«El porqué de cada trabajo cambia el modo de trabajar» (2017)

El prelado del Opus Dei ha participado en un congreso sobre el trabajo celebrado en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma). Recogemos algunas frases de su intervención oral, pronunciadas durante el coloquio académico que duró una hora.

Mons. Fernando Ocáriz escucha una pregunta durante el coloquio.

El congreso interdisciplinario sobre el trabajo se organizó en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma) con ocasión de los 500 años de la Reforma protestante.

Monseñor Ocáriz, gran Canciller y ex profesor de la Universidad, comenzó sus reflexiones a partir de la pregunta: ¿Qué significa verdaderamente santificar el trabajo? “En el contexto de la santificación de la vida ordinaria —dijo—, el trabajo ocupa un lugar muy importante; no solo por el tiempo que le dedicamos, que es mucho, sino por las consecuencias que supone para la persona y para los demás. Trabajo y familia son, junto a la relación con Dios, columnas en donde se apoya -como se lee en la narración del Génesis- el designio de Dios para la humanidad”.

Tomando pie de una escena de la película There be dragons, en la que un personaje representa a san Josemaría en el momento de la fundación del Opus Dei, el prelado ha explicado cómo el Señor hizo ver al fundador el valor santificador del trabajo: “En ese momento de la película se le muestra escribiendo las palabras todos y todo. Todos llamados a la santidad; todas las realidades humanas honradas, todos los trabajos pueden y deben ser camino, medio de santidad, de encuentro con Jesucristo. Santificar el trabajo, cualquier trabajo honesto, es hacerlo por Dios y por los demás, lo que exige hacerlo bien. El trabajo procede del amor y lleva al Amor en todas las circunstancias de la vida”.

Santificar el trabajo, cualquier trabajo honesto, es hacerlo por Dios y por los demás, lo que exige hacerlo bien

También, al hilo de unas palabras de san Josemaría (“Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo”), comentó que “no se trata de añadir un detalle piadoso. Se trata de la finalidad: el porqué y para qué se trabaja, que determina el mismo modo de trabajar. ¿Y cuál es este motivo sobrenatural? Es el amor a Dios y el servicio a los otros”.

Varios de sus comentarios se refirieron a un vídeo sobre el trabajo y san Josemaría que se había proyectado previamente:

Luego se dio paso a una extendida ronda de comentarios y preguntas de los asistentes al congreso. Por ejemplo, un profesor universitario citó una conversación con un colega luterano sobre si la santificación del trabajo es algo puramente personal de relación con Dios o si, por otra parte, cambia verdaderamente el trabajo.

Cuando san Josemaría comenzaba a trabajar, decía a Cristo —con palabras o sin palabras—: ‘vamos a hacer esto entre los dos’

Mons. Ocáriz comentó: “Algo se hace santo en la medida en que es ofrecido a Dios. Las cosas de este mundo son ya de Dios, pero a través de nuestra libertad adquieren una dimensión nueva. Con nuestra libertad el trabajo mismo, incluso su materialidad, puede hacerse santo, más de Dios”.

Asimismo, ha recordado que “cuando san Josemaría comenzaba a trabajar, decía a Cristo —con palabras o sin palabras—: ‘vamos a hacer esto entre los dos’. Toda realidad cristiana es siempre en Cristo; no hay otro camino para llegar a Dios”.

Finalmente, una participante preguntó cómo descubrir ese algo divino que se encuentra en todo al que se refiere el fundador del Opus Dei, cuando las labores son tan diversas como ser profesora universitaria y madre de familia. “Descubrir en todo una expresión del amor de Dios por nosotros: en las personas, en las circunstancias, en la materialidad de las tareas, en las contrariedades. San Juan escribe, haciendo como un resumen de la experiencia de los Apóstoles en su trato con Cristo: ‘Nosotros hemos conocido y creído el amor de Dios por nosotros’. Descubrir el quid divinum es ver a los demás como criaturas que Dios ama; ver, también en las dificultades que no comprendemos, el amor escondido de Dios”.