Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
El próximo día 26 celebraremos la fiesta de san Josemaría. Con este breve mensaje, os propongo meditar unas palabras suyas, de una carta fechada el 31 de mayo de 1954: «En lo humano, quiero dejaros como herencia el amor a la libertad y el buen humor».
Amar cada uno su propia libertad y la libertad de los demás tiene muchos aspectos y manifestaciones, que tantas veces hemos considerado y, sobre todo, procuramos vivir. El 9 de enero de 2018 ya os escribí una carta extensa sobre este tema. En esta ocasión, querría detenerme en esa segunda parte de la herencia a la que se refiere nuestro Padre: el buen humor. Un estado de ánimo (estar de buen humor), que se suele entender como la disposición para notar y hacer ver los aspectos divertidos de las situaciones.
Desde luego, hay circunstancias que nada tienen de divertido. Sin embargo, también entonces puede permanecer la raíz más profunda de un buen humor que trasciende lo superficial: la alegría, que surge sobre todo de la fe en el inmenso amor que Dios nos tiene a cada uno. Esta alegría tiene mucho que ver con el humilde olvido de sí para pensar en los demás y plantear la propia vida en clave de servicio. Por eso, como explica san Josemaría: «No alcanzaremos jamás el verdadero buen humor, si no imitamos de verdad a Jesús; si no somos, como él, humildes» (Es Cristo que pasa, n. 18).
Antes de acabar, desearía pediros vuestra oración por dos intenciones: la próxima reunión de expertos sobre los Estatutos, que tendrá lugar a final de mes; y el fruto espiritual del viaje que en los próximos meses me llevará a algunos países de Europa y de América.
Os envío mi bendición más cariñosa.
vuestro Padre
Roma, 17 de junio de 2024