Vida ordinaria

El cristiano corriente puede buscar la santidad a través de las circunstancias de su vida y de las actividades que desarrolla. En palabras del fundador del Opus Dei: «La vida ordinaria puede ser santa y llena de Dios»; «el Señor nos llama a santificar la tarea corriente, porque ahí está también la perfección cristiana». Por tanto, todas las virtudes son importantes para el cristiano: la fe, la esperanza y la caridad, y las virtudes humanas, como la generosidad, la laboriosidad, la justicia, la lealtad, la alegría, la sinceridad, etc. También ejercitando esas virtudes, el cristiano imita a Jesucristo.

Otra consecuencia del valor santificador de la vida ordinaria es la trascendencia de las pequeñas cosas que llenan la existencia de un cristiano corriente. «La santidad "grande" está en cumplir los "deberes pequeños" de cada instante», enseñaba el fundador del Opus Dei. Son cosas pequeñas, por ejemplo, los detalles de servicio, de buena educación, de respeto a los demás, de orden material, de puntualidad, etc.: cuando se viven por amor de Dios, esos detalles no son irrelevantes para la vida cristiana.

Entre las realidades ordinarias sobre las que un cristiano corriente debe edificar su santificación y a las que debe dar, por tanto, una dimensión cristiana se cuentan —para la mayoría de las personas— el matrimonio y la familia. «El matrimonio no es, para un cristiano, una simple institución social, ni mucho menos un remedio para las debilidades humanas: es una auténtica vocación sobrenatural».

Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar con el trabajo. La santificación del trabajo ordinario es como el quicio en el que se apoya la entera vida espiritual del cristiano corriente. Santificar el trabajo exige realizarlo con la mayor perfección humana posible (competencia profesional) y con perfección cristiana (por amor a la voluntad de Dios y en servicio de los hombres).

Según el espíritu del Opus Dei, el trabajo, la actividad profesional que cada uno desempeña en el mundo, puede ser santificado y convertirse en camino de santificación: «al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora» . Cualquier trabajo honrado, ya sea importante o humilde a los ojos de los hombres, es ocasión de dar gloria a Dios y de servir a los demás.

«Somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad, y el Señor nos quiere santos, apostólicos, precisamente en medio de nuestro trabajo profesional, es decir, santificándonos en esa tarea, santificando esa tarea y ayudando a que los demás se santifiquen con esa tarea».