Trabún, "todos juntos" por la formación integral de niños y jóvenes

Juan Antonio Álvarez es un joven ingeniero cuya vida está marcada por un gran deseo de hacer una diferencia en la sociedad. Hace nueve años, junto con un grupo de amigos, comenzó a compartir los sábados con niños de barrios periféricos de Santiago. Este compromiso llevó a la creación de «Trabún» en 2015, una fundación cuyo nombre en lengua mapudungún, nativa de uno de los pueblos originarios de Chile, significa "Todos juntos".

Lo que comenzó con seis exalumnos del colegio Tabancura ahora llega a más de 80 mil estudiantes en 11 regiones de Chile. Trabún es una fundación que busca dar una formación integral -académica pero también en valores- a niños a lo largo de todo el país. 

Lo que hace especial a Trabún es su enfoque integral en la formación de los estudiantes. A través de programas de religión y aprendizaje socioemocional, busca complementar la educación académica con valores, desarrollo personal y espiritualidad. Y su objetivo es claro: hacer que los alumnos sean más felices y ayudarles a descubrir su propósito en la vida, proporcionándoles las herramientas necesarias para alcanzarlo.

Juan Antonio Álvarez es un joven ingeniero con un gran deseo de hacer una diferencia en la sociedad. Hace nueve años, junto con un grupo de amigos, comenzó a ir los sábados a compartir con niños de barrios periféricos de Santiago. Este compromiso llevó a la creación de Trabún en 2015, una fundación cuyo nombre en lengua mapudungún, nativa de uno de los pueblos originarios de Chile, significa "Todos juntos".

Esta es su historia, en la que habla sobre la misión de esta iniciativa, pero también sobre cómo le ha ayudado el Opus Dei en su vida personal y profesional, su familia o el espíritu secular de Trabún.


Me llamo Juan Antonio Álvarez, soy ingeniero comercial y soy parte del grupo fundador de Trabún y actual director ejecutivo. Llevo 4 años trabajando acá a tiempo completo. 

En su visita a Chile hace 50 años san Josemaría dijo “soñad y os quedaréis cortos”. Yo lo pienso en Trabún y realmente nos hemos quedado muy cortos. Partimos como un grupo de amigos que hacen talleres los sábados en la mañana y hoy día trabajamos con más de 80.000 estudiantes en 11 regiones del país.

Ninguno de los que empezamos nos imaginamos que alguna vez íbamos a tener estos frutos, y cuando después yo lo explico, y me dicen: ¿por qué te ha ido bien?, digo: en primer lugar, por ayuda de arriba, no tengo ninguna duda que hay mucha ayuda de Dios en esto; y lo segundo, por el equipo. Por el equipo que acá se ha formado, en verdad un equipo muy profesional, muy humano, que le ha puesto todo el corazón, las ganas y también el trabajo para que esto salga.

Trabún nace el 2015 después de ir a visitar Bajos de Mena (un barrio muy pobre a las afueras de Santiago de Chile). Conversamos con la presidenta de una junta de vecinos que nos llevó a conocer los blocks (viviendas pequeñas, en barrios periféricos y marginales de las ciudades, en ocasiones sin los recursos básicos como agua o electricidad) y nos dimos cuenta conociendo a las familias que allí vivían de la gran necesidad que tenían ellos de formación para sus hijos.

Nos dijeron: "los niños son el futuro, necesitamos un lugar en que puedan entretenerse y recibir formación los días sábados en la mañana", y de ahí partió Trabún en 2015. Hoy día en la fundación trabajamos 45 profesionales y más de 100 voluntarios y eso nos ha permitido que el próximo año trabajemos con unos 150 colegios y más de 100.000 alumnos. 

Eso en realidad es algo que nunca nos pudimos imaginar, y que está haciendo que en cada colegio podamos no solo entregar el conocimiento de la formación que dan los profesores, sino también apoyar al alumno en una dimensión integral: en su espiritualidad, en su corazón, en sus afectos ,y que se den cuenta que es un complemento indispensable. 

La formación en valores tiene que ser un complemento de la formación académica y hace que se logren también mejores resultados académicos y que sea una prioridad en el colegio, porque finalmente lo que nosotros queremos lograr es que los alumnos sean más felices y que descubran cuál es su propósito en la vida y darles herramientas para que lo logren.

De san Josemaría a mí en lo personal me ha marcado la homilía “Amar al mundo apasionadamente”. Nos muestra que los laicos desde el lugar en el que estemos podemos encontrarnos con Jesús. Eso en la formación que nosotros trabajamos: formación espiritual, en valores, socio-emocional, etc., uno podría pensar que tiene que estar más ligada a los sacerdotes, pero también la pueden entregar los laicos y tenemos una misión ahí.

También queremos recristianizar el país y ayudar a que en todos los colegios se pueda tener una formación integral: apoyar a las familias y a los colegios y que eso venga desde los laicos. No viene de un movimiento religioso, sino que es de un grupo de amigos que empezamos con esto y a los que después se ha sumado un equipo muy comprometido.

Yo le agradezco en primer lugar mucho a mis papás pero también al colegio y al Opus Dei por la formación que he recibido, y que en parte es también inspiración y que me fue quizás dando un sello de la importancia de lo social, del servicio a los demás, además de la piedad y de una relación con Dios.

En el mismo inicio de Trabún partimos de exalumnos del colegio de Tabancura que es una de las obras que impulsa el Opus Dei en Chile y después nos fuimos diversificando llegando a voluntarios de distintos colegios, universidades, hasta después armar el equipo profesional. 

Yo creo que en la semilla de todo esto está la formación que he recibido, porque en parte es lo que me inspira, junto con otros amigos y las principales motivaciones que ellos tenían, a dar inicio a Trabún y este sueño de servir al país a través de la formación en el colegio.