Un recordatorio de Google para conseguir un favor

San Josemaría me ayudó a resolver la situación de una familia en riesgo de exclusión social y, además, aprendí dos lecciones.

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Soy un sacerdote de España. Desde hace muchos años tengo devoción a san Josemaría, desde que era Siervo de Dios, pero sólo rezo la estampa cuando tengo algún problema “gordo”, pues sé que su intercesión es tan fuerte que lo que le pido lo consigue. Por eso no suelo tener el hábito de pedirle por las cosas cotidianas, para no “molestarle” (grave error) o más bien para no sentirme obligado a corresponder.

El caso es que desde hace varios años he venido atendiendo a una familia en situación de exclusión social, intentando resolver el problema por los cauces institucionales ordinarios. Sin embargo nunca se llegaba a ninguna solución y cualquier camino que emprendía terminaba en fracaso; me sentía como si el buen samaritano tuviera que ir cargando con el hombre herido sin poder dejarle en ninguna posada.

Me sentía como si el buen samaritano tuviera que ir cargando con el hombre herido sin poder dejarle en ninguna posada

Al principio no lo encomendaba a san Josemaría, porque consideraba que era un asunto solucionable humanamente. Cuando las puertas se fueron cerrando y no veía ninguna salida decidí ya encomendarlo con seriedad a san Josemaría, haciendo una novena.

Sin embargo por la falta de hábito muchos días no me acordaba de rezar la estampa y el asunto seguía sin resolverse. Para ser más constante decidí poner un recordatorio de Google en el calendario, mediante el cual podría contabilizar las veces que rezaba la estampa y las que no. Descubrí que nunca completaba las semanas, siempre había dos o tres días sin haberla hecho… y el asunto seguía sin resolverse. Entonces decidí poner mucha más atención y tratar de no saltarme ningún día y rezar la estampa siempre, aunque fuera de noche.

Tras un par de semanas a este ritmo sucedieron una serie de acontecimientos inesperados que desbloquearon el problema

Tras un par de semanas a este ritmo intenso, sucedieron una serie de acontecimientos inesperados que desbloquearon el problema y, aunque no están resueltos todos los asuntos, puedo decir que la situación ya está adecuadamente encauzada, con personas e instituciones que se han hecho cargo de las necesidades de esta familia. Como parte de mi petición estaba la promesa de escribir este favor. De todo este episodio saco dos conclusiones: que hay que encomendar todas las cosas que llevamos entre manos, aunque sean pequeñas, y que hay que encomendarlas todos los días.

M. Á. L. R. – España


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