Plaza de Cibeles

Recorrido histórico de los lugares fundamentales relacionados con la fundación del Opus Dei.

Bajando por el Paseo de Recoletos en dirección a Atocha, el paseante pasa primero junto al Palacio del Marqués de Salamanca y llega hasta la Plaza de Cibeles, proyectada por el arquitecto Ventura Rodríguez por orden de Carlos III.

Es una de las plazas emblemáticas de Madrid. En diversos ángulos de esta plaza se encuentran el Banco de España, el Palacio de Comunicaciones y el Palacio de Linares.

La fuente de Cibeles se comenzó a esculpir en 1781. El diseño es de Ventura Rodríguez. La esculpieron Francisco Gutiérrez y Roberto Michel. Representa a una diosa del panteón frigio que pasó al olimpo romano como diosa dela tierra y la fecundidad.

En 1895 se añadieron los dos niños con jarrones que arrojan agua tras el carro. Son obra de Angel Trilles y Antonio Pareda. En los años 30 la Plaza tenía un aspecto muy parecido al actual, salvo la antigua verja de hierro que rodeaba la fuente. Había un intenso tránsito producido por lostranvías, los automóviles, los viejos carruajes de caballos y las carretas.

Por esta Plaza de Cibeles pasó en numerosas ocasiones el Fundador del Opus Dei.

Don Avelino Gómez Ledo, antiguo compañero de don Josemaría en la Residencia sacerdotal de la calle Larra, recuerda que un día se encontró con don Josemaría en esta Plaza envuelto en su manteo y con especial recogimiento. El Fundador le pidió, como solía hacer en los comienzos del Opus Dei, que encomendara su trabajo apostólico.

Cuenta Váquez de Prada que "Avelino Gómez Ledo, compañero en la residencia de Larra, recuerda bien el celo con que don Josemaría le reclamaba entonces oración y penitencia, «de una manera viva, estimulante».

Más tarde, cuando el capellán del Patronato no vivía ya en la residencia, se encontró un día casualmente con don Avelino en la plaza de la Cibeles.

Don Josemaría, nos dice éste, «iba envuelto en un manteo y me llamó la atención su especial recogimiento; no cabía duda que iba rezando por la calle. Tuve la impresión como si de pronto se me apareciera una de las almas que viven de manera extraordinaria la unión con Dios, y me habló, de nuevo, de que encomendara su trabajo apostólico, de oración y de mortificación".