Muy humanos, muy divinos (XI): Y entonces, el mundo te habla
La templanza en el deseo de conocer nos permite alcanzar el corazón de la realidad, y ser almas contemplativas en medio del mundo.
Muy humanos, muy divinos (X): Te seguiré adonde vayas
La virtud de la fortaleza nos permite seguir a Jesús sin depender de las condiciones cambiantes de nuestra vida y de nuestro entorno.
Muy humanos, muy divinos (IX): El don de mirar con Dios
Algunas virtudes que preparan para ser alma contemplativa en medio de lo ordinario.
Muy humanos, muy divinos (VIII): La batalla de nuestra formación
En este octavo artículo nos detenemos en algunas actitudes y consejos que nos disponen mejor para ser semilla fértil en nuestro lugar en el mundo.
Muy humanos, muy divinos (VII): Nuestro trabajo, levadura de Dios
En este séptimo artículo descubriremos algunas virtudes del trabajo que se esconden en una imagen que usó Jesús: la de aquella mujer que hace pan para muchas personas. El desafío es transformar nuestras tareas diarias en amor para quienes nos rodean.
Muy humanos, muy divinos (VI): Hasta ponerlo por obra
Pararse a pensar, escoger el camino, pasar a la acción. Tres momentos esenciales que dan forma a la prudencia, la virtud necesaria para hacer el bien en el único lugar real: aquí y ahora.
Muy humanos, muy divinos (V): Para poder ser amigos
Toda amistad genuina supone un esfuerzo tanto por entrar en la vida de los demás como por dejar que tengan espacio en nosotros; en este quinto artículo repasamos algunas virtudes que nos lo facilitan.
Muy humanos, muy divinos (IV): Nosotros, el hábitat de las virtudes
Nuestro anhelo de ser mejores se alimenta del clima en el que vivimos y, a la vez, fructifica en las relaciones con los demás.
Muy humanos, muy divinos (III): Buscar los sentimientos de Cristo
En este tercer artículo nos adentramos en el corazón de las virtudes: qué son, cómo orientan nuestra afectividad y por qué nos hacen más libres.
Muy humanos, muy divinos (II): El camino lo llevamos dentro
Con la fuerza de la fe y la confianza de la esperanza, podemos decirnos: aquí y ahora yo puedo ser luz de Dios, amor de Dios.