Daniel Plazek es un ingeniero de ventas natural de Pittsburg, Pensilvania (Estados Unidos). Él y su mujer Luisa tienen siete hijos, de edades comprendidas entre los 12 y 26 años. En la siguiente entrevista, Daniel comparte su perspectiva del matrimonio, de la paternidad y también ofrece algunos consejos prácticos para padres jóvenes.
Háblenos un poco sobre usted y su familia.
Nací y crecí en Pittsburg, Pensilvania. Soy el mediano de siete hermanos. Fui educado en la Iglesia por mis padres y he llevado una vida humilde… nuestras vacaciones a lo grande consistían en visitar a la abuela y el abuelo en Milwaukee, Wisconsin. ¡Me parecía tan lejos y exótico!
Gracias a la providencia de Dios, conocí a Luisa, la que iba a ser mi mujer, mientras estudiaba en la Universidad de Pittsburg. Ella provenía de una familia de diez miembros. Se estaba especializando en Ingeniería Eléctrica, y le quedaban un año o dos para graduarse cuando nos casamos. Ella tomó la valiente decisión de dejar sus estudios de ingeniería y hacer un doctorado en ser madre a jornada completa. Llevamos felizmente casados 31 años y tenemos siete hijos de edades comprendidas entre 12 y 27 años (tres hijas maravillosas y cuatro talentosos hijos). Seguimos viviendo en Pittsburg y nos encanta tener al Seminario Católico Bizantino como vecinos de al lado. Hemos sido verdaderamente bendecidos con la oportunidad de que Luisa pueda quedarse en casa y eduque a nuestros hijos. Soy testigo diario de los frutos de su labor en el crecimiento de nuestros hijos.
¿A qué se dedica profesionalmente y cómo lo combina con ser padre?
Durante los últimos 16 años he trabajado como ingeniero de ventas para una empresa que diseña y manufactura pruebas y simulaciones de equipo aeroespacial y otras industrias. Este oficio me ha obligado a viajar y estar lejos de mi familia. Ha sido duro. Sin embargo, estoy seguro de que la vocación que Dios tiene para mí es la de ser el proveedor y protector de mi familia. Resultado final: mi matrimonio y experiencia como padre me han fortalecido y me han hecho mejor en lo que hago en mi trabajo. Conozco a demasiada gente que se definen a sí mismos según su “carrera profesional”. Yo también lo hacía. Ahora, me define mi verdadera vocación como marido y padre… y también tengo un trabajo.
El Papa Francisco nos pide rezar mucho por la familia en estos momentos. ¿Cuál piensa que es el mayor reto al que la familia se enfrenta hoy en día?
Vivimos en el mundo, pero estamos llamados a no ser del mundo. No siempre nos gusta pensar que Satán está activo en el mundo y se revela en nuestros pecados y faltas. No hay mayor satisfacción para él que la de apartar a las personas santas de nuestro Señor, hombres y mujeres, jóvenes y mayores. Puedes verle en televisión, en algunas películas, en las calles, en los cuchicheos del trabajo e incluso en los libros de niños. ¡Tenemos que estar vigilantes! ¡El Santo Padre tiene razón! Hay que rezar para que las familias buenas y santas estén protegidas, crezcan en la fe, esperanza y caridad y continúen siendo el bloque fundamental de la sociedad; hay que rezar para demostrar al mundo el gozo de la bendición de la familia.
Una familia con siete hijos está bastante por encima de la media estándar nacional hoy en día. ¿Es duro ser padre de siete hijos? ¿Son sus hijos felices?
He oído que hace falta tener aproximadamente 2.3 hijos por familia para mantener una población. En el mundo occidental, la mayoría de los países no llegan a esta cifra y desde el punto de vista práctico es necesario tener hijos. Pero sobre todo y más importante es vivir tu matrimonio en cooperación con la Ley Natural y no en contra, lo que trae muchas bendiciones, en las que se incluyen los hijos. ¡Y vaya si son una bendición! Sí, existen retos. Es un trabajo duro, puede llegar a ser cansado y cuesta dinero alimentarlos, vestirlos y escolarizarlos. Pero con Dios todo es posible. Contando con el compromiso de mi matrimonio, el amor de mi esposa y madre y teniendo al buen Señor cerca… siete no parece tanto.
Creo que mis hijos se dan cuenta de las ventajas que tiene provenir de una familia grande, saben cómo les beneficia y disfrutan de sus hermanos (bueno, la mayoría de las veces). Aunque sobrepasan en número a Mamá y Papá, nunca les falta atención, apoyo o ayuda. Siempre hemos estado y estamos agradecidos por la oportunidad de criar y amar a nuestros hijos (incluso cuando son adultos).
Con una familia grande, nunca nos sentiremos abandonados. Nunca sufriremos solos. Nunca estaremos sin el apoyo de uno u otro… y nunca olvidaremos cómo Dios verdaderamente nos ama y cómo vemos Su amor revelado en el amor que vivimos en nuestra familia.
¿Cómo ve su papel de padre respecto a sus hijos?
Durante estos años, había veces en las que me sentía más como un chófer para mis hijos que como un padre. Volvía a casa de fuera y pasaba mis tardes y fines de semana llevándolos en el coche de aquí para allá. Pero mirando más profundamente puedo apreciar que nuestras pequeñas charlas en el coche de camino y vuelta de fútbol, lacrosse, el campo de hockey, baloncesto, etc. fueron todas oportunidades de enseñar, amar, comprender y ayudar a mis hijos.
Lo que más hago es rezar, y de esta manera les muestro un ejemplo de cómo todos debemos vivir del Evangelio, apoyando y amando a la Iglesia Católica y viviendo en obediencia al plan que Dios tiene para nosotros. Aunque sea imperfecto, confío en la gracia del Espíritu Santo y en el amor y paciencia de mi mujer para ayudarme a luchar por ser mejor padre y marido.
Sus dos hijas mayores ya no viven en casa: Erin se ha casado recientemente mientras que Kathryn ha sentido la llamada al Opus Dei, que busca difundir la santificación del trabajo, y vive en el extranjero. ¿Cómo han afectado estos cambios a su familia?
La llamada de Kathryn al Opus Dei no ha sido más que una gran bendición para ella y nuestra familia. Siempre he sabido que era una persona brillante, creativa y cariñosa. Su vida como numeraria se manifiesta en el completo gozo y entrega a su llamada. Como me gusta decir, “cuando crezca, ¡quiero ser como mi hija!”. Es fácil ver el amor que tiene a Dios a través del trabajo cada vez que la llamamos, leemos sus cartas, hablamos por Skype o en las grandes ocasiones, le visitamos. Como padres, ver a nuestros hijos crecer tan felices, realizados y tan comprometidos con su Fe… en fin, ¿no es ese acaso el resultado que esperamos y por el que trabajamos y rezamos?
Mi segunda hija, Erin, se casó con un hombre bueno y joven el pasado mayo. No puedo estar más feliz por ellos. La boda en sí ya significaba mucho para nosotros. La esperábamos con ansia, no solo la familia inmediata sino las dos familias al completo, ya que supondría el primer matrimonio de esta generación. Fue un gran evento familiar. Mi mayor preocupación no era cuánto iba a costar o dónde iba a ser el banquete. Era la preocupación de si lloraría como un bebé mientras acompañara a mi hija de camino al altar. Me las arreglé para mantener la compostura en este asunto.
Un simple mensaje: La boda dura un día, el matrimonio una vida entera. Luisa y yo estamos felices de que su casa esté bajando nuestra calle, porque de esta manera continuamos viendo a nuestra hija y a nuestro nuevo yerno creciendo en su nueva vida familiar. Rezamos por ellos y confiamos en que sus vidas juntas se llenarán de tantas bendiciones como las que hemos tenido Luisa y yo como marido y esposa y padres.
Tras casi 30 años de experiencia, ¿qué consejos puede aportar a padres jóvenes?
Tras 30 años de matrimonio bendecido, sigo cometiendo errores y aprendiendo de ellos. Pero a grandes rasgos, ofrezco esta lista de consejos:
1) Mantén a Dios como centro de tu vida; en tu matrimonio, familia y trabajo diario.
2) Él te dio una Iglesia: úsala, participa en ella, benefíciate de ella.
3) Acoge los Sacramentos: Todas las gracias que derraman te fortalecen.
4) Rezad juntos en familia: Incluso una pequeña oración mientras sales de casa en un día ajetreado es buena y saludable.
5) Cumple las obligaciones de tu matrimonio todos los días; amar y estimarse el uno al otro. No siempre es fácil y divertido. Habrá veces en las que te sientas herido o hieras al que amas. Cuando eso pase… mira los puntos 1, 2, 3 y 4.
6) Descubre tu Fe, lee sobre vidas de Santos y haz que tus hijos las aprendan en casa y en una escuela Católica si es posible. La gente pregunta: ¿Cómo alimentamos a un millón de niños hambrientos? … Niño por niño. ¿Cómo convertimos al mundo?… Familia por familia… empieza en casa.
7) Todos los problemas, juicios y adversidades que este mundo te lance son manejables con la acción de Dios en tu vida.
8) Finalmente, como nota práctica, más que no vivir por encima de tus posibilidades, vive por DEBAJO de ellas. Te sorprenderá cuánto puedes hacer, y te sentirás bendecido no sólo por tener un poco más ahorrado en el banco, sino también por tener la capacidad de ser más caritativo.
¿Cuál es su parte favorita de ser padre?
No estoy seguro de poder decir que haya una parte favorita de ser padre. He amontonado tantas experiencias y recuerdos mientras mis hijos crecían: coger en brazos a tu recién nacido, quedarse dormido mientras lees cuentos, todas las fiestas de cumpleaños que mamá mágicamente organizó el mismo día, los Bautizos, simples excursiones familiares al bosque, disfrutar de cenar juntos en familia, reírse a carcajadas mientras jugamos a juegos de mesa, las primeras Comuniones, el primer día de colegio, montar en trineo, enseñarles a conducir, entrenar a sus equipos e incluso los viajes a urgencias. Aunque cada hijo es una bendición única, a veces parece que tengo un gran recuerdo de bebés en el que todos los recuerdos de los diferentes hijos se funden en un jubiloso recuerdo familiar.
Supongo que es la paternidad en su totalidad lo que es la mejor parte. Me ayuda a ser mejor servidor, mejor marido, mejor cristiano, mejor persona.