Nonye comenzó un grupo de catequesis en su vecindario en Lagos (Nigeria), y nos invitó a Sinmi y a mí a darle una mano. Con ella, aprendimos mucho y comenzamos un grupo de Catecismo para Niños.
Junto con otras mujeres, algunas de ellas supernumerarias del Opus Dei, trabajamos para hacer de esta iniciativa un lugar de amistad, risas, aprendizaje y crecimiento espiritual. Para los niños, la repetición de oraciones básicas como la Oración al Ángel de la Guarda y el Padre Nuestro son momentos de enseñanza valiosos. Al final de cada clase, hay un rato de recreo para los niños, que van desde los 5 hasta los 10 años. Algunos días, están muy emocionados de participar en las actividades, otros, en cambio, no tanto, y las clases se convierten en pequeñas batallas.
Es cierto que los nigerianos reconocen rápidamente las cosas buenas, así que cuando pronto se corrió la voz en el vecindario sobre la catequesis, muchos padres se unieron con sus hijos. Ahora, el grupo ha crecido y se ha convertido en una comunidad: las familias participan más en la planificación de las fiestas de fin de año y en las demás reuniones, y se ha establecido un horario para facilitar la coordinación de los turnos de atención del club durante el día.
Con el crecimiento vinieron nuevos desafíos: el club superó el espacio original y tuvimos que encontrar un nuevo hogar en una escuela cercana que una vez fue la sede de la escuela primaria Lagoon School. Esta conexión inesperada resultó ser una bendición, pues pronto las aulas se llenaron de vida los sábados y los padres agradecen esta oportunidad para sus hijos.
En los últimos años, hemos experimentado un gran crecimiento. Los asistentes se triplicaron y llegaron más voluntarios. Este año, más de 30 niños y niñas recibieron su Primera Comunión.
A través de esta cadena de esfuerzos grandes y pequeños, he aprendido mucho sobre la confianza, la amistad y la belleza de compartir la fe a través de las familias.
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