Soñar para un cristiano, es mirar con los ojos de Dios

Misa en memoria de San Josemaría, 18 de junio en Costa Rica.

El próximo 26 de junio, en la iglesia, se celebra la fiesta de san Josemaría, el “santo de lo ordinario”, como lo nombró san Juan Pablo II. Con motivo de esta fecha especial, en Costa Rica, así como en muchas otras partes del mundo, es tradición celebrar una misa solemne. La cual, luego de dos años de pandemia, se volvió a realizar el pasado sábado 18 de junio en la Catedral Metropolitana de San José.

La celebración, donde participó una numerosa cantidad de fieles del Opus Dei, familiares, amigos y público en general, fue presidida por el Nuncio Apostólico, Monseñor Bruno Musaró, acompañado de sacerdotes amigos y otros sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Es posible vivir el matrimonio y la vida familiar de una manera completamente conforme al designio de Dios.

Mons. Musaró inició su homilía recordando que el Año de la Familia convocado por su Santidad el Papa Francisco el pasado 19 de marzo de 2021, y que estará por concluir el próximo 26 de junio de 2022, tiene como principal misión fortalecer la fe y vivir la alegría de Dios de manera más fructífera en la vida en familia, consciente de la importancia de la institución familiar para la Iglesia y el mundo.

Misión donde “las enseñanzas de San Josemaría sobre la familia son profundamente luminosas y actuales para que los hogares sean lo que Dios espera: cenáculos de amor y santuarios de la vida, que contribuyan a configurar la sociedad”, mencionó Monseñor Musaró.

De igual forma, el Nuncio trajo a la memoria la invitación del Papa Francisco en Manila del año 2015 cuando nos invitaba a soñar. Asegurando que, “soñar, para un cristiano, con la esposa o con el esposo, es mirarlo con los ojos de Dios. Es contemplar, prolongado en el tiempo, la realización del proyecto que el Señor tiene pensado, y quiere, para cada uno, y para los dos en su concreta relación matrimonial. No es algo fuera de la realidad –como son los sueños– sino que se traduce en desear que los planes divinos se hagan realidad en la familia, en los hijos –si Dios los manda–, en los abuelos, y en los amigos que la providencia les vaya poniendo para acompañarles en el viaje de la vida. Es, en definitiva, ver cada uno al otro como su particular camino hacia el cielo”.

Al mismo tiempo, compartió algunas enseñanzas de San Josemaría que ayudan de forma eficaz a una vida en familia luminosa y alegre, como conservar en el matrimonio la ilusión de los comienzos. Así como que, con la gracia propia del sacramento, los matrimonios tienen gracia de estado para vivir la comunión en el amor, la confianza en la Providencia Divina, la fidelidad y castidad conyugal, la acogida y defensa de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural, el cuidado y educación de los hijos, la caridad al prójimo, la oración, el conocimiento y vivencia del Evangelio, la observancia del “Día del Señor” con la Santa Misa, fuente y culmen de toda la vida cristiana, el amor filial a la Virgen, la veneración a los Santos; y, además, todas las virtudes humanas y cristianas de la vida en familia: la comprensión, el buen humor, la paciencia, el perdón, la delicadeza en el trato mutuo, el cariño, la sinceridad, la confianza, el sacrificio, la sencillez, la austeridad, el valor del trabajo, la mortificación, etc.

Al terminar su homilía, Monseñor Musaró invitó a los participantes a pedir “la intercesión de San Josemaría y la poderosa mediación de la Santísima Virgen, a quien tanto quería, para que las familias de San José sepan dar un testimonio convincente de que es posible vivir el matrimonio y la vida familiar de una manera completamente conforme al designio de Dios; es decir, en fidelidad conyugal hasta la muerte, viviendo el amor de Cristo y cuidando amorosamente a los hijos”.

La fortaleza, la importancia de la humildad y el amor al trabajo

Dino José Filleri de 17 años, asegura que la mayor enseñanza que ha aprendido de San Josemaría es, “la fortaleza de seguir el plan de Dios y fundar la Obra”. Porque, “con Dios hay que ir sin miedo”. También destacó la virtud de la humildad como una enseñanza que sigue siendo muy importante actualmente.

De igual manera, Dino comentó que el ambiente de la misa fue muy alegre, al poder vivirla con muchos de sus amigos y lo sorprendente que fue estar entregando estampas de San Josemaría a personas que nunca habían escuchado de él.

Por su parte, Maripaz Villalobos, de 24 años, afirma que, “a través de San Josemaría, pude encontrar el amor por el trabajo, la vida cotidiana y un amor que es lleno y verdadero y que me llevará al cielo”.

Mientras que Fernando Esquivel de 26 años, resume en estas dos palabras sus impresiones de la misa: Solemne y Alegre. “Solemne porque lo es, esta misa en particular para mi siempre ha sido la referencia en ese aspecto, el incienso y los diferentes padres que están celebrando y alegre porque me quedó ese sentimiento al terminar, de todos alegres por volver a celebrar esta fiesta después de un par de años de pandemia”, comentó Esquivel.

Para Fernando, una enseñanza de San Josemaría que cala en su vida es “el valor de la perseverancia y dentro de eso la mortificación”.