Un sábado por la tarde, mi padre, de 87 años, se dio cuenta, de repente, de que había perdido una de las varillas de sus gafas. Cuando me lo comentó buscamos la varilla y la encontramos enseguida, pero nos faltaban los dos minúsculos tornillos, que la sujetaban. Comencé a pedir a Dora encontrar al menos uno para poder reparar de forma provisional las gafas, ya que hasta el lunes no podría ir a la óptica y no tenía ninguna gafa de repuesto.
Comencé la búsqueda por la zona donde se había caído la varilla y al poco tiempo encontré uno de los tornillitos con lo que pude, al menos parcialmente, sujetar la varilla. Continué pidiendo a Dora y me puse a la búsqueda del segundo tornillito, pasó muy poco tiempo y también lo encontré, con lo que pude terminar de reparar las gafas.
Así mi padre ya podía ver bien, sin añadir otra dificultad, a las naturales relacionadas con su edad. Le estoy muy agradecida a Dora, por este favor y otros muchos que me hace con mucha frecuencia.
M. A. M. C.