La ley de oro

En el marco de la Jornada mundial de los pobres, convocada por el Papa Francisco, la Asociación Hondureña para la Promoción Educativa (AHPE), promovida por fieles y cooperadores del Opus Dei en Tegucigalpa, organizó un almuerzo familiar para personas de escasos recursos en el Cerro Juana Laínez y también una Santa Misa que fue presidida por el Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga.

Cuando recibimos cualquier tipo de servicio todos agradecemos una atención personalizada —y mejor todavía si nos atiende el propietario de un negocio—, un servicio prestado con competencia profesional, un trato afable y —como la guinda del pastel— un gesto que nos sorprenda positivamente, como un regalo o un descuento.

FAMILIAS QUE PARTICIPAMOS DE LAS ACTIVIDADES FORMATIVAS EN CENTROS DE FORMACIÓN DEL OPUS DEI, ORGANIZAMOS UNA ACTIVIDAD DE SOLIDARIDAD A BENEFICIO DE 200 PERSONAS NECESITADAS DE TEGUCIGALPA.

Teniendo como directriz la regla de oro evangélica —hacer por los demás lo que nos gustaría que hicieran por nosotros—, el pasado domingo 13 de noviembre, en el marco de la VI Jornada mundial de los pobres, familias que participamos de las actividades formativas en centros de formación del Opus Dei, organizamos una actividad de solidaridad a beneficio de 200 personas necesitadas de Tegucigalpa.

Tuvo lugar en uno de los mejores parques recreativos de la ciudad, al que acudimos de vez en cuando con nuestras propias familias. Nuestros invitados viven en el radio de un kilómetro del parque, aunque no suelen visitarlo por limitaciones económicas.

La pastoral social de la parroquia cercana colaboró con las visitas a las casas de las familias para invitarlas personalmente. El marbete que portaba cada uno en el evento nos facilitó llamarles por su nombre en todo momento y hacerles sentir en casa.

El Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, les celebró la eucaristía a las 9:00 a.m. en la iglesia más cercana. Su eminencia pudo saludar a varios de los agasajados antes de la Misa.

                       El Templo estuvo concurrido para la celebración de la Misa


«¡EL CARDENAL NOS DIO LA MISA!» DIJO UNA DE LAS ASISTENTES

Un servicio de autobús trasladó a las personas de la iglesia hasta el corazón del parque para continuar con la celebración. «¡El Cardenal nos dio la misa!» dijo una de las asistentes y doña Amparo comentó: «¡Uy! ¡Qué misa, qué paz!».

Durante una hora, un mago profesional hizo disfrutar a las familias con sus trucos y ocurrencias. Una reconocida empresa de cateringse encargó de la elaboración de los almuerzos. Kelvin dijo satisfecho: «nunca en mi vida había comido una carne tan rica». Milton, dueño de esa empresa, acudió con sus hijos para unirse a las otras familias voluntarias y servir la comida. El detalle no pasó desapercibido. Doña Amparo relata: «¡Qué niños más atentos!, dándonos café, agua, refresco...».

Después de la comida, tuvimos un bingo conducido por una empresa. Los premios —de utilidad doméstica — fueron donados. Quizá el más codiciado, por estar a una semana del inicio del Mundial de fútbol de Catar, fue un televisor de 40 pulgadas.

TAMBIÉN SE ENTREGÓ ROPA A LOS ASISTENTES

Orlando dirige un grupo empresarial familiar de centenares de empleados. Donó ropa nueva, producida en su fábrica, para todos nuestros invitados. Previamente habíamos calculado la talla de ropa de cada uno. Aunque la mejor donación que hizo esta familia fue entregar directamente la ropa a los beneficiados.

A lo largo de la jornada, ofrecimos servicios de peluquería y opciones de diversión para los niños.

Hacia las 4:00 p.m. la jornada llegaba a su fin. Despedimos a nuestros invitados regalándoles a cada uno un bolso deportivo con una merienda especial para comer en casa y otros productos.

Durante el evento, Fuad, presidente de un reconocido club de fotografía, y cuatro colegas fotografiaron a cada una de las familias asistentes. Imprimiremos las fotografías, las colocaremos en retrateras y se las daremos para que recuerden lo que vivieron ese día.

«Qué bello estuvo... faltan palabras para expresar que agradecidos estamos todos... ¡cómo están criando a los niños con ese amor al pobre!» concluyó doña Amparo.

El cuidado de los detalles hicieron que cada uno se sintiera especial y atendido. Manteles dignos en las mesas, los cubiertos empacados con arte y acompañados de una frase de santa Teresa de Calcuta que llegaba al corazón, etc.

Y nosotros, también alegres, decimos ¡misión cumplida!

Era difícil distinguir quién estaba más contento: los beneficiados o nosotros. Nos cuestionamos quién realmente había sido el que había dado y quién el que había recibido. En todo caso, los tres meses de preparación de la actividad valieron la pena.