En la madrugada del 27 de febrero de 2010 la zona centro del país se despertó de golpe. Un intenso movimiento telúrico de casi cuatro minutos dejó a medio Chile en el suelo, la peor tragedia natural desde 1960.
Medio millar de muertos, decenas de desaparecidos, miles de damnificados, casas destruídas y pueblos desplomados y arrasados por el terremoto y el tsunami que lo siguió. Quinahue: una pequeña localidad en la Región del Libertador Bernardo O´Higgins no fue la excepción: el despertar del día fue uno de los más duros que les ha tocado vivir a sus habitantes.
Una antigua capilla era el refugio de muchos, y después del terremoto, los fieles se dieron cuenta que sólo quedó en pie el campanario. “Se conservó para recordarnos que teníamos una tarea urgente que cumplir”, la profesora y miembro de la comunidad Angélica Pérez.
Y así fue. El deseo de la feligresía por reconstruir el templo movilizó a cada uno a aportar según sus posibilidades, con dinero o con trabajo. Se despertó el ingenio y se organizaron bingos, actividades de motocross, ventas de empanadas y sopaipillas... Fueron cinco años de muchos esfuerzos que culminaron este pasado 27 de Junio con la inauguración de la nueva capilla de Quinahue.
El nuevo nombre de la capilla
Pero de la mano de esta reconstrucción y su nuevo nombre, está la historia de un joven: Víctor Rodríguez, quien, a los once años, sufrió un grave accidente de tránsito al tirarse cerro abajo en bicileta. Quedó inconsciente, con pronóstico muy desalentador: si sobrevivía, le esperaba el estado vegetal. Sus familiares acudieron a la intercesión de san Josemaría consiguiendo su recuperación. Por este gran favor la misma comunidad decidió nombrar como patrono del templo al fundador del Opus Dei y bautizarlo con su nombre en agradecimiento inaugurándolo el día de la celebración de su fiesta. El mismo Víctor, y en plena forma, se encargó de programar el audio durante el acto consagratorio y la Misa.
Ceremonia de inauguración
La ceremonia se inició a las afueras del templo, con unas palabras de la profesora Angélica Pérez V., elegida por la comunidad para recibir a monseñor Goic y a los numerosos asistentes. “Fueron cinco años de fructífera labor que este 27 de junio vimos con orgullo que había llegado a su feliz término: teníamos nuevamente nuestra preciosa capilla levantada y con nuestro obispo a la cabeza y abarrotada de gente, consagrada”.
La nueva construcción fue diseñada por el arquitecto quinahuino Ariel Urra y levantada por maestros de la zona, especialmente Jorge Correa y Rosamel Rodríguez, bajo la atenta y comprometida administración de Alberto Riveros y Jorge Moreno. Mons. Goic tras recibir las llaves del nuevo templo y entregárselas al párroco de Chépica, el padre Claudio Fuenzalida, también gran promotor de esta obra, invitó a la comunidad a entrar en la nueva capilla. Se procedió entonces a la unción con aceite del altar, realizado en piedra rosada de Pelequén, a su incensación y revestimiento con manteles, cirios y crucifijo, presentados por matrimonios de la feligresía. También fueron ungidas las paredes y el Vía Crucis, e incensada la nave de la capilla y la imagen del patrono.
Finalmente se colocó una reliquia de san Josemaría en la base del altar. Durante la homilía, el celebrante felicitó a los feligreses por el esfuerzo realizado e hizo un llamado a mantener la vida comunitaria de la capilla y a acrecentarla. Mons. Goic se refirió a san Josemaría como un sacerdote santo que difundió el mensaje de la vocación a la santidad de cada persona en su propio estado. Pidió a la comunidad que rezaran a su nuevo patrono especialmente por la santidad de los obispos, sacerdotes y religiosos. Al término se repartieron chapitas elaboradas como recuerdo de la ceremonia de consagración, así como trípticos, novenas y estampas con la imagen del fundador del Opus Dei. También se ofreció un vino de honor en el patio de la escuela donde los alumnos bailaron cueca y doña Rosa Pérez entonó un canto a lo divino para agradecer a todos los que contribuyeron a cumplir este anhelado sueño.