¿Temas? El agradecimiento de sus alumnos por su calidad humana y su trabajo como profesor de primera. La importancia de la familia en la formación de Arturo y el apostolado y amistad con sus alumnos.
Arturo Álvarez Ramírez falleció el 28 de noviembre de 1992, en fama de santidad. Fue catedrático de Química en la Universidad de Guadalajara (UdeG) por más de treinta años. El -cariñosamente llamado- “Inge” entre fórmulas químicas y tubos de ensayo, transmitió la alegría de un alma que lucha todos los días por alcanzar la santidad en las cosas ordinarias.
Destacaba en su vida, su sincero interés por sus alumnos y colegas, y su propia entrega a la voluntad de Dios, ponderada a través de su vida de oración, frecuencia de los sacramentos y devoción a la Santísima Virgen.
«Por sus aulas pasaron más de 10 mil alumnos, a la fecha se han podido contactar a unos 300 y todos coinciden en admirar y agradecer a quien fuera un hombre muy íntegro, un profesor de primera calidad. Estaba preocupado por sus estudiantes en todos los ámbitos: les tenía cariño y le preocupaba su futuro.». Explica el Pbro. Rubén.
Hijo de Magdaleno Álvarez Rodríguez y María de Jesús Ramírez Rosales, dedicada al cuidado del hogar, Arturo fue el último de los ocho hijos del matrimonio. La gran calidad de su mamá, una mujer de una mucha fe y de un cuidado especial por sus hijos, y el ejemplo de su papá quien, siendo albañil, fue un hombre con una gran capacidad de trabajo, tuvieron una enorme influencia sobre él. Como fruto de esa formación familiar, un hermano de Arturo fue sacerdote de la arquidiócesis de Guadalajara y una hermana fue religiosa.
Él Ing. Álvarez conoce al Opus Dei en 1963 y pide su admisión en 1966 como agregado, convencido de que ahí encontraría su camino a la santidad, así como la manera de fortalecer su tarea de apostolado con sus jóvenes estudiantes.
El tercer punto que se tocó en la conferencia fue el apostolado que hizo entre sus alumnos. Un apostolado de un hombre de fe católica profunda, que daba ejemplo al ir a Misa y comunión diaria, de rezar mucho, sin descuidar su exigencia como catedrático.
En la conferencia, estuvo presente el Arquitecto Héctor García Curiel, Director de la Oficina del Patrimonio de la Universidad de Guadalajara. Al final dirigió unas palabras a los asistentes y afirmó que el “Inge” Arturo forma parte del patrimonio de la U de G.
Arturo tenía un trato con Dios constante y gran ingenio para tratar apostólicamente a sus alumnos y compañeros de trabajo: lo hacía con mucha naturalidad y, a través de la amistad, les propuso el encuentro con Dios en el trabajo, tratando de servir a los demás como lo haría Jesucristo.
En los años que el P. Rodríguez ha desarrollado su investigación se ha encontrado con testimonios que no hacen más que reforzar la congruencia de vida del Ing. Álvarez.