Primer día con San Josemaría

Para preparar la fiesta del próximo 26 de junio, aniversario de la marcha al cielo de San Josemaría, publicamos cada día algunos fragmentos del libro "15 días con Josemaría Escrivá" de D. Guillaume Derville, editado por Ciudad Nueva.

María, la madre de Jesús Madre del Amor hermoso

El principio del camino que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima [...] En una palabra: contemplaremos, locos de Amor (no hay más amor que el Amor), todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús (Santo Rosario 16-17).

En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria... (Conversaciones 116).

La que escucha la invitación del ángel da eficacia con su sí a la Palabra divina que se hace carne. Se convierte en el sagrario más sublime. Y, sin embargo, es una mujer como las demás. Va a llevar en su seno al Verbo encarnado, a su Creador, al Hijo único del Padre, al Ungido del Espíritu Santo. Dios te salve, María, hija de Dios Padre; Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios! (Camino 496). En ella se reúnen el cielo y la tierra en un intercambio admirable en el que Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios. En su corazón humilde se realiza la más bella maravilla. Como todas las madres, habla a ese niño que lleva en ella, canturrea para él, reza a Dios con él, lo siente moverse en su seno, sabe cuándo duerme y cuándo escucha.

Señora nuestra, ahora te traigo –no tengo otra cosa– espinas, las que llevo en mi corazón; pero estoy seguro de que por Ti se convertirán en rosas (...). Consigue que en nuestros corazones, cuajen a lo largo de todo el año rosas pequeñas, las de la vida ordinaria, corrientes, pero llenas del perfume del sacrificio y del amor. He dicho de intento rosas pequeñas, porque es lo que me va mejor, ya que en mi vida sólo he sabido ocuparme de cosas normales, corrientes, y, con frecuencia, ni siquiera las he sabido acabar; pero tengo la certeza de que en esa conducta habitual, en la de cada día, es donde tu Hijo y Tú me esperáis (...). Perdóname, Madre mía, porque al hablar así sólo quiero suplicarte que me veas, que me mires. Aquí estoy, porque ¡Tú puedes!, porque ¡Tú amas! (Archivo general de la Prelatura del Opus Dei, P01 1977, pp. 788-791).

Agradecemos a la editorial Ciudad Nueva que nos haya permitido reproducir algunos párrafos del libro “15 días con Josemaría Escrivá”, escrito por D. Guillaume Derville.