"El día del triunfo del Señor"

El día del triunfo del Señor, de su Resurrección es definitivo. ¿Dónde están los soldados que había puesto la autoridad? ¿Dónde están los sellos, que habían colocado sobre la piedra del sepulcro? ¿Dónde están los que condenaron al Maestro? ¿Dónde están los que crucificaron a Jesús?... Ante su victoria, se produce la gran huida de los pobres miserables. Llénate de esperanza: Jesucristo vence siempre. (Forja, 660)

Al caer la tarde del sábado, María Magdalena y María, madre de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar el cuerpo muerto de Jesús. –Muy de mañana, al otro día, llegan al sepulcro, salido ya el sol. (Marc., XVI, 1 y 2.) Y entrando, se quedan consternadas porque no hallan el cuerpo del Señor. –Un mancebo, cubierto de vestidura blanca, les dice: No temáis: sé que buscáis a Jesús Nazareno: non est hic, surrexit enim sicut dixit –no está aquí, porque ha resucitado, según predijo. (Math., XXVIII, 5.)

¡Ha resucitado! –Jesús ha resucitado. No está en el sepulcro. –La Vida pudo más que la muerte.

Se apareció a su Madre Santísima. –Se apareció a María de Magdala, que está loca de amor. –Y a Pedro y a los demás Apóstoles. –Y a ti y a mí, que somos sus discípulos y más locos que la Magdalena: ¡qué cosas le hemos dicho!

Que nunca muramos por el pecado; que sea eterna nuestra resurrección espiritual. –Y, antes de terminar la decena, has besado tú las llagas de sus pies..., y yo más atrevido –por más niño– he puesto mis labios sobre su costado abierto (Santo Rosario. 1º misterio glorioso).

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