Artículo Los primeros doctores honoris causa de la Universidad de Navarra (1964-1975) en Studia et Documenta (2014). Hemos copiado una parte, sin las notas a pie de página.
(...) En la misma comunicación interior en la que la cancillería informaba al rectorado de la investidura de Hengsbach, se sugería que propusiesen «dos personalidades de prestigio internacional, seglares, a quienes conceder el Doctorado en la misma ocasión». El rectorado, de acuerdo con los centros, envió una relación de cinco nombres el 18 de octubre de 1973; y el 22 envió otra en que Lejeune ocupaba el segundo lugar (el primero era Hengsbach), antes de que se recibiera un escrito de la cancillería fechado el día 21, en el que presentaba al rectorado la posibilidad de que fuera Lejeune. Es decir, en esta ocasión, tanto la cancillería como el rectorado propusieron al mismo tiempo a la misma persona.
Jérôme Lejeune nació en 1926 en Montrouge (Francia). Obtuvo el doctorado en Medicina en 1951 y en Ciencias Naturales en 1961. En 1952 comenzó a trabajar en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París, donde fue director de investigación. En 1964 fue nombrado profesor titular de la Cátedra de Genética Fundamental de la Universidad de París, y un año más tarde, jefe del Servicio de Genética Fundamental del Hôpital des Enfants Malades. En 1968, asumió el cargo de director ejecutivo del Institut de Progénèse, y dos años más tarde fue nombrado decano de la Unité d´Enseignement et de Recherche.
El profesor Lejeune funda la Citogenética Clínica al verificar por primera vez que un síndrome –el de Down, el mongolismo– es resultado de una alteración en el cariotipo humano: presencia por triplicado de un elemento 21. Descubre la primera translocación en cromosomas humanos. Halla la delección del brazo corto del cromosoma 5, que determina el síndrome «cri del [sic] chat». Postula el fenómeno de la aneusomia de recombinación. Realiza un minucioso análisis comparativo de los cariotipos del hombre y de los primates superiores. Palabras pronunciadas por el padrino, Dr. D. Eduardo Ortiz de Landázuri, decano de la Facultad de Medicina, en elogio del graduado Dr. D. Jérôme Lejeune.
Fue miembro de la Real Sociedad de Medicina de Londres y de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias de Boston. Ocupó importantes funciones internacionales en la Organización Mundial de la Salud. Le concedieron numerosos premios, y sus publicaciones superaban por entonces el centenar.
A Lejeune se le concedió el doctorado honoris causa por la Facultad de Medicina y ejerció de padrino su decano, Eduardo Ortiz de Landázuri.
En el curriculum adjuntado con la propuesta de la cancillería, se exponía la principal razón por la que le proponían como candidato:
Ha sabido defender firmemente la vida humana y la dignidad de la persona humana desde el primer momento de su existencia. En su cátedra de Genética Fundamental de París, en la Academia de Ciencias Morales y Políticas de la capital de Francia, como presidente y fundador de la Sociedad Laissez-les-vivre, o a través de sus numerosas acciones internacionales, el Dr. Lejeune ha defendido –como producto de la más rigurosa investigación genética– la necesidad de proteger la vida humana desde el mismo momento de su concepción. (Anexo de la Comunicación interior de la Cancillería al Rectorado, n. 3449/73, 21 de octubre de 1973).
En la misma ceremonia de investidura, en su discurso, Hengsbach había dicho «me uno, aquí, al aplauso que la Universidad de Navarra da al Profesor Lejeune». Efectivamente, puede decirse que la concesión del grado de doctor honoris causa a Lejeune era un aplauso por su defensa de la vida.
En el contexto de crisis, al que como hemos visto se había referido el obispo de Essen, el gran canciller dijo de los dos nuevos doctores: «Este compromiso personal con la verdad y con la vida, del que han hecho profesión Monseñor Hengsbach y el profesor Lejeune, enlaza con el de los grandes Maestros de todos los tiempos, que no se han dejado arrastrar por ambientes superficiales, ni se han engañado por el espejismo de la fácil novedad. Su ejemplo es un notable y alentador estímulo, cuando […] se debate la humanidad contra una borrasca tremenda».
Cuando la cancillería hizo la propuesta al rectorado de conferir el grado a Lejeune, también había argumentado diciendo: «Está defendiendo muy activamente los principios cristianos en cuestiones de importancia vital para la sociedad». En su discurso, el gran canciller alabó «la firme defensa de la vida humana del Profesor Lejeune».
Además, la defensa de los principios cristianos en y desde el ejercicio de la profesión, era algo totalmente acorde con el espíritu del Opus Dei y, por lo tanto, una de las enseñanzas que la Universidad de Navarra anhelaba transmitir a sus alumnos. Así, el padrino destacó cómo el profesor Lejeune luchaba «contra la ley del aborto legal, con las más sutiles consideraciones científicas, producto de la más rigurosa investigación genética», y por ello dijo: «la Facultad de Medicina siente una extraordinaria alegría al proponer al Profesor Lejeune como partícipe de sus mismas tareas con iguales ideales».
Lejeune fue un ejemplo de científico católico valiente y coherente que defendió desde el ejercicio de su profesión la ley natural y la doctrina de la Iglesia. Quizá por esto el gran canciller dijo:
La Universidad sabe que la necesaria objetividad científica rechaza justamente toda neutralidad ideológica, toda ambigüedad, todo conformismo, toda cobardía: el amor a la verdad compromete la vida y el trabajo entero del científico, y sostiene su temple de honradez ante posibles situaciones incómodas, porque a esa rectitud comprometida no corresponde siempre una imagen en la opinión pública. (Discurso del Gran Canciller, Excmo. y Rvdmo. Mons. D. Josemaría Escrivá de Balaguer).