Historias de la Jornada Mundial de la Juventud (y II)

Cracovia. 2016. Decenas de miles de jóvenes venidos de los cuatro puntos cardinales han llegado a la capital polaca para participar, junto al Papa Francisco, en la 31ª Jornada Mundial de la Juventud. Cada uno con su historia, sus ilusiones y preocupaciones.

Texto y fotografías: Ismael Martínez Sánchez.

Más relatos en Historias de la Jornada Mundial de la Juventud (I)

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Emanuel Umuc, 18 años y Johannes, 15 años. Turquía

Emanuel Umuc, turco, reza por la paz «y por cada uno, independientemente de a quién apoye políticamente». Fotografía: Ismael Martínez Sánchez.

«Procedo de un país con apenas 55.000 católicos de 75 millones de personas y la gente se sorprende al ver aquí en Cracovia a decenas de turcos con la bandera de Turquía, pero así es… Somos católicos venidos desde Estambul y Antioquía. Como sabes, ésta fue la primera donde se denominó cristianos a los discípulos de Jesús, así que no podíamos faltar…

»En fin, disculpa estos datos pero es que estoy con el examen preparatorio de Historia en la Universidad y tengo la cabeza llena de cifras y fechas. Bueno, también mi corazón reza por las dificultades del país. Rezamos por la paz y por cada uno, independientemente de a quién apoye políticamente.

Procedo de un país con apenas 55.000 católicos de 75 millones de personas y la gente se sorprende al ver aquí en Cracovia a decenas de turcos

»¿Y qué es la misericordia? “Eso es la misericordia. Amor a la persona: porque no nos importan sus ideas, nos interesan las personas” (responde ágil y despierto Johannes, de 15 años, de padre turco-italiano y de madre alemana). El papa nos ha recordado el mensaje de Jesús: “amaos los unos a los otros como yo os he amado porque si solo amamos a los que nos aman ¿qué mérito tenemos…?»

Ryan, 25 años. India (reside en Kuwait)

Ryan viene de Kuwait: «El 3 de abril de este año quedé muy impresionado cuando un grupo terrorista asesinó en Yemen a 16 personas (...) Me consuela ver cómo nunca estoy solo a pesar de ser minoría en un país musulmán». Fotografía: Ismael Martínez Sánchez.

«Soy indio nacido en Bombay aunque resido en Kuwait, donde vivo con mi madre y mi abuela, ya que perdí a mi padre con 13 años de un ataque al corazón. La vida no sonríe siempre y mi madre tuvo que volver a trabajar para sacarnos adelante. Gracias a su esfuerzo estudié Ingeniería. Hoy disfruto con mi trabajo, aunque la pérdida paterna me hizo pensar en la responsabilidad de “qué significa un padre.

Perdí a mi padre con 13 años de un ataque al corazón. La vida no sonríe siempre y mi madre tuvo que volver a trabajar para sacarnos adelante

»El 3 de abril de este año quedé muy impresionado cuando un grupo terrorista asesinó en Yemen a 16 personas (entre ellas a varias monjas de la Caridad) y capturó a Fr. Tom Uzhunnalil, un sacerdote indio. Fue un shock pensar en cómo hay otras personas que viven su vida por los demás hasta el martirio en el siglo XXI. Esto reavivó mi fe.

Ahora intento ir a misa diariamente para discernir si Dios me pide que ayude a otros a través del sacerdocio

»Ahora intento ir a misa diariamente para discernir si Dios me pide que ayude a otros a través del sacerdocio. Me consuela ver cómo nunca estoy solo a pesar de ser minoría en un país musulmán. Dios siempre es fiel y gracias a la comunión de los santos percibo que la multitud de Cracovia me acompañará toda la vida».

Pamela, 21 años. Ecuador

«Soy universitaria y mi meta es ser una buena pediatra para defender la cultura de la vida pues sin derecho a nacer no existe ningún otro derecho humano», dice Pamela. Fotografía: Ismael Martínez Sánchez.

«Estudio cuarto de Medicina en la Universidad católica de Santiago de Guayaquil (Ecuador). Yo soy una chica de emociones fuertes y sé que debo ser también racional, porque si no me formo bien, sé que estoy sin recursos ante los desafíos.

»Soy universitaria y mi meta es ser una buena pediatra para defender la cultura de la vida pues sin derecho a nacer no existe ningún otro derecho humano. Formo mi cabeza con argumentos antropológicos –no solo religiosos o porque esto lo dice la Iglesia–, pues la Iglesia se apoya primeramente en qué y quién es la persona y su dignidad.

Formo mi cabeza con argumentos antropológicos pues la Iglesia se apoya primeramente en qué y quién es la persona y su dignidad

»En la JMJ he recibido muchas luces. Mi novio me ayuda a crecer y vamos juntos a sesiones de formación cultural y cristiana: tenemos debates, vemos cine fórum. En Cracovia pido fortaleza a la Virgen para consagrarle mi vida, a la vez que creo en el matrimonio como un camino de plenitud.

Egle, 27 años. Lituania

Egle, dentista lituana afincada en Bristol: «tras mi sólo aparente sonrisa bucal en la persona que viene a la consulta intento ver una cara, unos ojos, y unos dientes. Y un alma». Fotografía: Ismael Martínez Sánchez.

«Procedo de Vilnius, aunque trabajo como dentista actualmente en Bristol (Reino Unido). Este año he intentado seguir los consejos del Papa pensando sobre la misericordia.

»Cuando alguien piensa sobre un dentista nos imaginamos a alguien con buena fortuna y mejor sonrisa, con éxito social o dando un salto triunfador en la vida. Pero –como sucede realmente– pienso que no podemos agrupar a los individuos bajo colectivos, colocando pegatinas en la espalda de la gente, pues esa visión de la realidad nos impediría ver realmente individuos. Debemos tener humanidad con el otro (misericordia). Cada persona es única -como enseña Jesús- y nadie está condenado para el bien o para el mal aquí definitivamente, ni debe ser agrupado. Y a cada uno se le debe querer… más allá de nuestros prejuicios. (ciertos o figurados).

»Así que tras mi sólo aparente sonrisa bucal en la persona que viene a la consulta intento ver una cara, unos ojos, y unos dientes. Y un alma. Y también pienso que puede haber tener muchas dificultades.

Cada persona es única -como enseña Jesús- y nadie está condenado para el bien o para el mal aquí definitivamente

»Yo rezo cada día por personas muy cercanas que tienen problemas con el alcohol, niños que pasan por mi consulta con enfermedades, o sucesos punzantes de mi biografía que me ayudan a entender que ni los éxitos ni los fracasos son definitivos, ni puedo poner pegatinas a otros. Que el único título individual que tengo y cada uno tiene es ser hija de Dios. No es fácil vivir, pero el Papa me anima a esta cultura de la compresión de no descartar a nadie”.

Benedikta, 42 año. Letonia

Benedikta (dcha) cuenta que «mis padres vivían en la generación de la cultura de la sospecha inoculada en el comunismo, que se convirtió en realidad cuando mi padre nos abandonó al dejar embarazada a mi madre». Fotografía: Ismael Martínez Sánchez.

«Soy “un producto” de la antigua Unión Soviética. Mi abuela decía que éramos letones católicos, pero quizá realmente solo éramos católicos culturales. En realidad mis padres vivían en la generación de la cultura de la sospecha inoculada en el comunismo, que se convirtió en realidad cuando mi padre nos abandonó al dejar embarazada a mi madre. Así que mi madre dio a luz y nunca le conocí. Pero no he necesitado a perdonar, quizá porque Dios me ha enseñado a querer.

»Gracias a la cultura enfoqué la vida de otra manera leyendo a Cristina Hija de Laurans. Y mi amor por la música coral me acercó a una Iglesia. Me bauticé a los 18 años en Llepaia (Letonia), catedral de San José, en el año 1992. Para entonces Letonia ya se había independizado y la vida cristiana volvía a mi país...

Mi madre y mi hermano también decidieron bautizarse al conocer la fe. Mi mamá se casó con mi padre adoptivo e hicieron la primera comunión ese mismo día de su conversión

»Sin embargo, una amiga me animó a estudiar hostelería en Estocolmo y allí fui. Tenía miedo y el choque cultural era duro: nuevo idioma y nueva gente. Allí seguí profundizando en mi vida cristiana y ayudando a mi familia. Mi madre y mi hermano también decidieron bautizarse al conocer la fe. Mi mamá se casó con mi padre adoptivo e hicieron la primera comunión ese mismo día de su conversión. Ellos hoy viven en Holanda pues tuvieron que emigrar hace un tiempo buscando trabajo –cuando mi mama tenía ya 50 años– puesto que la situación era muy difícil en Letonia.

»Hace un tiempo mi abuelo me pregunto si quería conocer a mi padre biológico. Yo no estoy dolida, pues siempre he perdonado a mi padre y agradecido a mi madre porque me dio la vida. Quizá lo que más me ha hecho sufrir es el sufrimiento que mi madre ha sufrido. Sé que la vida no son matemáticas y que algunas preguntas no tienen repuestas fáciles. Estoy abierta y a la vez rezo por él.

Lo que me llena es consolar a alguien que lo necesita. Hoy agradezco a Dios que me haya ayudado y a San Josemaría que me diera la vocación de numeraria auxiliar

»Por mi parte, lo que me llena es consolar a alguien que lo necesita. Hoy agradezco a Dios que me haya ayudado y a San Josemaría que me diera la vocación de numeraria auxiliar hace 22 años en el Opus Dei».