«Alexia nos ayuda a descubrir el rostro siempre joven de Cristo»

El jueves 5 de julio de 2018, el Papa Francisco autorizó la promulgación varios decretos de virtudes heroicas, entre los que se encuentran los relativos a dos adolescentes: el anglo-italiano Carlo Acutis y la española Alexia González-Barros, que fallecieron —respectivamente— a los 15 y 14 años de edad. Alexia, madrileña, falleció en 1985, tras una dolorosa enfermedad que la había dejado paralítica un año antes. Carlo falleció en Milán, en 2006, a causa de una agresiva leucemia.

Alexia González-Barros.

La asociación que promueve la causa de canonización de Alexia, en el ámbito de la archidiócesis de Madrid, manifiesta en un comunicado su alegría y su convicción de que “muchas personas en todo el mundo se unirán a nuestra acción de gracias a Dios Nuestro Señor”.

Alexia era la menor de siete hermanos. Sus padres, Francisco y Moncha, vivían la fe cristiana con naturalidad. Desde los 4 años fue alumna del colegio Jesús Maestro, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, donde se la recuerda mucho y en cuya capilla solía rezar a diario. Al cumplir 8 años, hizo su primera comunión en la iglesia de Santa María de la Paz, en Roma, y durante ese viaje familiar consiguió saludar a san Juan Pablo II y al beato Álvaro del Portillo. Durante el bachillerato, comenzó a acudir también a un centro juvenil del Opus Dei, donde participaba con sus amigas en las catequesis y en otras actividades de carácter cultural y espiritual.

Alexia era la menor de siete hermanos. Sus padres, Francisco y Moncha, vivían la fe cristiana con naturalidad.

Su enfermedad —un sarcoma de Ewing— se diagnosticó a los 13 años. Las operaciones y los procesos de recuperación iban acompañados de grandes dolores. Ella edificaba a todos con su paz y su capacidad de mantener y transmitir alegría en medio de la enfermedad. Su hermano Francisco, cuando en 2011 se presentaba el documental Alexia de Pedro Delgado, explicaba: “Alexia vivía una relación clara, evidente y cercana con Jesús. La fuerza del caso de Alexia se reduce a esto: ella creyó”.

Al estudiar su figura para ese documental, Delgado la descubrió “como una persona extrovertida y muy curiosa. Acudía con regularidad a los conciertos del Teatro Real, pero también le interesaba el flamenco, disfrutaba con Eurovisión…”. Su humor y fortaleza frente a la enfermedad han inspirado a muchos otros enfermos.

Ofrecía sus dolores y sufrimiento por la Iglesia y por sus familiares y amigos. Hasta los últimos momentos repetía con frecuencia aquella jaculatoria que solía usar cuando se encontraba ante el sagrario, para saludar al Señor: “Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras”.

La web del próximo sínodo presenta a Alexia como uno de los “jóvenes testigos”, resaltando que “su joven vida ha dejado un ejemplo de fe y un rastro de paz que mueven a descubrir [...] el rostro, siempre joven de Cristo”. También subraya su sencilla y profunda piedad, “fruto de la filiación divina vivida en las pequeñas cosas. Alexia había aprendido a fiarse de su padre Dios y eso le hacía vivir la alegría aun en medio de los mayores dolores y dificultades. Sabía que su dolor tenía sentido, que tenía un tesoro entre las manos, y lo ofrecía diariamente por la Iglesia, el Papa y todas las personas que llevaba en su corazón”.

Desde 2004 el cuerpo de Alexia González-Barros descansa en la madrileña iglesia de San Martín de Tours

Desde 2004 su cuerpo descansa en la madrileña iglesia de San Martín de Tours. El sepulcro de Alexia se encuentra en el primer tramo de la nave lateral izquierda, bajo un óleo que representa a la Virgen adolescente, leyendo en compañía de sus padres, san Joaquín y santa Ana. Desde entonces acuden hasta allí numerosos amigos y devotos, para pedir su intercesión ante el Señor.

Carlos Acutis, un apasionado de internet y de la Eucaristía

Carlo Acutis falleció en octubre de 2006, cuando tenía 15 años, a causa de una agresiva leucemia. El adolescente, nacido en Londres pero oriundo de Milán, conmovió a familiares y amigos al ofrecer todos los sufrimientos de su enfermedad por la Iglesia y el Papa, de un modo similar a lo que había hecho Alexia unos años antes.

Desde que recibió la primera comunión a los 7 años nunca dejó de asistir a la cita cotidiana con la misa. Antes o después de la celebración eucarística, se quedaba delante del sagrario para adorar al Señor en el Santísimo Sacramento. La Virgen era su gran confidente y nunca dejaba de honrarla rezando cada día el santo rosario. “La modernidad y la actualidad de Carlo —explicaba el cardenal Angelo Comastri— conjugan perfectamente con su profunda vida eucarística y devoción mariana, que han contribuido a que llegase a ser un chico muy especial al que todos admiraban y amaban”.

Carlo Acutis.

Carlo solía decir a sus amigos: “Nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es nuestra patria. Desde siempre el Cielo nos espera”. Suya es también la frase: “Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. Para dirigirse hacia esta meta y no “morir como fotocopias”, Carlo explicaba que nuestra brújula era la palabra de Dios, con la que tenemos que confrontarnos. Pero para alcanzar una meta tan alta hacen falta medios muy especiales: los sacramentos y la oración. Carlo situaba en el centro de su vida el sacramento de la eucaristía que llamaba “mi autopista hacia el Cielo”.

Una de las pasiones de Carlo era la informática, hasta tal punto que tanto sus amigos como los adultos licenciados en ingeniería informática lo consideraban un genio. Los intereses de Carlo abarcaban desde la programación de ordenadores, pasando por el montaje de películas y la creación de sitios web, hasta los boletines —en los que se ocupaba también de la redacción y la maquetación— y el voluntariado con los más necesitados, con los niños y con los ancianos. Creó un website para difundir la devoción eucarística en internet.

Este joven fiel de la diócesis de Milán, antes de morir, afirmaba: “Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. Con estas pocas palabras Carlo, en el periodo final de su leucemia, traza el rasgo distintivo de su breve existencia: vivir con Jesús, para Jesús, en Jesús. “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios”. Como explicaba el cardenal Comastri, “Carlo también nos pide a nosotros lo mismo: nos pide que contemos el Evangelio con nuestra vida para que cada uno de nosotros pueda ser un faro que ilumine el camino de los demás”.


Decreto de las virtudes heroicas de los tres jóvenes: el anglo-italiano Carlo Acutis, el italiano Pietro di Vitale y la española Alexia González-Barros