Dos corazones latiendo

Mi esposo y yo llevamos casados casi seis años. Nos casamos jóvenes: él tenía 23 y yo 25. Nuestra mayor ilusión era formar una familia.

Foto: nicolasvalentin

Desde el principio queríamos aceptar los hijos que el Señor nos enviase. Pasó un año. Pasó otro y los niños no llegaban.

Empezamos a pensar que quizá había algún problema. Nos hicimos las pruebas médicas pertinentes pero todo estaba en orden. Ya no sabíamos a quién acudir, a qué santo rezar. Visitamos muchos santuarios marianos. Nuestra petición era siempre la misma: “¡Danos un hijo, concédenos un hijo, por favor!". (...)

Después de tanto rezar por un hijo, la fe empezaba a flaquear. Y yo pedía más y más fe al Señor, cada día en la Santa Misa, y me la concedió. Con la estampa de don Álvaro en la mano, pensé en comenzar una novena. Sabía que Dios quería que mi esposo y yo estuviéramos unidos y le pedí a mi marido que la rezara conmigo. Los dos rezamos la novena a don Álvaro con muchísima fe. Cuando llegó el momento, nos hicimos la prueba de embarazo y dio negativo. Dos días más tarde, y sin saber que era el 23 de marzo, día en que don Álvaro se fue para siempre con el Señor, (…) ¡la prueba dio positivo! Apenas podíamos creerlo.

Lo primero que pensamos es que había algún error. A los pocos días fuimos al médico, y vimos con nuestros propios ojos que el regalo que nos venía del cielo era doble pues había dos corazones latiendo: ¡esperábamos gemelos!

C.M.R. (España)

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