Hoy día son muchos los retos y desafíos a los que se enfrentan las parejas jóvenes. Si, además, a eso le sumamos que muchos de ellos no cuentan con nadie que les ayude u oriente con una visión cristiana de la relación de pareja, la dificultad se agranda. Pensando en todo esto fue como Oriane y Christophe tuvieron la idea de lanzar la iniciativa: “Bâtir sa maison sur le roc” (“Constuir su casa sobre roca”).
¿En qué consiste vuestro proyecto?
Nuestro sistema utiliza como hilo conductor “la comunicación en la pareja”
Fundamentalmente, consiste en dar formación a las parejas jóvenes, recién casadas o todavía novios, para prepararlos al matrimonio o ayudarles a vivirlo. Nuestro sistema utiliza como hilo conductor “la comunicación en la pareja”, pues pensamos que es en este campo donde surgen las mayores dificultades, que pueden dar al traste para mantener unida a una joven pareja. Organizamos un ciclo cada año, con siete sesiones, una por mes. Los participantes reciben antes de cada sesión un formulario con las ideas que se van a dialogar, y así puedan prepararla con algo de antelación.
¿Cómo os vino la idea de lanzar esta iniciativa?
Pienso que, como casi todas estas iniciativas, poco a poco. Antes de lanzarnos con este proyecto, dábamos conferencias sobre comunicación y nos dimos cuenta de que muchas parejas de la edad de nuestros hijos o de otros amigos se enfrentaban, incluso después de varios años de matrimonio, a problemas serios de comunicación. Entonces nos dijimos: no somos expertos en psicología del matrimonio, ni sabemos nada sobre terapia, pero nosotros podríamos ocuparnos de la prevención. Buscamos y dialogamos con las respuestas a esos problemas, utilizando como fundamento la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la experiencia de nuestras propias vidas.
¿Cómo vinieron las primeras parejas que participaron en vuestro ciclo?
Cuando empezamos, invitamos a muchos conocidos, amigos nuestros o amigos de nuestros amigos. Al final solo vino una pareja, con la que empezamos nuestra actividad. Esto nos sirvió de experiencia. En el ciclo siguiente, hubo tres parejas. Y después, quizá por el éxito de los resultados, se fue inscribiendo más gente. Bastantes personas llegaron a través de las actividades de los scouts, concretamente aquellas en las que participaban nuestros hijos.
¿Qué resultados podéis mostrar ahora ya, en vuestro trabajo de formación de jóvenes parejas recién casadas o que se van a casar en breve?
El resultado después de quince años de actividad es que hemos formado más de ciento cincuenta parejas al matrimonio. Actualmente la inmensa mayoría son felices, con bastantes hijos, y tratan de vivir bien la doctrina católica, irradiando su fe en la sociedad.
Hemos formado más de ciento cincuenta parejas al matrimonio
Hay muchas anécdotas de la vida corriente. Entre lo más significativo está que bastantes parejas, que vivían juntos antes del matrimonio, después de seguir el ciclo y haber oído hablar, quizá por primera vez en su vida, de la riqueza de la castidad antes del matrimonio, decidieron separarse algunas semanas, o incluso meses, antes de la boda. Volvieron a casa de sus padres y así se prepararon para vivir con toda intensidad el día de la celebración del matrimonio. Casi todos afirman que nadie les había aconsejado no vivir juntos antes de casarse. Pero cuando les explicamos las razones, les acabó pareciendo una excelente idea y un desafío que valía la pena afrontar. Esto les ha permitido, en muchos casos, redescubrirse el uno al otro y crecer en el auténtico amor. Todos están muy agradecidos.
Otro suceso que me viene a la cabeza fue la situación a la que tuvo que enfrentarse una pareja días antes de su matrimonio. La madre del chico se oponía a la boda. No sabían qué hacer, se encontraban en un momento de soledad y desamparo. Vinieron a vernos y, tras escucharles con detenimiento, les aconsejamos permanecer firmes en su propósito, abandonándose en la oración y en la confianza en Dios, y seguir queriendo mucho a sus padres. Volvió la serenidad, el matrimonio se celebró de la mejor manera posible y son felices.
les ha llevado en muchos casos a mejorar la ternura en el matrimonio y la apertura a la vida
Un día –ésta es una historia singular que muestra la confianza que estas personas mantienen en el programa–, una señora que había seguido el ciclo y que luego había perdido contacto con nosotros, llamó a mi esposa llorando: habían diagnosticado a su marido un cáncer de cerebro y le daban solo unos meses de vida; tenían dos niños pequeños. Estaba totalmente desamparada, no sabía con quién compartir su dolor y trataba de encontrar un poco de apoyo. Los ayudamos como pudimos. Su marido vivió dos años más, lo que permitió que se preparasen para la separación definitiva. De esta manera el fallecimiento de su marido llegó con dolor, pero sin causar un trauma a la familia.
Como consecuencia de la formación del ciclo, bastantes personas han decidido formarse en los métodos naturales de regulación de nacimientos. Esto les ha llevado en muchos casos a mejorar la ternura en el matrimonio y la apertura a la vida.
¿Los párrocos de las iglesias cercanas, conociendo el proyecto que desarrolláis, os han enviado parejas para que las preparéis al matrimonio?
A lo largo de los años, bastantes sacerdotes han conocido esta iniciativa a través de algunos de sus feligreses o a través de la página web. Muchos han visto los resultados en algunas parejas y, efectivamente, aconsejan el curso a parejas jóvenes que se preparan para el matrimonio. Desde hace unos años, hemos confiado una sesión a un sacerdote, que explica todo lo relativo a la doctrina de la Iglesia y la moral conyugal. Esto facilita también que, los que lo desean, puedan mantener un contacto posterior con el sacerdote.
¿Tenéis planes de expansión de vuestro ciclo de preparación al matrimonio?
Es verdad que hay una tendencia a la expansión. Desde hace tres años, otro matrimonio ha comenzado también un ciclo en los alrededores de Bruselas. Este año ha habido una iniciativa similar en las cercanías de París. Otros matrimonios están interesados en lanzar este ciclo en Grenoble y otros lugares de Francia.