el conjunto de edificios de Villa Tevere, con fachada a la Via di Villa Sacchetti. La proximidad del fundador facilitaba el seguimiento cercano de la formación: impartía sesiones doctrinales, dirigía meditaciones o intervenía en tertulias familiares. Y subrayaba la importancia y el sentido de su estancia en el corazón de la Obra; con estas palabras lo hacía a la segunda promoción, en enero de 1955: “No imagináis cuánto rezo por el Colegio Romano de Santa María. Tengo aquí el corazón metido: ¡cuánta ilusión he puesto! Y veo a la vuelta de los años la labor portentosa. Va a ser una gran sementera” (Sastre, 1989, p. 433).

A medida que el Opus Dei se iba extendiendo a nuevos países, aumentaba también el número de alumnas del Colegio Romano de Santa María, y la variedad de su procedencia. En 1956 ya había representantes de catorce naciones y se preveía la necesidad de una sede propia.

Desde la primavera de 1948 Villa delle Rose, una edificación situada en Castel Gandolfo, se utilizaba como casa de retiros. En 1949, después de haber cedido la condesa Campello sus derechos sobre el edificio, Pío XII otorgó en usufructo la propiedad al Opus Dei y, diez años más tarde, Juan XXIII se la entregó definitivamente.

San Josemaría decidió destinar Villa delle Rose como sede del Colegio Romano de Santa María. Fue necesario realizar obras de ampliación, que empezaron el 7 de julio de 1959, con escasez de medios económicos. El fundador actuó como solía hacer: ante lo que veía necesario para el servicio a Dios y a las almas, no rehuía las dificultades ni los sacrificios. Se pusieron los medios: oración, mortificación y búsqueda de recursos en todo el mundo. Los donativos llegaron con generosidad. San Josemaría siguió muy de cerca las obras, que duraron casi cuatro años. Le importaba mucho que las alumnas vieran materializado el espíritu del Opus Dei: buen gusto, compaginado con el espíritu de pobreza y el cuidado de las cosas pequeñas. Quería que la residencia fuese muy clara y alegre, para que todas pudieran disponer de un mínimo de comodidad. Pensaba especialmente en las alumnas que llegarían de culturas diversas a la europea, en las que provendrían de climas tropicales luminosos.

De 1959 a 1963, no se incorporaron al Colegio Romano de Santa María nuevas promociones de alumnas. El 14 de febrero 1963, san Josemaría inauguró la nueva sede del Colegio Romano. Consagró el altar del oratorio dedicado a Sancta Maria Mater Pulchrae Dilectionis, celebró la santa Misa y dejó el Santísimo Sacramento reservado en el sagrario. Asistieron mujeres del Opus Dei de unos veinte países. Doce años más tarde, en su última estancia en Villa delle Rose, el 26 de junio de 1975, el mismo día de su muerte, san Josemaría tuvo un encuentro con alumnas de los cinco continentes.

2. El Colegio Romano de Santa María en Villa delle Rose

Al poco de funcionar en Villa delle Rose, el Colegio Romano de Santa María vio ampliada su actividad. El 24 de octubre de 1964 se constituyó el Istituto Internazionale di Pedagogia, que impartiría licenciatura y doctorado en Ciencias de la Educación. El Istituto era una sección en Roma de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra. Esos estudios iban dirigidos a preparar a las alumnas para realizar con nivel científico las tareas de formación personal y la dirección de centros educativos. El 31 de mayo de 1989 se comunicó al profesorado del Istituto que cesaban sus actividades hasta que el Gran Canciller viera oportuno activarlo de nuevo.

Desde 1963 a 1975 san Josemaría acudió con frecuencia a Villa delle Rose

Desde 1963 a 1975 san Josemaría acudió con frecuencia a Villa delle Rose para estar con sus hijas. Procuraba hacerlo en las fiestas más destacadas: Navidad, Pascua, las fechas fundacionales del Opus Dei, y cuando una promoción terminaba sus estudios y dejaba Roma. Siempre llevaba algún detalle: objetos de decoración para la casa, abanicos para decorar el soggiorno, o unos caramelos. Dirigió meditaciones y charlas y en ocasiones mantuvo encuentros de tono familiar. En todo momento transmitía el amor a Dios y a las almas, y el interés por todo lo humano noble y bello; animaba a aprovechar la convivencia con personas procedentes de naciones distintas, para conocer y comprender mejor su cultura y sus tradiciones; y también las impulsaba a aprender idiomas y a cultivar el propio, para poder comunicarse eficazmente con los demás, y dar a conocer a Jesucristo. Y, entremezcladas con esas enseñanzas, transmitía su cariño y animaba a disfrutar cantando, pasándolo bien y haciéndolo pasar bien a las demás; le gustaba que se cantaran canciones de amor humano “a lo divino”.

Trataba temas espirituales y apostólicos, especialmente lo que en cada momento llevaba más en el corazón o consideraba de más actualidad para las oyentes, respondiendo también a las situaciones concretas de la Iglesia y del mundo. Y hablaba del amor a la Iglesia y al Papa, de la unidad vocacional en el Opus Dei; de sinceridad; de humildad para buscar en todo la gloria de Dios, para saber agradecer, para rectificar, para comprender y perdonar, para saber pedir perdón, para servir… Sabía que algunas de esas hijas suyas, al terminar su estancia en Roma, posiblemente ocuparían cargos de dirección y de formación en la Obra, e inculcaba con fuerza que ambas son siempre tareas de servicio a los demás.

En esos encuentros en Villa delle Rose el fundador del Opus Dei pudo conocer a muchas de las primeras que habían llegado al Opus Dei en los diversos países; sabía escuchar con sonriente paciencia a las que no conocían bien el castellano; se interesaba por las penas, las alegrías, la salud de todas; por las dificultades que podían tener algunas, por el cambio de clima o de hábitos alimentarios, y preguntaba con frecuencia si estaban alegres y si se practicaba la corrección fraterna, señal de verdadera caridad.

Alrededor de esos temas giró también su última estancia en Villa delle Rose. Al llegar a Castel Gandolfo el 26 de junio 1975 comentó que ya no estaba en Roma para nadie, porque pensaba salir de viaje. Pero Dios le permitió ausentarse de Roma por unas horas para un breve encuentro con las mujeres del Opus Dei de todo el mundo en ese Colegio Romano en el que tenía tan metido su corazón.

3. El Colegio Romano en Villa Balestra

Después de la muerte de san Josemaría, el Colegio Romano continuó en Villa delle Rose diecisiete años más, aunque pronto, como fruto de la expansión de la Obra, se advirtió que Villa delle Rose quedaba pequeña para el Colegio Romano. En 1983 se iniciaron las gestiones para encontrar una nueva sede. Ya entonces, habían pasado por Villa delle Rose más de seiscientas personas y se preveía un crecimiento mayor. En 1985 se pudo adquirir un inmueble cercano a la Sede Central del Opus Dei en Roma: Villa Balestra. Había servido durante años como colegio. Requería obras de adaptación para constituir la nueva sede. Las obras empezaron en 1990 y en septiembre de 1992 el Colegio Romano pudo trasladarse definitivamente a Villa Balestra, pocos meses después de la beatificación de san Josemaría. Este traslado respondía a un deseo explícito suyo. El 12 de mayo de 1993, el Prelado del Opus Dei, Álvaro del Portillo, celebró la primera Misa solemne en la nueva sede.

La homilía que pronunció expresó lo que debía ser la actitud de las que comenzaran allí sus estudios: “Hijas mías, tenéis que santificar vuestro trabajo, con la conciencia clara de que habéis venido a este Centro, que se encuentra en el corazón de la Obra, en comisión de servicio, para formaros bien, para identificaros con el espíritu de la Obra, para ser ipse Christus. … Lo primero que os inculco es la unidad, para que sintáis con el corazón de la Obra. Unidad. Y para tener unidad, caridad: alter alterius onera portate… Servid a las demás de todo corazón; con alma sacerdotal, sin decir nunca “basta”. Ayudad con cariño a vuestras hermanas, sin desear pago humano…” (Noticias, V-1993, p. 27: AGP, Biblioteca, P02).

El desarrollo de la Pontificia Università della Santa Croce, con sus facultades de Teología, Derecho Canónico, Filosofía o Comunicación Social Institucional de la Iglesia, ha permitido a muchas alumnas de Villa Balestra cursar estudios en este centro académico.

Lo que en 1953 era sólo una pequeña semilla, ha alcanzado una madurez notable y un alcance universal. Han pasado desde entonces por el Colegio Romano de Santa María muchas mujeres jóvenes de más de sesenta nacionalidades. Unas han vuelto a sus países de origen, otras han ido a diferentes regiones para llevar, con su trabajo profesional y su apostolado, el espíritu del Opus Dei a los más diversos países: China, Singapur, Suecia, Finlandia, los Países Bálticos, India, Israel, Kazajistán, Hungría, Croacia, Rusia, India, Sudáfrica, etc., o han ido a reforzar la labor en naciones donde hacía falta.


Bibliografía: AVP, III, passim; Decreto de erección del Colegio Romano de Santa María, en IJC, pp. 557-558; François Gondrand,Al paso de Dios. Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 19854; Gertrud Lutterbach, “Jahre in Rom”, en César Ortiz (Hrsg.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, Köln, Adamas Verlag, 2002; Ana Sastre, Tiempo de caminar. Semblanza de Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid, Rialp, 1989.

Gertrud Lutterbach

Diccionario san Josemaría Escrivá de Balaguer