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Cano y Méndiz, respectivamente secretario y subdirector del Istituto Storico San Josemaría Escrivá son investigadores habituales de la revista y su firma es un referente para la presentación de textos inéditos de san Josemaría, pues participan habitualmente en su publicación y en la elaboración de los comentarios histórico-críticos que los acompañan.
En el artículo Los primeros pasos de la “obra de San Gabriel” (1928-1950) se trata la historia del desarrollo de la actividad apostólica del Opus Dei con personas casadas, o con previsible vocación al matrimonio, entre 1928 y 1950, con especial referencia a los escritos más antiguos del fundador sobre la materia, al nacimiento, la evolución y la disolución de la Sociedad de Colaboración Intelectual (So-Co-In) y a la llegada al Opus Dei de los primeros supernumerarios en torno a 1948.
El artículo Los primeros supernumerarios del Opus Dei. La convivencia de 1948 detalla las circunstancias en las que se incorporaron a la Obra los primeros miembros casados; un deseo largamente preparado por el fundador, que recibió el impulso definitivo en septiembre de 1948, cuando —después de haber obtenido un reconocimiento por parte de la Santa Sede en ese sentido— organizó una convivencia en la que participaron quince personas: el desarrollo de esas jornadas, en las que san Josemaría explicó muchos detalles de la vida de los supernumerarios, se ha podido reconstruir en parte gracias a las notas y testimonios de algunos asistentes.
Como ha señalado el prelado del Opus Dei, «la llamada presupone una elección y se dirige [...] a una misión: ser y hacer el Opus Dei en la Iglesia. En la Instrucción de San Gabriel, refiriéndose a las supernumerarias y a los supernumerarios, escribe san Josemaría: “Yo veo esta gran selección actuante (…). Todos, cada uno sabiéndose escogido por Dios, para lograr su santidad personal en medio del mundo, precisamente en el lugar que en el mundo ocupa, con una piedad sólida e ilustrada, de cara al cumplimiento gustoso —aunque cueste— del deber de cada momento”[1]. Por tanto, no veamos nunca la vocación como un conjunto de exigencias, de obligaciones —aunque las tenga, lógicamente— sino, antes que nada, como una elección de Dios, como un gran don de Dios»[2].
Aunque el libro contiene algunas referencias a la labor de san Gabriel entre las mujeres —es muy significativa la mención que hace Méndiz del caso de la que parece haber sido la primera persona casada del Opus Dei, Antonia Sierra (1895-1939), una enferma de tuberculosis que había sido abandonada por su marido—, en el momento al que se refieren los estudios que se recogen en este texto el apostolado con mujeres casadas apenas había comenzado; por eso escasean las menciones a la existencia de supernumerarias.
Igual se podría decir del apostolado desarrollado entre varones casados de todo tipo de profesiones. Por ejemplo, los quince participantes en la convivencia de 1948 en Molinoviejo tenían una titulación superior. En poco tiempo, la labor de san Gabriel se extendería de modo amplio a todo tipo de situaciones: «“Entre los supernumerarios, hay toda la gama de las condiciones sociales, de profesiones y de oficios. Todas las circunstancias y las situaciones de la vida son santificadas por esos hijos míos —hombres y mujeres—, que dentro de su estado y de su situación en el mundo, se dedican a buscar la perfección cristiana con plenitud de vocación”[3]. Fijaos en cómo insiste nuestro Padre en la plenitud de vocación. Por lo que se refiere a la variedad, es claro que se sigue del hecho de que la Obra es un camino de santificación y apostolado en la vida ordinaria; una vida ordinaria que admite toda la variedad de lo humano y honesto»[4].
[1] Instrucción para la obra de San Gabriel, n. 9.
[2] Carta de Fernando Ocáriz, 28 de octubre de 2020, n. 23.
[3] Carta de Josemaría Escrivá de Balaguer, 9 de enero de 1959, n. 10.
[4] Carta de Fernando Ocáriz, 28 de octubre de 2020, n. 23.