De la forma más natural

Esperábamos nuestro quinto hijo. Nuestra situación familiar desde el punto de vista material y logístico no era fácil, ya que vivíamos lejos del colegio, en una casa pequeña y teníamos problemas para conciliar la vida familiar y profesional.

Foto: Brenn

Problemas que hoy día tienen tantas familias madrileñas de nuestro entorno. La solución era irnos a vivir al barrio donde se encuentra el colegio, para que el día a día resultara a todos más fácil, y por tanto beneficioso para el ambiente y la vida de familia. Llevábamos unos dos años pensando la manera de cambiar, pero sin ver claro el momento, ni la manera de hacerlo ya que contábamos con los recursos económicos justos para hacer frente a nuestros gastos.

En esos tiempos, en un centro del Opus Dei me enseñaron la estampa de Dora y me animaron a pedirle favores. Yo no la conocía, pero era tal el ambiente de familia, de comprensión y cariño en aquel lugar, que para mí fue inmediato incorporar a Dora en mi vida y rezar su estampa a diario como si la conociera a la perfección. Me pareció que, quién mejor que ella, para entender los problemas de una madre de familia en su día a día para sacar adelante a los suyos, y para darles el bienestar material necesario y suficiente que contribuya a lograr un ambiente cristiano, de estudio, trabajo, alegría…

Empecé a rezar la estampa a diario a la vez que pusimos en venta nuestro piso. Ante mi asombro todo se empezó a resolver de la forma más natural. Casi sin darnos cuenta tomamos la decisión de cambiarnos de barrio, y encontramos un alquiler cerca del colegio al que podríamos hacer frente un máximo de seis meses mientras vendíamos la casa. Logramos vender nuestro piso antes de que pasaran cuatro meses y en un momento en que la crisis inmobiliaria en España era muy aguda.

Han pasado desde entonces dos años y hemos logrado comprar otro piso muy cerca del colegio. Nuestra vida ha dado un cambio muy grande en estos dos años: contamos, gracias a Dios, con un bienestar material sencillo, pero que nos ayuda enormemente en nuestros quehaceres diarios. Nunca dudé que cada paso que dábamos, nos lo procuraba Dora con un guiño desde el cielo. Doy gracias a Dios y espero que bendiga a mis hijos con una vida fiel a la vocación que cada uno de ellos reciba.

R.P.A. (España)