50 años del Instituto Chapultepec (México)

Hace cincuenta años nació la segunda obra corporativa del Opus Dei en el ámbito escolar: el Instituto Chapultepec (México). Ahora, el colegio renueva su intención de formar buenos estudiantes que contribuyan al desarrollo material y espiritual de la sociedad mexicana.

Dos alumnos, en una clase de Ciencias.

“A ser hombre se aprende”. Este es el lema del Instituto Chapultepec que, desde hace 50 años, educa a jóvenes de la ciudad de Culiacán, al noroeste de México.

Chapultepec fue el segundo colegio en el mundo impulsado por padres de familia que, animados por San Josemaría, querían dar una educación escolar de calidad y cristiana a sus hijos. El primero fue Gaztelueta, colegio creado en 1951 en Bilbao (España).

Actualmente, Chapultepec ha contribuido a la sociedad mexicana con 42 promociones de alumnos.

En los años 50, Gonzalo Ortiz de Zárate, que poco antes había llegado a México para impulsar el trabajo apostólico del Opus Dei en el país americano, se trasladó a la ciudad de Culiacán para trabajar en una empresa agrícola y dar clases de matemáticas en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Interesado en mejorar la preparación de los jóvenes de la ciudad, reunió a varias familias y les propuso iniciar un colegio. Así nació el Instituto Chapultepec.

LO PRIMERO, LOS PADRES

El escudo del colegio.

El escudo del colegio –ideado por don Pedro Casciaro, otro de los primeros fieles del Opus Dei en México- resume el ideal del centro y tiene su origen en la “Tira de la Peregrinación”, también llamada "Códice Boturini": uno de los documentos antiguos más conocidos de la cultura náhuatl.

En este antiguo documento se representa, entre otras leyendas, a un saltamontes sobre una colina. Desde este cerro, mana agua limpia que riega un fértil valle. Ése es el objetivo del colegio: regar la sociedad con la educación.

Alegría desde los comienzos.

“En los comienzos –recuerda Héctor Peña, del grupo impulsor inicial-, no teníamos dinero, ni otros recursos materiales, sólo una gran ilusión y disposición para trabajar arduamente por la educación de nuestros hijos”.

“San Josemaría enseñaba que en estos proyectos educativos lo primero son los padres; luego, los profesores; y, finalmente, los alumnos”, explica. Por eso, actualmente se organizan un gran número de actividades para las familias: conferencias, visitas a centros culturales, clases de doctrina cristiana, etcétera.

Además de las materias escolares ordinarias, el colegio insiste mucho en la enseñanza de idiomas –inglés y francés, fundamentalmente- y la práctica de deportes.

La coordinación con los padres, fundamental desde los inicios hasta hoy.

¿Y para el futuro? Roberto Vázquez, antigüo administrador y preceptor del colegio, desea continuar ofreciendo excelencia académica.

Pero también apunta un sueño: “Conseguir que los padres de familia se involucren en otras instituciones de la misma categoría que ésta, pero para personas de escasos recursos”.

“El sueño es llevar la misma calidad de educación a otros estratos de la sociedad; es algo que tiene que ser promovido por los padres. No es problema del gobierno, sino de que cada uno se pregunte: ‘Y yo ¿qué puedo hacer?’… Porque, en la medida en que uno tiene más, debe dar más; no de lo que le sobra, sino de lo que ya tiene”.