Selección de relatos y favores recibidos por personas de todo el mundo

Acudir en caso de necesidad a la intercesión de personas con fama de santidad, es una práctica corriente en la Iglesia. Presentamos una selección de relatos recibidos en la Oficina para la Causa de los Santos de la Prelatura del Opus Dei.

Menos del 1%

Gloria, mi cuñada, estaba embarazada de ocho meses de su quinta hija cuando le fue diagnosticada una anomalía preocupante que los médicos llaman "placenta previa". Unos días más tarde tuvo una hemorragia y fue llevada en ambulancia al hospital. Tras una cesárea de emergencia, la pequeña Amanda vino al mundo con poco más de cinco libras de peso, pero al menos se había conseguido salvar su vida. Gloria, por su parte, seguía perdiendo sangre y su situación iba volviéndose de hora en hora más desesperada. En cuanto se extendió la noticia, sus parientes y amigos decidimos encomendar la recuperación de Gloria a don Álvaro. Dos días después de su ingreso en el hospital, cuando pasé a verla, recé con su madre y con otras dos cuñadas la oración de la estampa. Para entonces Gloria había recibido 51 unidades de sangre y sus riñones estaban dejando de funcionar. Pocos minutos antes se le había administrado la unción de los enfermos: parecía que ya no había nada que hacer. A las ocho de la mañana del día siguiente, su marido me llamó para decirme, eufórico, que aquella noche las constantes vitales de Gloria habían vuelto a la normalidad. En el hospital se hablaba de un milagro, pues ante un cuadro como aquél, las posibilidades de supervivencia eran inferiores al 1%. La rehabilitación ha sido larga pero satisfactoria. Me parece claro el poder del sacramento de la unción de enfermos y la intercesión de don Álvaro.

P.M.H. (Estados Unidos). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

Quería ver la casa el mismo día

Mi hija y su esposo tenían que vender su casa, pues desafortunadamente habían incurrido en muchas deudas que había que saldar. Durante dos años pusieron anuncios y acudieron a empresas de bienes inmobiliarios, pero no aparecía nadie interesado en comprar la casa. Una mañana vino mi hija y me dijo: "Dice Victorita que hay que acudir a la intercesión de don Álvaro del Portillo". Inmediatamente tomé una estampa para la devoción privada de don Álvaro y empecé a rezar por su intercesión. Había rezado tres veces la estampa cuando llamó un señor. Quería ver la casa ese mismo día. Vino, la vio y dijo que era cabal lo que buscaba, y de una vez la compró. No cabe duda que fue la intercesión de don Álvaro.

I.A. (Guatemala). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

Los había recibido D. Álvaro

Mis padres se llevaban mal desde hacía años. Como en una ocasión habían sido recibidos por don Álvaro, le pedí a mi madre que le rezara para que la situación cambiara. También yo recé. Al cabo de algún tiempo, mi madre me llamó para decirme que se había producido un milagro: mi padre había empezado a mostrarse muy cariñoso con ella. También mis hermanos y hermanas están asombrados del cambio que ha habido en nuestros padres. Estoy muy agradecida a mons. Álvaro del Portillo por su eficaz ayuda.

A.P. (Francia). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

La conversión de mi hermano y su esposa

Hace varios años he venido rezando por intercesión de mons. Álvaro del Portillo, pidiendo la conversión de mi hermano y su esposa, con el deseo de que acudiesen al Sacramento de la Confesión. Después de dos años de no vernos, pues ellos viven en otra ciudad, vinieron a Caracas con motivo de una operación de cataratas de mi hermano. El día 18 de febrero invité a mi cuñada para que asistiese conmigo a un retiro mensual que se celebraba al día siguiente, santo de don Álvaro, en un Centro del Opus Dei. La encomendé rezando la estampa para la devoción privada y, ante mi sorpresa, aceptó y, además, se confesó después de 30 años de no hacerlo. Al cabo de 10 días operaron a mi hermano. Operación de mucho riesgo porque le operaban el único ojo en que tenía visión. También recé mucho por intercesión de don Álvaro para que se confesase antes de la operación y que todo saliera bien. El día 28 de febrero le dieron el alta. Ve perfectamente bien y además está muy cerca de Dios y muy feliz por haberse encontrado con Él, después de 30 años. Ahora los dos desean hacer un curso de retiro. Doy gracias a Dios por estos favores, y agradezco a don Álvaro su intercesión.

L.R. (Venezuela). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

El programa pudo seguir

Una amiga trabaja en varios programas de televisión. Un día, su jefe le comunicó que uno de los programas iba a dejar de emitirse: incluso le señaló una fecha para el último episodio. Mi amiga y yo rezamos a don Álvaro para que aquel programa, que transmitía valores y hacía mucho bien al público, no desapareciera. El jefe suavizó al cabo de poco tiempo su posición y el programa pudo seguir emitiéndose.

B.K. (Filipinas). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

Volvió a su vida normal

Hoy me he resuelto a escribir sobre un milagro recibido por gracia del Siervo de Dios monseñor Álvaro del Portillo. Hace aproximadamente cuatro meses, mi madre comenzó con temblores en las manos y en los labios. Fuimos a un doctor y le diagnosticaron el mal de Parkinson. Le recetaron unas pastillas, pero sus temblores no disminuían. Al pasar un mes del comienzo de los temblores, se engripó. Los temblores crecieron tanto que no podía ni llevarse la comida a la boca. (...). Al verse así entró en un pozo depresivo que le incrementó los temblores. En ese momento pensé que don Álvaro del Portillo podría hacer un milagro y comencé a rezarle una novena. Tres días después de terminada la novena, los temblores desaparecieron y mi madre volvió a su vida normal. Hoy extiende sus manos y no le tiemblan lo más mínimo. Ahora que conseguí este milagro de don Álvaro, le encomiendo todos mis problemas, que son unos cuantos, esperando su ayuda.

E.S. (Uruguay). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 5, mayo 2008.

Consiguió plaza en la universidad

Mi hermano acabó el bachillerato. Yo no podía inscribirlo en una universidad privada por falta de dinero. Somos huérfanos y soy la mayor. Pedimos dinero a algunos parientes, pero sin resultado. Un sacerdote me aconsejó rezar por la intercesión de don Álvaro. Empecé una novena. Tenía mucha paz y tranquilidad. Antes de acabarla, mi hermano consiguió plaza en una de las mejores escuelas privadas de la ciudad para seguir los estudios que quería y además, obtuvo una beca. He seguido con la novena para agradecer el favor a don Álvaro. Estoy muy agradecida por este favor y también por otros más pequeños que me ha concedido.

G.L. Abidjan (Costa de Marfil). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 6, noviembre 2009.

Tres en uno

Don Álvaro es mi intercesor para buscar empleos. Ya me ha concedido otros favores que escribí. Esta vez los ha concedido a mí y a dos amigas. Yo tenía un contrato provisional con una empresa farmacéutica, para reemplazar a una mujer embarazada. Pedí a don Álvaro que me asegurara un empleo permanente. En la empresa dijeron que se iba a proceder a una reestructuración del departamento en el que trabajaba, lo que significaba o perder el empleo o bien obtenerlo permanente. A la vez, tenía dos amigas que buscaban empleo para el verano, pero no tenían ninguna experiencia laboral. Por la tarde, rezaba con la estampa de don Álvaro por estas tres intenciones. La respuesta de don Álvaro fue muy rápida. Una de mis amigas encontró trabajo en una tienda cerca de su vivienda. Dos semanas mas tarde, mi jefe me dijo que mi empleo iba a ser permanente. El mismo día, mi otra amiga consiguió también ser contratada en una tienda de zapatos y empezó a trabajar enseguida.

A.S. Montreal (Canadá). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 6, noviembre 2009.

No tenía la culpa

En Navidad aumenta el tráfico en la ciudad. Un día, parada en un semáforo en rojo, un auto manejado por un joven me cerró, y al hacerlo se le rompió el espejo lateral, pues rozó con el mío. Se detuvo y me reclamó diciendo que era culpa mía. Se mostró muy alterado. Le contesté como mejor pude y me fui. Él me siguió, y me cerraba con el coche para tratar de detenerme. Lo hizo tres veces. Cuando creía que ya me había “escapado”, volvió acompañado por un agente de policía. Me detuve. Los dos querían llevarme a la Delegación para arreglar el asunto. Yo me había encomendado desde el principio a don Álvaro. Él sabía que yo no tenía la culpa; además, tampoco tenía dinero para pagar el espejo del coche. En plena discusión en la calle, sin llegar a ninguna conclusión, y yo muy nerviosa, se orilló una camioneta blanca a nuestro lado. De ella bajó una señora que nos dijo que había presenciado todo y que yo no tenía culpa. Que la culpa era del joven, y que yo no iba a ir a la Delegación. Además, dijo que quien podría ir a la Delegación eran ellos dos, pues era miembro del Departamento anti-asaltos: y presentó su credencial. Para terminar exigió al joven que pidiera disculpas. Le agradezco este señalado favor a don Álvaro.

C.H. San José Insurgentes (México). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 6, noviembre 2009.

Lo suyo ha sido un milagro

En febrero de 2004 mi esposo fue sometido a una operación quirúrgica, a consecuencia de la cual fue contagiado por un virus de quirófano que le dejó paralítico de las dos piernas. Durante los primeros cuatro meses estuvo gravísimo. Todos, médicos y familiares, temimos por su vida. En esos días, una vecina y amiga me dio una estampa de don Álvaro para que le pidiese que intercediera cerca de Dios Padre Misericordioso por la salud de mi marido: para que pudiera rehacer su vida activa, y no tener que permanecer en silla de ruedas sin volver a caminar. No dejé un solo día de pedir la intercesión de don Álvaro. Tras ser curado del virus, mi marido pasó por una dura y dolorosa rehabilitación en régimen de internado en una residencia. Ahora camina perfectamente con ayuda de un bastón, y no le quedan secuelas a pesar de sus 86 años. El día del alta en la residencia, uno de los doctores le preguntó si era creyente, y al contestar mi marido que mucho, le dijo: “Lo suyo ha sido un milagro”. Como prometí dar una limosna, les adjunto un cheque para ayudar en la causa de beatificación de don Álvaro. Doy gracias a Dios por habernos dado tal intercesor.

M.G.M. Madrid (España). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 6, noviembre 2009.

Desapareció por completo

Trabajo en la administración de una residencia grande. Un día me caí en el suelo de la cocina y, para no golpearme la cara, puse los brazos. Desde entonces tuve un fuerte dolor en los brazos y en las muñecas. Un dolor que aumentaba, hasta el punto de no poder escurrir un trapo con las manos. Tenía que pedir ayuda para hacer esos movimientos. El médico que me vio dijo que no me había roto nada, y me recetó unas medicinas para calmar el dolor, pero aunque seguí el tratamiento, el dolor no paraba de aumentar. Desde el primer momento me dirigí a don Álvaro para pedirle que pudiera continuar realizando mi labor, ya que me gusta mucho. Un día tuve oportunidad de ir a la cripta donde reposan sus restos, y poniendo las manos sobre la losa le pedí, con absoluta seguridad, que me curara, que me quitara el dolor para seguir trabajando. Empecé a hacer un rato de oración, confiada en que me escuchaba. Llevaba unos diez minutos así, cuando maquinalmente me toqué las muñecas y vi que el dolor había desaparecido por completo. Han pasado tres semanas y trabajo sin sentir el más mínimo dolor.

A.T. Roma (Italia). Publicado enÁlvaro del Portillo, Hoja Informativa, nº 6, noviembre 2009.

Tres años de migrañas

En noviembre de 1998 empecé a tener ataques de migraña, algo que nunca había padecido antes. El primer año solía ser unas 4 ó 5 veces por mes. Después, empeoró y aumentó a unas diez veces por mes. Me declararon incapaz y me dieron de baja para una parte de mi trabajo.

En septiembre de 2001 los dolores empezaron a ser incluso más frecuentes; en noviembre tenía cada dos días migraña y se empezaron los trámites para declararme totalmente incapaz de trabajar.

De acuerdo con el médico de empresa, se decidió que dejara de trabajar, porque incluso las dos horas en que lo hacía me suponían mucho esfuerzo. Cada vez que sufría esos ataques de migraña tomaba una medicina que me aligeraba el dolor, pero que me hacía sentirme muy mal. Sin saber qué hacer empecé en noviembre una novena a Dios, con la estampa de D. Álvaro. Durante las dos primeras semanas no obtuve mi curación, pero sí la "curación espiritual" de dos amigas, algo que me consolaba y daba fuerzas.

Al día siguiente de terminar la tercera novena, el 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, fue el último ataque de dolor. Agradezco esa curación milagrosa y repentina, después de tres años, a la intercesión de D. Álvaro del Portillo. M.S., Utrecht (Holanda) El trabajo

Aún teniendo dos títulos, uno de Economista y otro de Licenciada en Administración, no conseguía trabajo a pesar de haber solicitado empleo, entregado currículos y asistido a entrevistas en varias empresas. Le referí mi situación a una tía. Ella me entregó varias estampillas de D. Álvaro del Portillo, y me dijo: repártelas y rézale con fe.

Así lo hice, y cuál fue mi sorpresa que inmediatamente me sonó el celular y era una amiga para decirme que un amigo que yo no conocía necesitaba con urgencia un administrador de suma confianza. Nos comunicamos, tuve una entrevista, y a la semana estaba trabajando. En este momento estoy supercontenta en mi trabajo y realmente quiero dar constancia del favor recibido. L.G.P. Maracaibo (Venezuela)