Un Padre con corazón universal

Artículo de Mons. Francis Wurmser, Vicario regional del Opus Dei en América Central Norte, publicado en Prensa Libre (Guatemala) el 23 de diciembre.

Mons. Javier Echevarría durante su último viaje pastoral a Centroamérica, acompañado por Mons. Francis Wurmser.

Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei, partió a la Casa del Padre el reciente 12 de diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe. Tenía 84 años, vividos con intensidad y abnegación. Siendo adolescente vio clara su vocación al Opus Dei -llamada a una entrega total a Dios en medio del mundo- y respondió generosamente y con fidelidad hasta el último momento de su vida. Tuve la inmensa dicha -verdadera gracia de Dios- de conocerle personalmente y de tratarle de cerca.

Don Javier Echevarría fue elegido Prelado del Opus Dei, cuando Mons. Álvaro del Portillo, primer sucesor de San Josemaría Escrivá, falleció en 1994. Era consciente de ser sucesor de dos santos, y pedía oraciones para la misión que se le había confiado. A partir de entonces advertí cómo el Señor dilató su corazón… hasta hacerlo universal. Siempre, pero especialmente los 22 años que sirvió a Dios y a la Iglesia como Prelado del Opus Dei, lo vi así: con un corazón enorme. Sabía querer, y querer de verdad, llegó a amar a millares de personas de todos los Continentes.

Siendo su tarea universal, en esos años fui testigo de cómo impulsaba y seguía la labor del Opus Dei concretamente en Guatemala, Honduras y El Salvador. Además de sus viajes a Guatemala acompañando a San Josemaría y luego al Beato Álvaro, recuerdo sus inolvidables estancias entre nosotros, como Prelado, en los años 2000 y 2014. Fueron días de gozo, en los que le vi darse del todo, con alegría; interesarse por todos, con fina atención. Nos dio ejemplo de fe, de profunda vida interior, de oración y penitencia. Celebraba la santa Misa con unción, mantenía una continua presencia de Dios, hacía sus ratos de oración mental con recogimiento, se dirigía a Cristo Crucificado con especial amor. Lo vi venerar la imagen del Santo Cristo de Esquipulas de la Catedral de Guatemala, en dos ocasiones: lo hizo ¡con tanto cariño y tanta fe! Le conmovió contemplar la imagen del Crucificado que se instalaría en el oratorio de la Universidad del Istmo, de la que era Presidente Honorario: comentó que era una imagen muy realista que reflejaba vivamente los sufrimientos de Jesús en su Pasión…, y al verlo le dio un beso en el rostro mientras le preguntó a Jesús: “¿por qué has querido sufrir tanto?”, y, como nos comentó, el Señor le hizo comprender la respuesta: “porque el Amor se prueba con el sacrificio”. “Y –añadía- como el Amor de Jesucristo es tan grande que no puede expresarse, quiso que nos quedase esa prueba palpable del amor a través de la Pasión”. Mons. Javier Echevarría nos ha dejado un maravilloso ejemplo de caridad: en él era notable ese hábito de olvidarse totalmente de sí mismo, para vivir pendiente de los demás, en especial de los más necesitados: entre muchas labores, impulsó directamente la ampliación de los estudios secundarios en el Centro Educativo Técnico Laboral Kinal, llegando a 600 nuevos alumnos cada año; visitó también el Colegio Junkabal con un impacto considerable en la formación de la mujer guatemalteca, animándoles a llegar a más. Conociendo las necesidades de Guatemala, nos hizo considerar la responsabilidad personal para construir una sociedad más justa y solidaria, y nos movió a actuar con mucha iniciativa y magnanimidad. Hacía agradable la vida a todos y les movía suavemente hacia Dios. Con su llamativo buen humor nos ayudaba y daba ejemplo para ser siempre alegres, como buenos hijos de Dios. Nos removía a todos. Dios le dio el don de tocar el corazón de millares de personas, para acercarlas a la fe y ayudarlas en el camino de la santidad en lo ordinario de cada día. Era palpable su inmenso amor a la Iglesia y al Papa, a quien servía con fervor y entusiasmo.

En estos momentos especiales nos ha consolado las palabras llenas de cariño que el Papa Francisco envió a Mons. Fernando Ocáriz, Vicario auxiliar del Opus Dei: “Apenas recibida la triste noticia del inesperado fallecimiento de Monseñor Javier Echevarría Rodríguez, Obispo prelado del Opus Dei, deseo hacerle llegar a usted y a todos los miembros de esa Prelatura mi más sentido pésame, al mismo tiempo que me uno a vuestra acción de gracias a Dios por su paternal y generoso testimonio de vida sacerdotal y episcopal. A ejemplo de San Josemaría Escrivá y del Beato Álvaro del Portillo, a quienes sucedió al frente de toda esa familia, entregó su vida en un constante servicio de amor a la Iglesia y a las almas. Elevo al Señor un ferviente sufragio por este fiel servidor suyo para que lo acoja en su gozo eterno y lo encomiendo con afecto a la protección de nuestra Madre, la Virgen de Guadalupe, en cuya fiesta entregó su alma a Dios. Con estos sentimientos, y como signo de fe y de esperanza en Cristo Resucitado, les otorgo a todos la confortadora bendición apostólica. Vaticano, 13 de diciembre de 2016. Francisco.

Finalmente, quiero recordar la gran devoción que tenía a la Santísima Virgen: su vida estaba llena de amor mariano. Causa una profunda impresión que, como señala el Papa, la Virgen haya querido llevárselo en su fiesta de Guadalupe.

Doy las gracias a multitud de personas que en estos días me han hecho llegar su sentido pésame, sus oraciones y sus muestras de afecto. A nuestro querido Arzobispo, Mons. Oscar Julio Vian Morales, su cercanía, especialmente su participación en la Misa en Catedral y sus palabras de ánimo y aliento. Y a tantas personas de quienes he recibido condolencias: arzobispos y obispos, sacerdotes diocesanos y religiosos, Superioras y hermanas religiosas, amigos judíos, hermanos cristianos, reconocidos profesionales, abogados, médicos, educadores; obreros, estudiantes, muchos jóvenes, amas de casa, empleadas del hogar, periodistas, y sobre todo muchas familias: tantos testimonios de comunión fraterna y solidaridad: ¡gracias de todo corazón!

Mons. Francis Wurmser

Vicario regional del Opus Dei en América Central Norte

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