El 15 de febrero de 1992, cuando faltaban pocos meses para la beatificación del fundador del Opus Dei, Encarnita Ortega tuvo una reunión informal con un grupo de universitarias, en el Colegio Mayor Goroabe de Pamplona. Salieron a relucir diversos recuerdos en torno a los comienzos de la Obra entre las mujeres. Una de las estudiantes le preguntó por su primer encuentro con san Josemaría, y contestó que realmente primero se encontró con Camino, la conocida obra del fundador del Opus Dei. Encarnita evocó aquel encuentro (año 1941), su primera reacción al leerlo, que recordaba con claridad: “Yo había leído Camino y me había impresionado muchísimo. Me pareció un libro que era completamente distinto a otros de espiritualidad que había leído. Primero, la edición del libro, que era muy atractiva. Y después esos pensamientos tan incisivos del Padre. Me impresionó mucho el número uno, que para mí era novedad. Ese: Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor... Se quedó grabado en mi alma junto al: Enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón. Imaginaba un avión dejando una estela en el cielo... Era joven y pensaba de forma un poco romántica. Pero sobre todo a nadie le gusta ser inútil y sentí que nuestro Padre me espoleaba. También me abrió un horizonte completamente nuevo ese pensamiento que dice: De que tú y yo nos portemos como Dios quiere –no lo olvides– dependen muchas cosas grandes (n. 755). A mí esa responsabilidad no se me había pasado por la cabeza. Fue un descubrimiento verdaderamente apasionante, la vida vale mucho más la pena, si de nosotros dependen cosas grandes... Porque todos soñamos con hacer en la vida algo grande...”.
“Yo había leído Camino y me había impresionado muchísimo. Me pareció un libro que era completamente distinto a otros de espiritualidad que había leído".
Los sueños de entonces de Encarnita coinciden con los sueños de ahora y de siempre en mucha gente joven. Encarnita lo sabe y alienta los proyectos de futuro. Las estudiantes que la rodeaban aquel 15 de febrero en Pamplona tenían más o menos la misma edad que ella cuando con pasión juvenil lee Camino “casi de un tirón”, como solía decir. Pero lo verdaderamente atractivo era ver y oír, cincuenta años después, a esa mujer que con fidelidad hizo real el no lo olvides, del punto 755 de Camino.
Así fue este encuentro con Camino, antecedente del descubrimiento de su vocación, en una de las publicaciones biográficas: “Con el frescor de lo inolvidable, Encarnita recogió por escrito la historia de la llamada que recibió de Dios a través del fundador del Opus Dei, en marzo de 1941: Había leído la primera edición de Camino pocos días antes; y al enterarme de que el autor de aquel libro iba a dirigir la tanda de ejercicios, decidí hacerlos, para ver cómo hablaba aquella persona que escribía así (...). Le impresionó cómo hablaba san Josemaría del Amor.
Ese suceso inesperado iluminó toda su vida. Dios había ido preparando el instrumento en el dolor y también en las alegrías sencillas, en el cariño recibido y las virtudes aprendidas en la vida familiar. Encarnita se sintió, desde el primer momento, comprometida con Dios. Recibía una llamada en primera persona sabiendo que, en su diálogo con Dios, había un yo y un tú . Su relación con Él era íntima y filial. La fidelidad se convirtió en el norte de su vida”.
De: Maite del Riego. Encarnita Ortega: hablando de tú a Dios, ed. Palabra, págs. 20 y 24.