“Allí donde estemos –en nuestro lugar de trabajo, en la vida familiar, con los amigos, y en cualquier otra parte- podemos ser santos, haciendo santas nuestras ocupaciones y haciendo santos a quienes nos rodean”.
“Para lograrlo, los sacramentos son una gran ayuda. Son las huellas de Cristo en la tierra. Él, Jesucristo, está aquí, con nosotros; ¡no estamos solos! Podemos encontrarnos con Él en los sacramentos, especialmente la confesión y la Eucaristía”.
El encuentro en Houston (Texas) se celebró el pasado día 28 en el Grand Plaza hotel, cercano al Texans football stadium. Con esta tertulia, se ponía punto final a la visita pastoral de Mons. Javier Echevarría a los EE.UU. y Canadá, que comenzó el 11 de septiembre. El Prelado ha visitado además las ciudades de Montreal, Toronto, Vancouver y San Francisco.
Como en casi todas las tertulias, pidió oraciones por el Papa: “La Iglesia es una familia. No dejéis que pase un sólo día sin haber rezado por el Santo Padre. Podéis comprobar cuánto amor tiene por la Iglesia que le ha sido confiada. Rezad para que todos estemos muy unidos a él”.
Otro tema frecuente, que también abordó en Houston, fue la belleza del amor humano: “No podemos confundir libertad con libertinaje; no podemos ser como animalitos. A veces, podemos encontrarnos en la misma situación que la de los primeros cristianos, en la Roma pagana. Será el momento de afrontar el ambiente con fe y valentía, y dar buen ejemplo, sin dejarnos arrastras por esas modas sociales que atentan contra la dignidad de la persona”.
Para hablar de la confesión y de la alegría que da este sacramento, narró la historia de una señora mayor, un poco sorda, que tras confesarse se dio cuenta de que no había ningún sacerdote dentro del confesionario. “Salió riéndose por su despiste. Al día siguiente, volvió a esa misma iglesia y una joven se le acercó para darle las gracias. “Ayer le vi que se reía tras haberse confesado, y esa alegría me animó a confesarme. Muchas gracias”, dijo la joven”.
Una persona le preguntó sobre la planificación familiar: “No podemos juzgar a nadie. Pero, al mismo tiempo, tenemos que afirmar con fuerza el principio general de que el matrimonio debe estar abierto a la vida. Las parejas deben conocer que gozan del enorme poder creador de Dios. Estad abiertos a la vida, al amor, al amor que Dios nos envía. Tener hijos da muchísima más felicidad que tener coches, televisiones o distracciones. Tener niños nos hace ser más generosos, y así Dios puede llenarnos de su Amor. Él no nos abandonará jamás”.