En la tormenta de nieve

Mis padres rezan por mí y por mi familia todos los días. Son padres de 7 hijos, abuelos de 32, y bisabuelos de 7. (…) Recibieron una estampa [de don Álvaro] de un viejo amigo y el día que comenzaron a rezarla fue cuando sucedió el milagro.

Habían pedido por el bienestar financiero de mi familia pero el milagro vino de otro modo. Tengo dos niños pequeños. El mayor tiene ahora 9 años, pero entonces tenía 4.

Estaba enfermo con fiebre muy alta. Decidí llevarlo a nuestro pediatra que está a 20 minutos. Fuera, había una fuerte tormenta de nieve.

Descendimos a una autovía y a mitad del camino mi hijo que estaba detrás sentado en su sillita, comenzó a sufrir una crisis epiléptica. Nunca había visto ni oído nada sobre una crisis febril y no entendí qué sucedía.

Él gritaba y tenía convulsiones. Empecé a gritar e intentaba llegar a él. Había coches en los dos sentidos y me daba cuenta de que no estaba prestando atención a la dirección, sólo intentaba alcanzarlo. Él quedó inconsciente y pensé que había muerto. Cogí mi teléfono móvil, que sabía que estaba sin batería, y llamé de todos modos al 911.

Sufría mientras estuve conectada al 911 durante 20 minutos. La mayoría de los teléfonos tiene una reserva de energía para llamadas de emergencia pero no creía que durase tanto.

Mi recuerdo es un poco borroso pero sé que a pesar de que había coches alrededor de nosotros, no golpeamos a nadie y nadie chocó contra nosotros. Tampoco di un trompo ni nada de eso. Fui capaz de llegar al lugar donde la ambulancia podía alcanzarnos con seguridad.

Las crisis febriles no son serias pero yo no lo sabía entonces. Pienso que fue don Álvaro quien me ayudó a llegar sin accidentes a donde necesitaba. Mi hijo estuvo bien y regresamos a casa ese mismo día.

P.T.G. (Estados Unidos)

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