Mª Isabel, licenciada en Historia, doctora en Filosofía por la Sorbona de París e hija del Paquita y Tomás, expuso la historia de su vida familiar y la relación cotidiana de sus padres tanto con sus hijos como con su entorno, con la que pretendió transmitir la manera entregada y cercana del matrimonio de vivir la fe y el espíritu del Opus Dei.
A través de fotografías familiares, cartas de sus padres y su propio testimonio, Mª Isabel Alvira relató el día a día del matrimonio de origen aragonés formado por Tomás Alvira y Paquita Domínguez, casados en junio de 1939. “Lo que me parece interesante es que ellos no solo pensaron que tenían que responder al plan de Dios, sino que también entendieron que el mensaje de San Josemaría era una entrega total en el matrimonio”, señaló la conferenciante, cosa que, apuntó también, fue un pensamiento adelantado a su tiempo, ya que en la época esa entrega total a Dios solo se relacionaba con el celibato.
Un amor conyugal que se desbordaba hacia los demás
Tomás Alvira, que se dedicó a la investigación en ciencias y a la enseñanza durante toda su vida, conoció a San Josemaría Escrivá por primera vez el 1 de septiembre de 1937, y aplicó junto con su mujer la idea transmitida por el fundador del Opus Dei de la posibilidad de alcanzar la santidad en la vida cotidiana, en su caso dentro del matrimonio. “Tenían un amor por Dios que se traslucía en su amor conyugal, y ese amor se desbordaba hacia los demás”, explicó Mª Isabel Alvira, quien remarcó la importancia de las relaciones de amistad que sus padres cultivaron con todo tipo de personas: colegas, vecinos, alumnos… Todos ellos con un recuerdo muy especial de la pareja por la preocupación que demostraban por los demás y el ambiente familiar que creaban a su paso.
“Los llaman matrimonio feliz, y no cabe duda de que lo fueron”, declaró la actual docente y doctora en Filosofía, “porque ellos tenían una paz y alegría permanentes, vivían con Dios”. Mª Isabel Alvira destacó especialmente esa alegría y esa fe que experimentaban con naturalidad en su hogar, a través del modo de vida que transmitían sus padres, su amor a la Eucaristía, a la Virgen o su agradecimiento permanente a Dios.
Un ambiente de libertad en la educación
La descendiente de los Alvira explicó que era tal el amor entre ellos, que nunca los vio discutir, y mostró a través de documentos gráficos cómo su padre, por ejemplo, dejaba plasmados los sentimientos hacia su mujer en sus dedicatorias en cartas y tarjetas de felicitación. Tomás Alvira también dejó escrita la expresión del ejemplo y la alegría que transmitía su familia: “No sé si habrá gente más feliz que nosotros. Más me parecería increíble”.
Mª Isabel Alvira aclaró que, aunque hubo dificultades en su familia, la esperanza de sus padres y su amor les empujaba a una lucha constante
“También tenían una preocupación muy grande por vivir la humildad y que sus hijos tuvieran clara la importancia de esta virtud”, reveló la ponente, quien al mismo tiempo recordó que en su casa siempre se respiró un ambiente de libertad en la educación. “Nunca nos obligaron a nada, y no hacían sermones. Ellos rezaban el rosario y estábamos invitados”. Además, a través de varias anécdotas, Mª Isabel Alvira trasladó la manera en que les enseñaban a ella y a sus hermanos, más a través de una pedagogía indirecta que de la imposición, método que su padre también aplicó en su carrera docente.
La conferenciante también aclaró que, aunque hubo dificultades en su familia, la esperanza de sus padres y su amor les empujaba a una lucha constante. “Todo es un asunto de amor y caridad, y ahí se concreta la santidad, no en los fenómenos extraordinarios”, aseguró la hija del matrimonio. De hecho, narró algunas de las dificultades que había padecido la pareja a lo largo de su vida, como la expedición que su padre realizó con San Josemaría a través de los Pirineos para reunirse con su familia durante la Guerra Civil, o el fallecimiento prematuro de su hijo mayor a la edad de 5 años. Momentos que superaron, según comentó Mª Isabel Alvira, gracias a que “veían la mano de Dios en todo”.
Cartas de personas agradecidas por los favores del matrimonio Alvira
Tomás Alvira, que pidió la admisión en el Opus Dei en 1947, y Paquita Domínguez, que se unió en 1952, tuvieron nueve hijos y murieron en 1992 y 1994, respectivamente. Su proceso de beatificación se abrió en el año 2009 y actualmente se encuentra en la fase romana, según anunció Mª Isabel Alvira durante la charla.
En otro momento afirmó también que llegan muchas cartas de personas agradecidas por favores que han recibido tras acudir a la intercesión de sus padres, especialmente relacionados con dificultades para tener hijos. Como ejemplos simpáticos, contó de un matrimonio keniata que ha puesto a bautizado a su hijo con el nombre de “Tomás Alvira”, para que quedase claro a quién debía que naciera sano contra todo pronóstico. Y una niña francesa bautizada como “Paquita” por sus padres. “San Josemaría nos dijo: con que os parezcáis un poco a vuestros padres ya vais bien. Y me parece que es un modelo, un desafío muy estimulante”, concluyó la hija del matrimonio Alvira.
“San Josemaría nos dijo: con que os parezcáis un poco a vuestros padres ya vais bien”
A la charla siguió un turno de preguntas en el que los asistentes, que llenaron el salón de actos de la parroquia a pesar de la previsión de lluvias, cuestionaron a Mª Isabel Alvira sobre asuntos como la forma de sus padres de corregirles cuando eran pequeños, cómo se enfrentaron estos a la muerte de su hijo mayor o sobre el proceso de beatificación del matrimonio, entre otros.
Este acto, que se enmarca dentro de la programación organizada por la parroquia con motivo del 90 aniversario de la fundación del Opus Dei, pretende dar a conocer algunas figuras que están en proceso de beatificación y santificación y que son ejemplo de vida cristiana.