En Kenia, en pleno corazón del África oriental, la religión antes dependía de la tribu en la que uno nacía. Los padres de Anastaçia nacieron cada uno en una tribu, y practicaban diferentes religiones; ella creció sin tener muy claras cuáles eran sus creencias. Gracias a otra familia, la que le acogió en Vigo hace casi dos años, encontró el camino hacia la fe.
Anastaçia, la protagonista de esta historia, nacía hace 23 años en un pequeño pueblo llamado Kisii, cerca de Nairobi. Sus padres procuraron darle la oportunidad de estudiar y llegar alto, y la enviaron a la United States International University de África (USI-África), donde estudió Psicología y Criminología durante cuatro años.
En 2017 le ofrecieron participar junto a otros alumnos de la Universidad en el proyecto “Training Exchange in East Áfricat Proyet”, organizado gracias a un acuerdo entre la Universidad africana, la Asociación Solidaria de Galicia y la Federación de Centros de Enseñanza Privada (CECE) de la Comunidad gallega.
Un ambiente cálido bajo la lluvia gallega
Durante año y medio se trasladaría a Vigo, una hermosa ciudad en el noroeste de España, abrazada por el mar gracias a una espectacular ría. Allí trabajaría durante un año como profesora auxiliar de conversación. Viviría además con una familia de acogida. Decidió abandonar su comodidad y lanzarse a la aventura gallega.
Anastaçia llegó a Vigo en enero de 2018. Todo era nuevo para ella: el país, las costumbres, el trabajo, el idioma… Y por supuesto, el clima. Hacía frío, y llovía casi constantemente. Sin embargo, en medio de todo aquello, encontró un ámbito cálido y acogedor: el hogar de Vicent y Ségolène, un matrimonio francés, padres de ocho hijos, y afincados en Vigo desde hace una década.
“La acogimos como si fuera una hija. Era muy cariñosa y sonriente; ayudaba en todo y jugaba con los niños. Lo que resultaba más difícil era el idioma. Hacíamos muchas actividades en familia: paseos, celebraciones, películas, juegos de mesa, manualidades... Ella nos preparó alguna comida típica de Kenia, muy rica”, relata Ségolène.
Ségolène, que pertenece al Opus Dei, acudía a misa a diario, y la joven keniana se animó a ir con ella algunos días. El cariño entre Anastaçia y la familia iba creciendo, y también la confianza. “Nos habló de su país, de su familia y de que había estado interna en un colegio desde muy joven”, rememora Ségolène.
Como una hija más
Al acabar el curso académico, Anastaçia pasó a residir en la casa de otra familia, la formada por Josiño y Ana, padres de 6 hijos. El matrimonio deseaba que todos ellos mejoraran en el aprendizaje del inglés, y de nuevo la acogieron y trataron como a una hija más, con la que compartían todo. Durante el día, acudía a hacer sus prácticas al Colegio de Coruxo como profesora auxiliar de inglés. Por las tardes disfrutaba de su familia española, donde también iba creciendo la semilla de la fe.
Un viaje a Roma le ayudó a que se decidiera a pedir el Bautismo. Fue en Semana Santa, cuando acudió con otro grupo de estudiantes como ella al Congreso UNIV. Allí conoció de primera mano los orígenes de la fe católica y decidió acudir regularmente a clases para recibir el Bautismo.
Bautismo, Confirmación y Primera Comunión
El pasado mes de enero, Anastaçia recibía el Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión en la Iglesia Concatedral Santa María, de Vigo, de manos del obispo de Tuy-Vigo, monseñor Luis Quinteiro, en una ceremonia concelebrada por varios sacerdotes, entre ellos el vicario del Opus Dei en Galicia.
Al final de la ceremonia, un coro de kenianos interpretó una canción en suajili, dando, al toque de los tambores, la bienvenida a la fe a Anastaçia, que desde ese día pasó a llamarse Anastaçia Belén.