Amaka es cooperadora del Opus Dei. Supo de la Obra hace casi diez años y las enseñanzas de San Josemaria se han convertido en parte de su vida desde hace poco más de cuatro.
Cuando estaba en la Universidad, en el 2005, una amiga de su facultad la invitó a una actividad del Opus Dei, a la que ella fue “de mala gana”, y después de eso no volvió. Cinco años después, se fue a vivir a otra ciudad y sintió que tenía que “reconectarse” con la Obra, como cariñosamente llaman muchas personas al Opus Dei. Buscó un centro de la Obra en aquella ciudad y comenzó a asistir regularmente; poco después pidió ser cooperadora.
El Opus Dei ha significado para ella mucho más que solo formación; lo más importante es que gracias al Opus Dei ha logrado darle significado a su vida, no solo en el trabajo, sino sobre todo en su relación con Dios y con sus semejantes. De hecho el Opus Dei la ha ayudado a reorganizar su vida y a encontrar una razón más clara y alegre para hacer las cosas. Ha sido este encuentro personal con Dios lo que la ha transformado como persona. En sus propias palabras: “Es mi refugio de paz”.
Nos dijo que la Obra la ha ayudado mucho. “Fue en el Opus Dei que me dieron a conocer el plan de vida (normas de piedad) que, además de ayudarme a mantener la presencia de Dios todo el tiempo, me fortalece. En mi vida diaria y, muy especialmente en mi trabajo como fisioterapeuta del equipo de fútbol femenino sub-17 de mi país, muchas veces me enfrento a desafíos o dificultades y hacer mi meditación (oración mental) me renueva y me llena de energía. Porque en ese momento en que estoy a solas con mi Señor, tengo la oportunidad de ver y comprender las cosas más claramente, lo cual es simplemente increíble. Así que durante los días de la competición, trato de no dejar de hacer mi oración mental y rezar el Rosario, que realmente me ayudan mucho”.
Dice que incluso cuando está preparando a las jugadoras —a quienes aprecia y procura darles consejos para que no sean sólo mejores jugadoras, sino mejores como personas— aunque esté cansada, lo ofrece a Dios y Él le da las fuerzas necesarias para acabar su labor de la mejor manera.
Cuando Amaka llegó a Costa Rica para el Mundial Femenino Sub-17, inmediatamente buscó un Centro de la Obra “simplemente por lo mucho que el Opus Dei me ha ayudado y porque usualmente tengo momentos de serenidad y paz en el Oratorio. Me hacen mucho bien las charlas las clases de doctrina católica, sobre todo cuando estoy lejos de mi país y en medio de mi trabajo...”
El idioma no es un obstáculo para ella, más bien es un reto emocionante porque le gustan los idiomas y porque le encanta conocer otras personas y culturas. Procura ir a Misa los domingos esté donde esté.
En esta era del Internet buscar la información requerida es muy sencillo; y Amaka lo experimenta cada vez que tiene que viajar: busca la página Web del Opus Dei en aquel país, envía un correo electrónico y hace contacto con quien se encarga de la oficina de información para acercarse por un Centro. Esta vez no fue la excepción.
Para Amaka el sacramento de la confesión es muy importante porque la hace sentir “más ligera”; se siente “aliviada” de sus cargas, y en paz con Dios. “Como seres humanos siempre cometemos errores y necesitamos que Dios nos ayude a continuar; el sacramento de la reconciliación nos ayuda a comenzar de nuevo.” Cuando Amaka se hizo cooperadora, entendió aún mejor la grandeza de la confesión: “¿para qué cargar con ese “equipaje” si te puedes “deshacer” de él? La limpieza del alma te hace más piadosa, te hacer querer más a Dios”.